Alberto Ruiz de
Samaniego | En
1913, Wittgenstein descubre Skjolden, un pueblo noruego junto al fiordo de
Sogne, al norte de Bergen. En ese tiempo, su necesidad de buscar la soledad es
muy intensa. Quiere estar lejos de Cambridge o Viena, de las obligaciones
sociales y los tributos que la vida académica y burguesa le impone. En
Skjolden, por tanto, podría al fin alcanzar a estar a solas consigo mismo, sin
sufrir la molestia de las visitas o el contacto con los demás; sin ocuparse de
ellos, sin ofenderlos.
En ese retiro podría obtener la anhelada serenidad. Al
llegar, por ejemplo, las fechas navideñas de ese año, Wittgenstein escribe en
su diario: “Por desgracia, debo ir a
Viena. (…) el pensamiento de ir a casa me aterra”. En realidad, él sólo
piensa en poder volver cuanto antes a su retiro: “Estar solo aquí me hace un bien infinito, y no creo que pudiera
soportar la vida entre las personas”. La semana antes de marcharse anotó: “Mis días aquí transcurren entre la lógica,
silbar, pasear y estar deprimido”. La aparición de la lógica no es en
absoluto casual: Wittgenstein está convencido, en ese momento, de que la
solución de los problemas de lógica está irreductiblemente unida a su propia
condición vital.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
23/4/15
Ludwig Wittgenstein en su cabaña | El engaño y el estilo
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Ludwig Wittgenstein
La liberación de los presos políticos, un paso necesario en el desescalamiento del conflicto armado en Colombia
Marino Canizales | Los enemigos
del proceso de paz y los diálogos en la Habana entre la guerrilla de las Farc y
el Estado colombiano, de tanto repetirlo dentro y fuera del país, amenazan con
convertir en verdad evidente un estribillo que sólo expresa una impostura: la
justicia alternativa es sinónimo de impunidad. Con su campaña mediática pretenden
ocultar esa, sí, una realidad lacerante: que la guerra es una fuente de
impunidad. Es el primado de la violencia y la consiguiente degradación del
tejido social la que hace posible toda clase de abusos y violación sin límites
de los derechos humanos. Por eso la derecha en sus diferentes expresiones le
teme al buen suceso de tales diálogos de paz. Le urge que la mesa de diálogo
fracase en el propósito de lograr un buen acuerdo de paz que haga posible la
superación del conflicto armado interno. Sigue anclada en el principio de la
centralidad de la cárcel y en los dogmas de la justicia retributiva, y
actúacomo tributaria fiel de la doctrina del derecho penal de enemigo, en la
cual se sustenta el derecho penal colombiano,concebido para ser aplicado dentro
de un estado de excepción permanente. Que ello es así, lo confirma el estatuto
conocido como Ley de Seguridad Ciudadana, aprobado en el primer gobierno de
Juan Manuel Santos.
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