Zygmunt Bauman ✆ Carlos Latuff |
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
9/1/17
Ha muerto Zygmunt Bauman
Etiquetas | Tags | Étiquettes:
Crónica,
Zygmund Bauman
Michelangelo Antonioni, Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini: Tres cineastas italianos de culto
Pedro García Cueto
La incomunicación en el cine de Antonioni
La obra de Michelangelo Antonioni sigue siendo, para muchos
cinéfilos, una de las más valoradas del cine italiano. Nos hallamos ante un
cineasta que ahondada en la incomunicación del ser humano, a través de imágenes
de singular belleza. Obra de culto, sin duda, la de Antonioni, porque su cine
es moroso, con escenas lentas, que exigen del espectador una especial paciencia
y que nos llevan a considerar sus películas como esenciales en nuestro universo
cinematográfico.
El director italiano nació en 1912, en Ferrara, un 29 de
septiembre. Creció en un ambiente intelectual donde imperaba el fascismo
italiano. Pero pronto el director se aleja de esto, interesado por el cine. Le
acompañan en esa singladura que comenzó en los años treinta, la sólida amistad
de Giorgio Bassani y la del filólogo Gianfranco Caretti, ambos del círculo
literario de Ferrara, hombres que ya van abriendo la senda de la cultura en la
ciudad italiana en un período tan difícil como el anterior a la Segunda Guerra
Mundial. Antonioni va a ser también un crítico cinematográfico de
prestigio en revistas como Corriere
Padano, Cinema, Italia Libera y Bianco
e Nero.
Etiquetas | Tags | Étiquettes:
Arte,
Cine,
Federico Fellini,
Michelangelo Antonioni,
Pier Paolo Pasolini
Ricardo Piglia, el escritor que enseñaba a leer
Ricardo Piglia ✆ René González |
En el tedio de las siestas de verano, todas las persianas
bajas, toda la casa en silencio, un chico de tres años observa desde la
penumbra a su abuelo sentado en un sillón, inmóvil, concentradísimo en el libro
que sostiene en las manos. Al nieto le gusta copiar todo lo que hace el abuelo,
así que arrima una silla a los estantes de la biblioteca, saca un tomazo y va a
sentarse en los escalones de la puerta de su casa, con el libro abierto sobre
las rodillas y la misma expresión de su abuelo. La casa queda a una cuadra de
la estación de Adrogué. Cada media hora pasan por la calle los que bajan del
tren. A la hora de la siesta son pocos, en ese verano de 1943. Uno de ellos, el
único que repara en él, frena su marcha, le muestra sin decir palabra al chico
que tiene el libro al revés y sigue su cansino camino. En 1943, la familia de
Borges todavía pasaba los veranos en el Hotel Las Delicias de Adrogué. De
manera que ese pasajero que le enderezó el libro al chico bien pudo ser ya
sabemos quién.
Etiquetas | Tags | Étiquettes:
Crónica,
Juan Forn,
Ricardo Piglia
Suscribirse a:
Entradas (Atom)