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Paula Bach |
Lordon le reconoce a Piketty, con cierta ironía, la virtud de haber
escrito un libro frente a la manía moderna de los economistas de no superar las
15 páginas del papper para revista
académica. Tampoco olvida reivindicar, como la mayoría de sus lectores y
críticos, la impactante cantidad y calidad del trabajo estadístico presente en
la obra. No obstante, Lordon dispara en primer término sobre la capacidad de
Piketty de no proporcionar la más mínima teoría sobre el capitalismo ni el más
mínimo proyecto de objetarlo en sus fundamentos, en un libro que lleva por
título “el capital”. Según el autor, esa notable capacidad, explica que tanto
Libération, como L’Obs, Le Monde, L’ Expansion, así como The New York Times,
The Washington Post, entre otros, hayan coincidido en una crítica tan
unánimemente favorable. Lordon anota correctamente que la acepción
“patrimonial” del capital a la que echa mano Piketty –ya criticada reiteradas
veces- entendida como “fortuna de los ricos”, tiene por objeto esquivar la
relación salarial como lo específico del modo de producción capitalista.