Este es mi sencillo homenaje al poeta Antonio Machado, cuyo tránsito vital fue fecundo. Murió en un pequeño pueblo francés llamado Collioure, huyendo de
"Se le vio, caminando entre fusiles, / por una calle larga, / salir al campo frío, aún con estrellas, de la madrugada. / Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos; / rezaron: ¡ni Dios te salva! / Muerto cayó Federico. / - sangre en la frente y plomo en las entrañas-. / ...Que fue en Granada el crimen / sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada..."
Sevilla lo vio nacer en 1875, en un paisaje que se permite describir así:
"Una larga carretera / entre grises peñascales, / y alguna humilde pradera / donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales. / Está la tierra mojada / por l as gotas del rocío, / y la alameda dorada, / hacia la curva del río."
Rubén Darío tuvo en él un buen amigo, como se colige de sus versos, como lo fue también de Juan Ramón Jiménez:
“Que en esta lengua madre la clara historia quede; / corazones de todas las Españas, llorad. / Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro, / esta nueva nos vino atravesando el mar. / Pongamos, españoles, en un severo mármol, / su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más: / Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo, / nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.”
En 1907 el poeta se traslada a Soria, donde conoció a Leonor, joven de 17 años con quien se casó en 1909. De Soria a París donde asistió a las clases del filósofo Henri Bergson, conocido por sus ideas sobre el tiempo y el recuerdo. En julio de 1911 regresaron a Soria. La causa: la enfermedad de Leonor, y un año después la muerte de su esposa lo que provocó una crisis tan profunda en el poeta, que le indujo a abandonar Soria para siempre.
“Es la tierra de Soria, árida y fría. / Por las colinas y las sierras calvas, / verdes pradillos, cerros cenicientos, / la primavera pasa / dejando entre las hierbas olorosas sus diminutas margaritas blancas. / La tierra no revive, el campo sueña. Al empezar abril está nevada / la espalda del Moncayo; / el caminante lleva en su bufanda / envueltos cuello y boca, y los pastores / pasan cubiertos con sus luengas capas.”
Antonio Machado era un ferviente republicano y demostró con su pluma su profundo rechazo al fascismo y al nazismo. Combativo y combatiente por
“La heroica y abnegada defensa de Madrid que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan
Al comenzar
"Yo voy soñando caminos / de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, / las polvorientas encinas!... / ¿Adónde el camino irá? / Yo voy cantando, viajero / a lo largo del sendero... / - la tarde cayendo está-. / "En el corazón tenía la espina de una pasión; / logré arrancármela un día: / ya no siento el corazón".
En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en Collioure:
"Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar."
Finalmente me limitaré a hacer unas recomendaciones bibliográficas que aparecen enumeradas al final de este texto, con la esperanza buena que han de servir de algo a alguien.
1. Biblioteca Virtual Cervantes
2. Wikipedia
4. Poemas de Antonio Machado I