![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdN9xTKVkmJNxDIugVA2csn7BsvkQpvxtNV9LwzTSxBwKa1G5H1exsUJNyA65_T6xLxqb-ddNpWg3-soDxJV_Py_AdwHhyIlNxKWKzGFu5xsPVqg2qkQ6Sf5Q0VmAju3OBOBmfNkqnaHU/s1600/Jaque+a+la+Unasur+%E2%9C%86+%C2%A9+La+P%C3%A1gina+de+Omar+Montilla+3.jpg)
Con la derrota del ALCA en Mar del Plata (2005)
enmarcada en el fracaso del ensayo neoliberal en la región, el imperio activó
un plan B para recuperar la iniciativa política en su antiguo “patio
trasero”, cuando Latinoamérica y El Caribe ha venido adquiriendo mayor
peso, en un escenario geopolítico caracterizado por la merma progresiva de su
hegemonía global. Así lo evidencia la cada vez mayor presencia de China como
actor clave en el impulso de las economías de la región, bien sea como inversor
o como importador de materias primas, desplazando progresivamente a la UE y
EEUU de un mercado con más de 600 millones de personas que conforma la tercera
economía del mundo y el mayor reservorio de recursos naturales y
energético.