“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/7/13

Ortodoxos y heterodoxos | Ludovico Silva, filósofo de palabra clara y de efectos destructivos

Ludovico Silva
Óscar Olmedo Llanos  |  Hoy, muchos confunden la crítica teórica-ideológica con la disputa por espacios de poder. El llamado socialismo del s. XXI está caracterizado por una des-ideologización y ausencia de crítica teórica, por no contar precisamente con una teoría crítica. Por eso se inclina cómodamente a un tipo de disputa interna caracterizada por objetivos estrictamente partidario-mercantiles en el que todo es posible para posesionarse dentro su partido. En el mejor de los casos, cuando discuten determinados ítems de su programa de gobierno, los llaman seriamente discusiones “de fondo”, confundiendo explícitamente el sustento ideológico con la praxis cotidiana del aparato del poder. 

Diferente fue la postura adquirida por el anterior socialismo que inundaba las librerías con sus libros creativos, críticos, y en muchos casos con aportes necesarios a su teoría. Un caso del marxismo latinoamericano que tuvo un icono durante la década de los 70’ en Venezuela, fue el de Ludovico Silva, filósofo de palabra clara y de efectos destructivos sobre aquellos marxistas ortodoxos de aquellos años.

Desde su crítica heterodoxa, Ludovico escribió varios libros entre los que destacaba un tema para él siempre presente y desligado del tiempo: ‘Marx y la alienación’; otro muy importante con aportaciones precisas y un poco delante del marxismo europeo: ‘La plusvalía ideológica’. Sin embargo hay otro libro que fue una especie de texto urticante para la ortodoxia de aquellos momentos y cuyo título no sólo era sugestivo sino además incisivo: ‘Antimanual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos’, que alcanzó el Premio Literario Asociación Pro-Venezuela en 1974/75, donde delineaba la lucha teórica de la heterodoxia contra el marxismo ortodoxo afincado y petrificado en viejos partidos de carácter “marxista”.

El término “manual” hacía alusión a aquellos manuales marxistas que tanto daño hicieron, tanto a sus lectores como al propio Marx. Se trataban de una especie de Biblia para idiotas. Ludovico sostuvo que no sólo había que ir en contra de ellos, sino incluso en buscar una forma de escribir que no fuera manualesca, es decir, pueril, de redil y, más bien se pudiese encontrar formas libres de pensamiento tal como lo hiciera Marx, que para Ludovico representaba un pensador heterodoxo, pues toda su obra era ‘implacablemente crítica’. En su interioridad, Ludovico perseguía de alguna forma elaborar un Diccionario Heterodoxo del Marxismo, meta que no pudo lograrlo lamentablemente.


Los términos ‘ortodoxia y dogmatismo’, eran ejemplificados por Ludovico como las grandes catedrales o la Iglesia imponente edificada al interior de un marxismo que se iba anquilosando, convirtiéndose en uno de los grandes enemigos del pensamiento marxista y de su libre desarrollo crítico. Pero hacía una advertencia, no se trataba de un enemigo teórico en todo el sentido pleno de la palabra, pues en realidad un pensamiento dogmático en términos teóricos es ridículo, aunque indubitablemente era implacablemente un enemigo práctico, en el sentido de que esa es la palabra que le gusta a la masa a-crítica. 

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Sostenía que era el propio dogma el que concebía a la heterodoxia: “Ser heterodoxo no es violar un dogma. Ser heterodoxo es practicar un estilo de vida y de pensamiento que vayan en contra del orden establecido. Como me decía un poeta amigo: ‘lo importante no es cambiar, sino cambiar la manera de cambiar’. Lo importante –continuaba, no es cambiar a Stalin, sino cambiar la manera de cambiar a Stalin”.