Un ejemplo claro de esto fue la votación no muy pareja en la
Organización de Estados Americanos (OEA) en relación con Venezuela el 7 de
marzo. Veintinueve de 32 países no solamente rechazaron el intento de
Washington de hacer que la OEA interviniera en Venezuela, sino que también, por
si fuera poco, aprobaron una resolución en la que expresaron su solidaridad con
el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Es difícil imaginar una derrota
diplomática más rotunda que esta en una institución en la que el gobierno
estadunidense aún tiene un alto y desproporcionado grado de influencia.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
28/3/14
Obama se aísla en Latinoamérica por Venezuela
Oliver Stone &
Mark Weisbrot | El gobierno de Bush tuvo una política expresa
de intentar aislar a Venezuela de sus vecinos, pero en lugar de eso la
estrategia resultó en el aislamiento de Washington. El presidente Obama, en su
primera reunión con líderes del continente en Trinidad en 2009, prometió un
nuevo comienzo. Pero hoy su gobierno se encuentra aún más aislado que el de su
antecesor, y en gran parte por las mismas razones.
El arte como forma de la realidad
Herbert Marcuse | La
tesis acerca del fin del arte se volvió una consigna familiar. Los radicales la
consideran una obviedad; rechazan o “suspenden” al arte porque es parte de la
cultura burguesa, de la misma manera que rechazan o suspenden su literatura o
su filosofía. El veredicto se extiende fácilmente a toda teoría, a toda
inteligencia (más allá de lo “creativa” que sea) que no dispare la acción y la
práctica, que no contribuya de manera evidente a cambiar el mundo, que no se
abra paso–al menos por algún tiempo–en el universo de contaminación mental y
física en que vivimos. La música alcanza este objetivo con la canción y la
danza; la música activa el cuerpo, las canciones ya no cantan sino que chillan
y gritan. Para hacerse una idea del camino recorrido en los últimos treinta
años se pueden comparar las melodías y los textos “tradicionales” de las
canciones de la guerra civil española con las actuales canciones de protesta y
rebeldía. O compárese el teatro “clásico” de Brecht con el “living theatre” de hoy.[1] Estamos presenciando un ataque no sólo
político sino también, y en primer lugar, artístico al arte en todas sus
formas, al arte como forma en sí mismo. Se niega, se rechaza y se destruye la
distancia y la disociación del arte respecto de la realidad. Si el arte es
todavía algo en absoluto, debe ser algo real, parte y territorio de la vida,
pero de una vida que en sí misma sea una negación conciente del estilo de vida
establecido con todas sus instituciones, su entera cultura material e
intelectual, toda su inmoral moralidad, su conducta exigida y clandestina, su
trabajo y su esparcimiento.
Etiquetas | Tags | Étiquettes:
Arte,
Filosofía,
Herbert Marcuse
Suscribirse a:
Entradas (Atom)