Bajo la lluvia @ Leonid Afremov |
El doctor Heinz Levi no era un clásico
sobreviviente del holocausto. Nada de
campos de exterminio, nada de número tatuado en el brazo. Incluso nada de campo de concentración.
El doctor Levi era un refugiado, y era mi padre.
Me parece que la mayor parte de su vida la vivió
en su carácter de refugiado, a pesar de que por supuesto él lo negaba. Sesenta años vivió en Israel, y a Israel
nunca vino. Nunca vino de verdad. Es cierto que en el día de la independencia
sacaba cuidadosamente la bandera del armario y la colgaba en el balcón. Es cierto que su vida acá fue bastante
buena. Pero en retrospectiva me parece
que nunca encontró acá su lugar. Él
incluso no trataba de revivir acá la Europa que dejó atrás, y dudo de que le
haya encontrado acá un reemplazo.
El traje y la corbata los guardó en el armario. Los reemplazó por los abultados pantalones
cortos en el agobiante verano. También
el latín que aprendió dejó atrás, con la excepción de un proverbio que solía siempre
repetirnos. Incluso el doctorado en
Leyes de la Universidad de Praga se quedó acá sin uso alguno.