“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

Mostrando las entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas

20/10/17

El último retrato de Oscar Wilde

Higinio Polo

De todas las fotografías que se conservan de Oscar Wilde, hay algunas que me parecen relevantes, o conmovedoras, conociendo el destino que le estaba reservado.

Una de esas imágenes está tomada en 1897, en el Palacio Real de Nápoles, y en ella vemos al poeta, gordo, tocado con bombín, perdida la distinción y la elegancia que persiguió durante toda su vida. En otra fotografía, disparada en el mismo Nápoles decadente, está sentado ante una mesa, con una botella de vino, y con su amante, lord Alfred Douglas, de pie, tras él, con la mano descansando en el hombro de Wilde. Todavía hay otra, impresionada en abril de 1900, que lo paraliza ante la estatua de Marco Aurelio, en el Campidoglio romano. Posa con bastón, un brazo en la cadera, simulando indolencia, tocado con sombrero, apenas seis meses antes de morir. Reparo ahora en que todas esas fotografías que creo conmovedoras están tomadas en Italia, y es probable que, para mí, su desdichada textura emane del recuerdo prestado que tenemos de los desolados días que la vida le había forzado a derramar, y cuyo ruido no podemos separar de los años de triunfo. Ese es, para mí, el último retrato de Oscar Wilde, el dandi caído que había tenido la insolencia de postular el socialismo.

3/3/17

Giorgio Agamben: el espíritu que vive

Giorgio Agamben ✆ Sébastien Plassard
José de María Romero Barea

El filósofo del siglo XXI ha de ser un orador dotado: tumultuoso, contundente, directo y paradójico. Debe escribir como habla. Giorgio Agamben (Roma, 1942) es un pensador así: su familiaridad con los clásicos filosóficos nos deja a veces con dificultades para respirar, pero ofrece a cambio un montón de líneas de actuación en forma de anécdotas, chistes y referencias inagotables a la cultura popular. Siempre logra redimirse a sí mismo, a ojos de sus admiradores, a pesar de arremeter contra el multiculturalismo, la tolerancia, el diálogo y otras “vacas sagradas” liberales. Se ha convertido en un santón de la (pos)modernidad: un ser cuasi-divino, a fuer de radicalmente terrenal.

8/12/16

‘El señor Presidente’, de Miguel Ángel Asturias, cumple 70 años

Miguel Ángel Asturias
Gastón Segura

Recuerdo haberla oído mencionar cuando todavía era un chicuelo de pueblo: El señor Presidente. No era un título de fácil olvido; tan solemne y retumbador, pero tan corriente y habitual como para quedarse en un hueco de la memoria sin saber quién lo pronunció. Aunque no sería hasta mis años de universidad cuando se convirtió en un jalón imprescindible y previo al primer café de la mañana o a ajustarme los vaqueros con los que pisar la calle. Por entonces, en España, teníamos tanto por leer que parecía que no hiciésemos otra cosa; hasta en el cine nos devanábamos las pupilas persiguiendo réplicas. Eran días cuando los libreros se afanaban por exhibir la última entrega de cuentos de Borges o aquellos tomazos de semiótica o las tremebundas relatorias del boom, tan insólitas e intrigantes que su castellano ponía un timbre nuevo a nuestras vidas. Pero he aquí que El señor Presidente ya estaba ahí, como algo ineludiblemente previo y monumental, y no sólo para nuestras andanzas de zascandiles, sino para el mismísimo y luminoso boom, aunque Miguel Ángel Asturias ya se hubiese muerto, casi de la mano de Pablo Neruda.

