Podríamos multiplicar los ejemplos y los nombres de los
pensadores que han procurado arrostrar el problema de los orígenes de la sociedad,
pero preferible es, como querría Gastón Bachelard, pensar en lo que hay y no
sólo en posibilidades convincentes. Poco importan los fatuos orígenes de una
sociedad, pero mucho importa su historia. La sociología, que
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
2/9/13
Vigilancia de las ciencias sociales
Eduardo Zeind Palafox
[Especial para
La Página] | Zenón, en célebre paradoja,
demostró la imposibilidad del movimiento. Kafka, según Borges, reeditó la
paradoja del antiguo pensador cortando páginas y capítulos de sus libros, que
no explican lo narrado o lo relatado con la minucia del historiador, del
tiempo. Los místicos judíos creían que jamás podríamos leer la página inicial
que el Verbo, consustancial (‘homoousios’) y apellidado por todas las cosas,
había escrito. En las Escrituras leemos que en los inicios de los humanos
tiempos todo era caos y que neblinas formaban la estructura del mundo. Santo
Tomás quiso demostrar que la creación del mundo a partir de nada era quimérica
ensoñación.
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