Atilio Boron | Hoy se cumplen tres años de la desaparición física de Hugo Chávez Frías, venezolano y latinoamericano como su numen político Simón Bolívar. Con su muerte, cada vez más sospechada de haber sido un homicidio biotecnológicamente planificado y ejecutado, se apagó el principal motor de los procesos de unidad e integración de los pueblos y estados que constituyen Nuestra América. Y como es sabido, si hay una constante en la política del imperio hacia estas zonas al Sur del Río Bravo es que todo intento de unión o integración debe ser combatido con total intransigencia. Washington ha sido invariablemente fiel a esta máxima desde los tiempos del Congreso Anfictiónico convocado por Bolívar en 1826 en la ciudad de Panamá, por entonces parte de la Gran Colombia creada por inspiración de aquél en el Congreso de Angostura en 1819. La Casa Blanca ha aplicado ese principio geopolítico desde entonces, independientemente del color político (o el de la epidermis) del ocupante de turno en la mansión presidencial. Lo estamos viendo ante nuestros propios ojos en estos días.