16/9/16

Rudyard Kipling, literatura y propaganda en la Gran Guerra


Rudyard Kipling ✆ Riccardo Vecchio
Ignacio Peyró 
 
Investido de nuevo Talleyrand, en algún momento de su edad provecta, el primer ministro Harold Macmillan dictaminó que quien no había conocido el mundo anterior a la Gran Guerra –simplemente– no había conocido la dulzura de vivir. Tal vez Macmillan fuera un hombre menos original que cultivado, pero el verano de 1914 –uno de los más hermosos de la historia de Inglaterra– parece darle la razón. Nos es fácil imaginarlo todavía: un tiempo manso y suave, entre casas de campo con praderas infinitas, regatas en Cowes, el brillo acharolado de las fiestas nocturnas y una sucesión de fresas y champán. El último fulgor de la Inglaterra eduardiana. De hecho, aquel verano del Catorce aún sangraría en la memoria de tantos muchachos que, desde el barro de Passchendaele o las trincheras del Somme, iban a cifrar en él la sugestión y la pérdida de la Inglaterra arcádica, añorada como el hogar primordial. En realidad, fue un verano de tanta excepción que Lloyd George tuvo muy a la mano el símil para declarar, ante las altas jerarquías de la City, que el cielo nunca había sido de un azul más perfecto en materia de asuntos exteriores. Apenas tres semanas después de sus palabras, comenzaba una guerra para la que no se iba a encontrar nombre más adecuado que “Gran Guerra”.

30/6/16

João Guimarães Rosa, otro gigante de la literatura brasileña

João Guimarães Rosa ✆ Baptistão
Ricardo Bada  

La literatura brasileña del siglo XIX la domina un gigante, Joaquim Maria Machado de Assis, un gigante que, al mismo tiempo, es una isla. En el siglo XX, esa isla deviene archipiélago, se le unen seis gigantes más: Euclides da Cunha, Graciliano Ramos, Nelson Rodrígues, Carlos Drummond de Andrade, Jorge Amado y João Guimarães Rosa. Y aparece también un islote  exuberante, producto de una erupción volcánico-creadora, avizorado por el intrépido explorador de territorios vírgenes Mário de Andrade, que lo llamó Macunaíma

Un inciso: No faltarán entre ustedes los conocedores de la literatura brasileña que se estén preguntando si no me olvido de Clarice Lispector. No la olvido, pero a mí me parece –muy a contrapelo del consenso casi unánime, para el cual Clarice es una escritora cuyos cuentos pueden equipararse a los de Guimarães Rosa– que en el panorama de los siete gigantes de que hablo, ella no tiene sitio. Con toda seguridad es bastante posible que me equivoque, pero creo que está sobrevalorada literariamente en función de criterios extraliterarios. No obstante, quede constancia de la existencia de ese consenso y de mi modesta opinión en contra. Y con ello cierro el inciso.

Todos y cada uno de los siete gigantes de que hablé merecen una atención que con frecuencia le ninguneamos al Brasil, sin que jamás haya logrado querer (porque poder sí puedo) entender el por qué. Si aquí me concentro en Guimarães Rosa se debe a la ocasión de rememorarlo que nos ofrece el centenario de su nacimiento. Pero no olvidemos a los otros: sus tallas ciclópeas configuran en el mapa de la literatura latinoamericana una especie de Isla de Pascua, y en rigor les deberíamos dedicar un par de minutos de esta charla.

11/6/16

La relación locura-literatura según Michel Foucault

Patricia Zamudio

En el presente trabajo  trataremos de abordar la relación entre locura y literatura que ha establecido Michel Foucault, necesitando para ello hacer una revisión de su pensamiento, por ello, en la primera parte se hace un breve recorrido por las ideas más sobresalientes al respecto. La segunda parte presenta una exposición del texto “La locura, la ausencia de obra”, para finalmente recoger en la última parte las conclusiones del trabajo.

Foucault (1926-1984)  se ha configurado como un pensador de suma importancia no solamente en el ámbito filosófico, también es un referente en otros campos del conocimiento: psicología, historia, política, por mencionar algunos. De sus datos biográficos Minello Martini (1999) menciona que nació en el seno de una familia burguesa en Francia en el año de 1926. Entre los movimientos socio-políticos entre los que se desenvuelve su vida se encuentran: la coalición de partidos políticos de izquierda, la Guerra Civil Española, los conflictos de su país con Alemania por los territorios fronterizos de Alsacia y Lorena, así como la Segunda Guerra Mundial. También hace notar que predominan en el ambiente filosófico en los años que van del 45 al 60  las fenomenologías y el hegelianismo y a partir del 60 hay un predominio del estructuralismo, además permeaba en el ambiente el legado de Kant, así como el de Descartes.

