Me reencontré con Aristóbulo el 28 de julio de 1998. Fue un día inolvidable, no sólo por aquella final del campeonato mundial de fútbol entre Francia y Brasil, sino porque precisamente ese día se fundó el POLO PATRIÓTICO, que fue el conjunto de personas, partidos y movimientos sociales que apoyamos la candidatura de Hugo Chávez a la presidencia de la República. Allí estaba un nutrido grupo de personas que tuvimos, vamos a decir la suerte, de apoyar aquella iniciativa que partiría en dos la historia contemporánea de Venezuela, es decir, del paso de la Cuarta a la Quinta República. Entre las personas que allí estaban, además del candidato Hugo Chávez, a quien las encuestas empezaban tímidamente a tomar en cuenta, se encontraba Aristóbulo Istúriz.
De verdad que la presencia de Aristóbulo, le dio un atractivo especial a esa reunión, y todo en medio de las expectativas que entonces teníamos. El candidato Chávez hizo una exposición inicial sobre las perspectivas que tendría el movimiento que entonces se inició y trazó las líneas estratégicas para el futuro, que resultaron proféticas. De esa reunión yo redacté el acta que recogió ese momento y de allí en adelante todas las demás, hasta la última a la que yo asistiera, antes de incorporarme a la Secretaría del Consejo de Ministros en 1999.
Durante toda la campaña, Aristóbulo se destacó por sus certeras opiniones, juicios mesurados y sobretodo por su tremenda capacidad de acción, interviniendo decididamente en las movilizaciones, que resultaron históricas en la reciente historia política del país, porque se efectuaron con la más grande escasez de recursos, pero con la más decidida participación de nuestro pueblo. Así lo vi yo, y así lo reconozco, sin demeritar la participación y empeño de los demás integrantes de la mesa directiva del POLO PATRÓTICO.
Aristóbulo siempre ha sido un hombre de calle, de permanente contacto con la gente, que sabe poner los oídos en la tierra y auscultar los sentimientos del pueblo. Por ello el 4 de febrero de 1992 estuvo en sintonía con la historia y no se equivocó.
Pero si es un hombre de calle, también es un hombre de Estado y su paso por el Ministerio de Educación sirvió para demostrarlo. Allí manejó con maestría las relaciones laborales, concretó en la práctica las directrices del Presidente Chávez sobre la Misión Robinson, escuelas y liceos Bolivarianos, etc.
Salió Aristóbulo del Gabinete del presidente Chávez, ahora está nuevamente en la calle, participando en la construcción del Partido Socialista --así a secas, como debe ser, porque nacerá y crecerá unido--, y a diferencia de casi todos los demás ex ministros, que se han hundido en el anonimato o en la ignominia, sale indemne de la Administración Pública, sin ningún señalamiento que mancille su hoja de servicios al país. Creo que ha obtenido la mejor recompensa que un político como Aristóbulo Istúriz pueda esperar.