
Productos como el petróleo, el cobre, la soja e incluso el
oro, entre muchas otras materias primas, no sólo son mercancías. Es decir, no
sólo son objetos que tienen un doble valor, de uso y de cambio, no sólo son
parte constitutiva fundamental del capital constante –es decir, de la inversión
capitalista-, sino que también son especial materia prima (valga la
redundancia) de la especulación financiera. Esto es, son mercancías
particulares que se comercian a futuro en mercados especiales. Las así
denominadas commodities son entonces mercancías cuyos precios no sólo están
sujetos a las determinaciones profundas de la formación del valor y los precios
de producción, no sólo están subordinados a los múltiples movimientos
superficiales del mercado, sino que también están particularmente expuestos a
los poderosos vaivenes de la especulación financiera. Todas estas
consideraciones son necesarias para empezar a hablar de los altisonantes
movimientos de los precios de las materias primas.