◆ “El ideal, al que
se dedicó un gigante del espíritu como Lenin, no puede ser estéril. El noble
ejemplo de su sacrificio, que será enaltecido por siglos, hará de ese ideal
algo todavía más elevado y hermoso” — Mahatma Gandhi
Olga Alímova / El hecho de que el fundador del primer
estado socialista en el mundo, Vladímir Ilich Lenin, siga más vivo que nunca,
queda demostrado al ver como su nombre sigue inquietando a muchos, incluso
después de tantas décadas. Ello está ante todo motivado por el hecho de que la
desigualdad entre clases, de la que hablaba Lenin, haya regresado de nuevo a
nuestras vidas. Un país tan grandioso como la URSS fue aniquilado gracias a la
traición de la élite gobernante, y pronto a nuestro léxico regresaron términos
como “clase” y “desigualdad entre clases”. Lo que significa que volvió la
explotación de los trabajadores.
Los actuales señores se “olvidan” de forma premeditada,
que su bonanza se la deben exclusivamente a todo lo que fue construido, creado
en un gran país, gracias a los ideales, las decisiones y el proceder de
Vladímir Ilich. Todo el éxito de los dueños de almacenes de abrigos de pieles,
de palacetes, yates y demás antojos de lujo cuyo precio equivale a un
apartamento en la capital, se asienta únicamente en el saqueo de la herencia
soviética. Pero las “lagunas de memoria” y su abierto antisovietismo de poco
les sirven: nunca han conseguido ni conseguirán borrar de la memoria popular al
fundador de un país tan grande como la URSS.