Lo que estas señoras y señores nunca pudieron entender fue
la intensa lealtad, amor y afecto que él inspiró en las masas venezolanas, que
lo adoraban. Esta era la otra cara de la moneda del amargo odio de las clases
poseedoras. En esencia, esta polarización extrema de actitudes era un reflejo
de la polarización de clases en la sociedad concentrada en una sola persona.
A los ojos de las masas, Chávez representaba la revolución,
su propio despertar a la vida política, las batallas libradas durante más de
una década y que todavía están librándose, la sensación de que por primera vez
la gente trabajadora y los pobres estaban a cargo de la situación. Él era el
hombre que se plantó ante el imperialismo y la oligarquía y trató de crear una
sociedad mejor, más justa y más igualitaria.
El Chávez que conocí era un hombre de gran integridad
personal y energía sin límites. Una vez, cuando me pidieron reunirse con él a
la 1 de la madrugada en el Palacio Presidencial, le pregunté a qué hora
terminaba su jornada laboral y me respondió "a las 3 de la mañana". Y
dije: ¿Y después se va a dormir?" Me respondió con una amplia sonrisa: "No,
luego me pongo a leer".
De hecho, era un lector voraz. Tengo una fuerte sospecha de
que Chávez debe haber sido el único estadista en el mundo que leía libros. (Uno
apenas puede imaginarse a George W Bush leyendo incluso un cómic). Una vez me
dijo: "Me encantan los libros, todos los libros. Si son buenos libros me
gustan aún más. Pero incluso si son malos, me siguen gustando".
Por propia iniciativa del Presidente se imprimieron enormes
ediciones de libros como Don Quijote y Les miserables, que se distribuyeron a
millones de personas de forma gratuita. No es de extrañar que, bajo su
presidencia, UNICEF declarara a Venezuela libre de analfabetismo por primera
vez en su historia.
Y tenía valentía. El mundo entero recordará su discurso en
las Naciones Unidas donde, hablando después de George W Bush, dijo: "Ayer,
señoras, señores, desde esta misma tribuna, el señor Presidente de los Estados
Unidos, a quien yo llamo ‘el Diablo’, vino aquí hablando como dueño del
mundo".
La "prensa libre", naturalmente, se escandalizó
por este discurso, que nadie más que Hugo Chávez se hubiera atrevido a hacerlo.
Pero alegró los corazones de millones de personas que quieren ver a sus líderes
hacer frente a Washington y sus pretensiones imperialistas.
Hugo Chávez murió antes de completar la gran tarea que se
había impuesto a sí mismo: la realización de la revolución socialista en
Venezuela. Se realizaron reformas importantes que mejoraron las condiciones de
los pobres y les dieron esperanza para el futuro. Pero toda la historia
demuestra que es imposible hacer media revolución. Al no destruir el poder
económico de la oligarquía, la Revolución ha quedado a la merced de una campaña
sistemática de sabotaje económico que crea las condiciones para una ofensiva
contrarrevolucionaria.
Chávez siempre tuvo una enorme confianza en las masas. En
repetidas ocasiones atacó lo que llamó la burocracia contrarrevolucionaria. En
una ocasión el Presidente me invitó a unirme a él en su coche que pasaba a lo
largo de las calles llenas de seguidores entusiastas. Señalándoles, me dijo:
"Es hora de que esta gente tome el control de la Revolución". En su
último discurso publicado en el Consejo de Ministros mostró su impaciencia por
la lentitud del desarrollo de las Comunas como órganos de poder popular.
Ahora depende de los obreros y campesinos –la verdadera
fuerza motriz de la Revolución Bolivariana– llevar esta tarea a cabo hasta el
final. No hacerlo sería una traición a su legado. Lo que se necesita no son
discursos sentimentales, sino poner en práctica el programa socialista por el
que Chávez siempre abogó: la abolición del capitalismo a través de la
expropiación de los banqueros, terratenientes y capitalistas. Ese es el
auténtico legado de Hugo Chávez. Eso es por lo que hay que luchar para llevarlo
a cabo.
Hugo Chávez, el hombre, ya no está con nosotros, pero sus
ideas siguen viviendo. Nosotros nos comprometemos a hacer todo lo que esté a
nuestro alcance para intensificar la lucha por el socialismo en Venezuela y en
todo el mundo. Ese es el único camino a seguir; la única manera de honrar la
memoria de Hugo Chávez.
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