La escritora francesa Marguerite
Yourcenar, en su magnífico libro "Memorias de Adriano", escribió: "Dudo de que toda la filosofía de este
mundo consiga suprimir la esclavitud, a lo sumo le cambiarán el nombre".
En la otra época de la esclavitud en Estados Unidos, a los esclavos nuevos, y mientras tanto no hubieran sido debidamente alienados y domesticados, se les ataba una bola negra de hierro muy irregular (no era una bola perfecta), con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón.
Los amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta, suena más bonito), le llamaban Black Berry (cereza negra) porque se asemejaba a dicha fruta.