25/9/15

Los dibujos de Victor Hugo

 “Para pintar una batalla, se necesita uno de esos pintores poderosos que tenga algo del caos en el pincel” Victor Hugo
Victor Hugo ✆ Gilbert Stuart
 
Alberto Ruiz de Samaniego   |   En Victor Hugo, la meditación es siempre líquida. Situado en la estela de Nerval, el ensueño en él no hace más que derramarse como fluido eruptivo sobre la vida cierta o visible. “Bajo algunos soplos violentos del interior del alma”, escribe Hugo, “el pensamiento se convulsiona, se eleva, y de él sale algo parecido al rugido sordo de la ola” (El hombre que ríe, IV, 1). Océano o caos, las salvajes oscilaciones de la naturaleza aparecen aquí como estados de la mayor profundidad de la conciencia, en esa suerte de analogía universal que caracterizó el concepto romántico de la poesía, ya desde los alemanes[1]. Por eso la contemplación, la observación de un paisaje, por ejemplo, deviene siempre abandono o hundimiento en una insondable condición interior del hombre, que, por supuesto, ya no le pertenece.

Hay siempre algo inhumano en los dibujos de Hugo. O a-humano: es la fuerza del universo, el arrastre de los elementos, la plenitud de una multiforme presencia cósmica que se hace visible en una correspondencia espiritual tan sombría como inhóspita. Imagen-turbulencia, abertura temible que fascina y espanta entre el afuera del hombre y su alma pre-consciente; expresión de una fuerza vital, con toda su potencia y aspereza, que sobrepasa en mucho cualquier medida humana[2]. Pues “la geometría engaña: sólo el huracán es verdadero” (Los miserables II, I, 5).

4/9/15

Antón Chéjov en la isla de Sajalín

Sajalín es una larga isla rusa de mil kilómetros situada al norte del Japón, mayor que Bélgica y Holanda juntas, con más de tres mil kilómetros de costas

Higinio Polo   |   Antón Pávlovich Chejov sólo vivió cuarenta y cuatro años, por una tuberculosis que lo llevó a la tumba, pero nos ha dejado delicadas estampas de la Rusia de su tiempo, desgarradores relatos sobre la ferocidad de su siglo, piezas teatrales conmovedoras y una comprensiva mirada sobre la gente que intentaba vivir bajo un imperio extenuado y unas décadas sin apelación, intentando capturar la vida que, según él, autores como Ibsen desconocían. Su abuelo fue un mujik que había comprado su propia libertad, y Chéjov nació y creció en Taganrog, en el mar de Azov, como Sedov, el explorador ruso del Ártico. A Antón Pávlovich le gustaba caminar por las praderas que habían recorrido los escitas, tierras llenas de hierbas olorosas, ruda, ajenjo y vendaval; descansar en los trigales, soñar el mundo subido a alguno de los carros de bueyes que utilizaban los campesinos, y navegar por las aguas perdidas del Azov. Era un hombre paciente, aunque poco inclinado a la veneración acrítica del pueblo ruso, a las austeras ideas tolstoianas; por eso, escribió: “algo me dice que hay más amor a la humanidad en la energía eléctrica y la máquina de vapor que en la castidad y la negativa a comer carne”. Hasta 1879 no se trasladó a Moscú. Era un joven de diecinueve años que empezaba a estudiar medicina, y que, después, comenzó a escribir relatos para ganar algunos rublos.  

28/8/15

Palabra de Cesare Pavese

Cesare Pavese ✆ A.d.
Rodolfo Alonso   |  Piamontés universal, Cesare Pavese es sin duda uno de los más significativos escritores italianos del siglo XX. Nacido el 9 de septiembre de 1908 en el medio campesino de Santo Stefano Belbo, hijo de un secretario de juzgado en Turín, iba a concluir poniendo fin a su vida (“Palabras no. Un gesto. No escribiré más”, son las líneas finales de su indeleble diario, El oficio de vivir), en un cuarto de hotel en Turín, el 27 de agosto de 1950. Esa vida y esa obra se irían cubriendo (y los argentinos fuimos tal vez de los primeros en percibirlo fuera de Italia) de significados a la vez entrañables y nítidos, donde conviven voces ancestrales y moderna lucidez, cuya riqueza, perfección formal, perdurabilidad y resonancia permiten considerarlo un auténtico clásico.

