Enzo Traverso | Hace 50 años, a algunas semanas de distancia
el uno del otro, dos figuras centrales de la cultura y del pensamiento
marxistas de este siglo encontraron la muerte *[1]: León Trotsky y Walter
Benjamin. El primero, exiliado en México, fue asesinado con un piolet por un
agente estalinista; el segundo se suicidó en Port-Bou, en la frontera española,
por temor a ser entregado a los nazis quienes acababan de ocupar Francia, la
tierra en que vivió desde su exilio después de 1933. No hay ningún azar en este
doble aniversario. Víctimas respectivamente del estalinismo y del fascismo,
Trotsky y Benjamin encarnan –en planos diferentes– la lucha por la utopía
comunista en medio de un mundo que marcha hacia la catástrofe; es por ello que
sus muertes se nos presentan cargadas de un fuerte valor simbólico.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
11/10/15
Walter Benjamin & Leon Trotsky: ‘Sobre una relación de afinidad electiva’
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Biografías,
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Walter Benjamin
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