La crisis sigue develando todo aquello que permanecía oculto
en los periodos de normalidad. Esto incluye los proyectos estratégicos de la
clase dominante, su forma de ver el mundo, la apuesta principal que hacen para
seguir siendo clase dominante. Este es, a grandes rasgos, su objetivo central,
al que subordinan todo lo demás, incluyendo los modos capitalistas de reproducción
de la economía.
Puede pensarse que la crisis es apenas un paréntesis luego
del cual todo seguiría, más o menos, como funcionaba antes. No es así. La
crisis no es sólo un revelador, sino el modo en que los de arriba están
remodelando el mundo. Porque la crisis es, en gran medida, provocada por ellos
para mover de lugar o hacer desaparecer lo que limita sus poderes. Básicamente,
los sectores populares, indígenas, negros y mestizos en nuestro continente.
Por otro lado, una crisis de esta envergadura (se trata de un conjunto de crisis que incluyen crisis/caos climático, ambiental, sanitario y, lo que atraviesa todo, crisis de la civilización occidental) significa mutaciones más o menos profundas de las sociedades, de las relaciones de fuerzas y de los polos de poder en el mundo, en cada una de las regiones y países. Me parece necesario abordar tres aspectos, que no agotan todas las novedades que aporta la crisis pero son, a mi modo de ver, los que más pueden influir en las estrategias de los movimientos antisistémicos.
Por otro lado, una crisis de esta envergadura (se trata de un conjunto de crisis que incluyen crisis/caos climático, ambiental, sanitario y, lo que atraviesa todo, crisis de la civilización occidental) significa mutaciones más o menos profundas de las sociedades, de las relaciones de fuerzas y de los polos de poder en el mundo, en cada una de las regiones y países. Me parece necesario abordar tres aspectos, que no agotan todas las novedades que aporta la crisis pero son, a mi modo de ver, los que más pueden influir en las estrategias de los movimientos antisistémicos.
En primer lugar, lo que llamamos economía ha sufrido cambios
de fondo. Un
cuadro elaborado por la economista Pavlina Tcherneva, con base en los
estudios sobre la desigualdad de Thomas Piketty, revela cómo está funcionando
el sistema desde la década de 1970, agravado por la crisis de 2008. El cuadro
abarca 60 años de la economía estadunidense, desde 1949 hasta la actualidad.
Describe qué parte del crecimiento de los ingresos es apropiada por el 10 por
ciento más rico, y cuánto le corresponde al 90 por ciento restante. En la
década de 1950, por ejemplo, el 10 por ciento rico se apropiaba de entre el 20
y el 25 por ciento de los nuevos ingresos anuales. Así funciona una economía
capitalista normal, que consiste en una apropiación mayor por los empresarios
del fruto del trabajo humano, que Marx denominó plusvalor. Es la acumulación de
capital por reproducción ampliada.
A partir de 1970 se produce un cambio importante que es bien
visible en la década de 1980: el 10 por ciento rico empieza a apropiarse del 80
por ciento de la riqueza y el 90 por ciento se queda apenas con 20 por ciento
de lo que se genera cada año. Este periodo corresponde a la hegemonía del
capital financiero, lo que David Harvey ha llamado acumulación por desposesión
o despojo.
Pero algo extraordinario se produce desde 2001. Los ricos se
quedan con todos los nuevos ingresos y, desde 2008, arrebañan además una parte
de lo que tenía el 90 por ciento, como ahorros o bienes. ¿Cómo denominamos a
este modo de acumulación? Es un sistema que ya no es capaz de reproducir las
relaciones capitalistas porque consiste en el robo. El capitalismo extrae
plusvalor y acumula riqueza (aún por desposesión), pero expandiendo las
relaciones capitalistas, por eso se asienta en el trabajo asalariado y no en el
trabajo esclavo (debo estas reflexiones a Gustavo Esteva, quien las formuló en
los días de la escuelita zapatista y en posteriores intercambios).
Es probable que estemos ingresando en un sistema peor aún
que el capitalismo, una suerte de economía de robo, más parecida a la forma
como funcionan las mafias del narcotráfico que a los modos empresariales que
conocimos en la mayor parte del siglo XX. Es probable, también, que esto no
haya sido planificado por la clase dominante, sino sea el fruto de la búsqueda
desmesurada de lucros en el periodo financiero y de acumulación por
desposesión, que ha engendrado una generación de buitres/lobos incapaces de
producir otra cosa que no sea destrucción y muerte a su alrededor.
En segundo lugar, que el sistema funcione de este modo
implica que los de arriba han decidido salvarse a costa de la entera humanidad.
En algún momento hicieron una ruptura afectiva con los demás seres humanos y
están dispuestos a producir una hecatombe demográfica, como sugiere el cuadro
mencionado. Lo quieren todo.
Por lo mismo, el modo en que está funcionando el sistema es
más apropiado denominarlo cuarta guerra mundial (como el subcomandante
insurgente Marcos) que acumulación por desposesión, porque el objetivo es
la humanidad entera. Parece que la clase dominante decidió que con el actual
grado de desarrollo tecnológico puede prescindir del trabajo asalariado que
genera riquezas, y ya no depende de consumidores pobres para sus productos. Más
allá de que esto sea un delirio inducido por la soberbia, parece evidente que
los de arriba no pretenden ordenar el mundo según sus viejos intereses, sino
generar regiones enteras (y a veces continentes) donde reine el caos absoluto
(como tiende a suceder en Medio Oriente) y otras de seguridad absoluta (como
partes de Estados Unidos y Europa, y los barrios ricos de cada país).
En suma, han renunciado a la idea de una sociedad, idea que
es sustituida por la imagen del campo de concentración.
En tercer lugar, esto tiene enormes repercusiones para la
política de los de abajo. La democracia es apenas un arma arrojadiza contra los
enemigos geopolíticos (empezando por Rusia y China), que no se aplica a los
regímenes amigos (Arabia Saudita), pero ya no es aquel sistema al que alguna
vez otorgaron alguna credibilidad. Lo mismo debe decirse del Estado-nación,
apenas un obstáculo a superar como lo demuestran los ataques en Siria violando
la soberanía nacional.
No nos cabe otro camino que organizar nuestro mundo, en
nuestros espacios/territorios, con nuestra salud, nuestra educación y nuestra
autonomía alimentaria. Con nuestros poderes para tomar decisiones y hacerlas
cumplir. O sea, con nuestras propias instituciones de autodefensa. Sin depender
de las instituciones estatales.
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