Dueño de una apasionada inteligencia, una bella sensibilidad y una indomable voluntad de raciocinio, en pocos como en él se reunieron en su época, a la vez como evidencia estética y como testimonio intelectual, por un lado la entereza de un humanismo capaz de pensar y de intentar un mundo para todos (“en medio de la sangre y el fragor de los días que vivimos va articulándose una concepción distinta del hombre. El hombre nuevo será puesto en condiciones de vivir la propia cultura y de reproducirla para los otros, no en abstracto, sino en un intercambio cotidiano y fecundo de vida”). Junto a ello, la devoción por una belleza que no se niega a ninguna verdad, por aparentemente oscura que parezca (“La fuente de la poesía es siempre un misterio, una inspiración, una conmovida perplejidad ante lo irracional, tierra desconocida”). En esa tensión, que no supo dejar fuera a su propia vida, alcanza una hondura y calidad especialmente tocantes. Y aunque el suicidio parece constituir el broche de la angustia, una tozuda, lúcida y fecunda voluntad de vida, de belleza y de trabajo emerge limpiamente de sus palabras.

18/6/15

K de Kafka

Alejandro Campos   |   Quizás la obra de Kafka sea una de las más ricas y más comentadas de la literatura del siglo XX. A lo largo de los años, gracias a la (feliz) desobediencia de su íntimo amigo Max Brod, quien desoyó la voluntad testamentaria de Kafka que demandaba la destrucción de sus escritos, se han multiplicado las interpretaciones en torno a la obra del escritor checo. Desde el psicoanálisis a las interpretaciones religiosas, el abanico de lecturas ha sido tan prolífico como su obra. 

La ley, la culpa, la burocracia, la figura del padre, la animalidad, son todos temas que rondan la obra de Kafka y que han interesado a los más destacados pensadores y corrientes de pensamiento del siglo XX. La carta al padre ha sido el deleite de psicoanalistas, tal como El Proceso o la famosa parábola Ante la ley han sido materia de discusión en torno al derecho y a la burocracia.

4/6/15

La soledad como disidencia de la vida – Fernando Pessoa: el heteronimismo, ‘drama em gente’

Fernando Pessoa
✆ Hugo Enio Braz
Presumo ante mí mismo de mi disidencia de la vida.[1] (Libro del desasosiego (Bernardo Soares-Fernando Pessoa)
Otra vez te vuelvo a ver / Pero, ay, ¡a mí no me vuelvo a ver! / Se partió el espejo mágico en el que me volvía a ver idéntico, /  Y en cada fragmento fatídico sólo veo un pedazo de mí; | ¡Un pedazo de ti y de mí! (Lisboa revisitado [2]. Álvaro de Campos-Fernando Pessoa)

Ana Martínez Pérez-Canales & Mariano Hernández Monsalve   |  Podemos esbozar una biografía de Fernando Pessoa al uso y contar su vida: nace en Lisboa en 1888, queda huérfano de padre a los 5 años, en 1896 se traslada a vivir a Durban (África) con su madre –una mujer muy culta– y su padrastro, allí aprende el inglés perfectamente. (Y aquí habría que hacer una parada larga para pensar en un Pessoa que nunca menciona África en sus escritos)[3]. Regresa a Lisboa en 1905 para quedarse definitivamente: despreciaba la idea de viajar. Convivió un tiempo con una abuela loca –la abuela Dionisia– y siempre temió por una locura hereditaria[4]. Podemos dar noticias también de que, a los diecinueve años, montó una imprenta y fracasó, de que trabajó de empleaducho para distintas casas comerciales dedicadas a la exportación e importación, y de que vivió la mayor parte de su vida en habitaciones alquiladas.

23/4/15

Ludwig Wittgenstein en su cabaña | El engaño y el estilo

Alberto Ruiz de Samaniego   |   En 1913, Wittgenstein descubre Skjolden, un pueblo noruego junto al fiordo de Sogne, al norte de Bergen. En ese tiempo, su necesidad de buscar la soledad es muy intensa. Quiere estar lejos de Cambridge o Viena, de las obligaciones sociales y los tributos que la vida académica y burguesa le impone. En Skjolden, por tanto, podría al fin alcanzar a estar a solas consigo mismo, sin sufrir la molestia de las visitas o el contacto con los demás; sin ocuparse de ellos, sin ofenderlos.

En ese retiro podría obtener la anhelada serenidad. Al llegar, por ejemplo, las fechas navideñas de ese año, Wittgenstein escribe en su diario: “Por desgracia, debo ir a Viena. (…) el pensamiento de ir a casa me aterra”. En realidad, él sólo piensa en poder volver cuanto antes a su retiro: “Estar solo aquí me hace un bien infinito, y no creo que pudiera soportar la vida entre las personas”. La semana antes de marcharse anotó: “Mis días aquí transcurren entre la lógica, silbar, pasear y estar deprimido”. La aparición de la lógica no es en absoluto casual: Wittgenstein está convencido, en ese momento, de que la solución de los problemas de lógica está irreductiblemente unida a su propia condición vital.

21/2/15

Carlos Noguera se fue a volar en la noche y sus cristales de estrellas

Carlos Noguera ✆ Iván Lira
Daniela Saidman   |  Escritor, sicólogo y docente este hombre que supo contar grandes historias donde el ser humano, sus relaciones, pasiones y sueños fueron protagonistas se adentró ya para siempre en la larga calle de una noche que lleva desde ahora su nombre.

En 2005 Carlos Noguera (Tinaquillo, estado Cojedes, 1943) publicó la novela Cristales de la noche. La editó Alfaguara y lamentablemente no la tenemos en la actualidad a disposición en Venezuela, aunque fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2007. Él mismo contó en una entrevista publicada en marzo de 2014 en Todosadentro, que es precisamente el libro que quisiera que se agotara en la Filven (Feria Internacional del Libro de Venezuela), justamente el que no está. Hasta ahora no fue reeditada (la novela), porque haciendo gala de su personalidad de quijote amorosísimo fue incapaz de hacerla llegar a una editorial del Estado cumpliendo él funciones en Monte Ávila Editores como presidente de una de las editoriales más importantes del país. Y es que hay hombres así. Pocos tal vez, pero son los que alumbran el futuro con su vocación de ángeles terrestres.

14/2/15

César Vallejo no escampa todavía

César Vallejo
Walter Toscano
Reinaldo Spitaletta   |   Hoy tengo ganas de vallejar; de hundirme en las palabras del poeta del desgarramiento interior, del hombre que asumió -en beneficio de la poesía- la cultura del sufrimiento. Siempre me ha parecido que alguien que escribe debe poseer (¿padecer?) soledades, una especial dosis de angustia, alguna melancolía. Debe tener lluvias en sus adentros. Tempestades. Y, en contraste, fuegos. Que le quemen las entrañas. Que lo obliguen a decir. A granizar palabras. Hielo y llama arden. Bien lo decían los guaraníes: “las estrellas son fuegos helados”.

César Vallejo, el que nació “un día en que Dios estuvo enfermo” (16 de marzo de 1892), en Santiago de Chuco, sierra peruana, es un poeta múltiple: de la desesperación y el sosiego; de la luz y la ausencia de sol; del ser y la nada. Del despojo. Origen modesto el suyo, sin abundancias. Con ancestros indígenas y sacerdotales. El menor de una familia de once hijos. ¿Tienen estos datos alguna importancia? No sé. Era indeciso en sus gustos académicos: le gustaba la medicina, pero se licenció en Letras con una tesis sobre el romanticismo en la poesía castellana. Empezó Derecho y terminó como maestro de escuela. Tal vez los poetas son así: frágiles en sus determinaciones.

8/1/15

Clarice Lispector, ave fénix de la literatura brasileña

Clarice Lispector Joao Bosco
Ana Márquez
Clarice Lispector era reacia a aparecer en público. Su timidez se lo impedía, detestaba las entrevistas: “Cuando empiezan a hacerme muchas preguntas complicadas, me siento como un ciempiés al que un día preguntaron cómo no se confundía al andar con cien pies. Él quiso demostrar su técnica y acabó olvidando lo que sabía. A mí también me da miedo esto”, explicó a un periodista del Jornal do Brasil en 1971.

Concedió una última entrevista para la televisión en 1977. Sentada en un sillón orejero de cuero marrón, rígida e incómoda, humedecía los labios con la lengua mientras la atmósfera diáfana se velaba de vez en cuando por el humo del cigarrillo que fumaba. Con el bolso en el regazo, sacaba una caja de cerillas, cogía otro cigarrillo, lo ponía en su boca, prendía la cerilla, aspiraba. Respondía absorta –en su mundo, con la mirada en el infinito– a las preguntas del periodista Júlio Verner, entre silencios pausados, pensativos. En los minutos finales la escuchamos responder: “Bueno, yo ya estoy cansada y muerta. Pero espero resucitar. Estoy hablando desde mi tumba”. La entrevista fue emitida después de su muerte, a finales de febrero de aquel año, por un canal TV de São Paulo.

8/12/14

Los lectores póstumos de Julio Cortázar

De las 12 mil páginas de que consta la obra de Cortázar, menos de la mitad corresponde a sus cuentos, novelas, poemas y ensayos: la mayoría está compuesta de cartas, textos misceláneos, pedacería... ¿Y si solo esto sobreviviera en el futuro?
Néstor García Canclini
Julio Cortázar ✆ Oliver Flores
A partir del año 2030 hubo un enérgico desarrollo de la arqueología literaria. Lo incitó la dificultad de investigar la literatura de las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI con métodos historiográficos. La venta de casi todas las editoriales a emporios mediáticos y a tiendas de internet, como Amazon, fue descatalogando miles de títulos porque su ritmo de salida no era competitivo. No solo se guillotinaban los libros perezosos; también los archivos de las editoriales adquiridas, los estados contables, las referencias a autores y libreros. Aun de los escritores que persistían en los catálogos era indiscernible cómo habían construido sus obras.

4/11/14

Los lápices de Máximo Gorki | Los guardaba porque le recordaban los lejanos días en que aprendió a leer

Máximo Gorki
Mikhail Nesterov

Higinio Polo
Malaya Nikitskaya es una calle tranquila, con fincas arboladas, hasta donde, en ocasiones, se acercaba Stalin en los primeros años treinta. La casa del número 6, justo en la esquina con Spiridónovka, se halla frente a una iglesia que muestra en su fachada un pórtico neoclásico, de columnas corintias y paredes amarillas. La finca tiene un arco de entrada y un muro bajo culminado por una reja modernista, que, como el resto de la casa, fue ideada por el maestro del modernismo ruso, Fiódor Shéjtel. Fue la mansión de un banquero, Stepan Riabushinski, y, tras la revolución bolchevique, instalaron aquí la editorial del Estado, Gosizdat, y se fundó la Unión de Escritores de la URSS.
 
Es el lugar donde Máximo Gorki vivió sus últimos cinco años de vida: se encuentra en el barrio de Tverskaya de Moscú. Aquí lo visitaban dirigentes revolucionarios, poetas, ráfagas perdidas de su dura juventud, y vinieron a verle Romain Rolland y Bernard Shaw, y escribió La vida de Klim Samguin, cuando ya su vida era como un vapor renqueante avanzando por el Volga. Cuando se instaló en ella, en 1931, era ya un hombre mayor: tenía 63 años, pero eso no le impidió convertir su casa en uno de los centros culturales más relevantes del Moscú revolucionario. Allí se guardan ahora sus libros, sus papeles, las carpetas que acumuló al final de su vida. Aquí recibió Gorki a Stalin, Voroshílov y Kaganovich, en 1932, cuando todavía nadie esperaba los lutos y el escalofrío de una nueva guerra.

23/10/14

Patrick Modiano, un Nobel para la memoria y la indagación


Patrick Modiano
Niklas Elmehed
Fernando Castillo
A Patrick Modiano la Academia Sueca le ha hecho un regalo anticipado en forma de Nobel por sus próximos setenta años, que cumplirá en el mes de julio de 2015, aunque quizás al escritor de la rue Bonaparte, nacido en Boulogne Billancourt, el galardón le resulte algo envenenado por lo que pueda tener de turbador de una vida recogida. Un premio que se otorga desde Estocolmo esta vez a un autor que no tiene pasaporte raro, ni siquiera syldavo o bordurio, ni escribe en idiomas que solo dominan admirables entregados a su literatura o audaces exploradores conocedores de geografías perdidas, pero al que se le puede considerar un tanto atípico. Incluso más que a su antecesor francés en el galardón, Jean-Marie Le Clézio, pues dista de ser eso que se puede designar como un escritor conocido.

En alguna ocasión ya hemos dicho que la crítica habitual que se lanza contra Modiano, además de la de ser un autor de culto, es la de ser escritor de un único libro, que es precisamente lo que atrae de su obra, lo que la convierte en un modelo de búsqueda e interpretación de la identidad propia y del mundo cercano. Se trata de una obra compuesta hasta la fecha de veintinueve títulos, incluida la novela aparecida el pasado viernes 3 de octubre, y que según Javier Goñi ocupan metro y medio de anaquel, que a veces dan la sensación de ser otros tantos capítulos de un solo volumen. Un solo libro, quizás sí, escrito a lo largo de casi cincuenta años, en el que aparecen una serie de asuntos que vuelven de forma recurrente envueltos en la evocación de ambientes y de personajes sin aparente importancia, en los que el claroscuro desenfoca la realidad o la ficción, nunca se sabe, y en los que siempre predomina un aliento lírico inaprensible.

16/10/14

El dilema de Marcel Proust o el paseo de los sabios | Un ensayo sobre el paseo en la historia y la literatura universal

Marcel Proust
Richard Lindner
“En el curso de mi vida me he encontrado sólo con una o dos personas que comprendiesen el arte de caminar, esto es, de andar a pie” | H. D.Thoreau
“El viajero tiene su filosofía de andar, que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer” | C. J. Cela
Marche ou crèveLema de  la Legión Extranjera 
Javier Mina
Cuando Henry David Thoreau escribe en 1861, un año antes de su muerte, el relato Caminar, no quiere, decididamente no quiere que el paseo se tome meramente como un ejercicio físico: “La caminata de la que yo hablo no tiene nada que ver con hacer ejercicio, como suele decirse –como si se tratara de un enfermo que toma su medicina a horas fijas, o alguien que levanta pesas–, sino que es la empresa y la aventura del día en sí. Si queréis hacer ejercicio, id en busca de los manantiales de la vida. Pensad en un hombre que levanta mancuernas para mantenerse sano, mientras en las lejanas praderas surgen a borbotones los manantiales sin que él vaya a buscarlos”.

1/5/14

La irrelevancia histórica de la novela posmoderna

Miguel Manzanera  |  El posmodernismo ha sido la forma cultural de la última fase del desarrollo capitalista –denominado capitalismo tardío por Ernst Mandel-, que comenzó hace ahora unos 50 años cuando la revolución informática se instaló en el tejido productivo de la civilización contemporánea. Esa transformación tecnológica se convirtió en un hecho decisivo de las últimas décadas al favorecer la pervivencia del capitalismo, mediante un incremento impresionante de la productividad industrial. Esto se ha traducido por el triunfo del neoliberalismo con el aumento de los desequilibrios sociales, nacionales e internacionales, y el retroceso de la política socialista y de las posiciones políticas de la clase obrera a nivel mundial.
 
En el plano cultural, esos acontecimientos se han traducido por una cultura hedonista, fuertemente impregnada por el individualismo, y una actitud escéptica sobre los valores y sobre la racionalidad de la acción humana. Ahora que la crisis económica ha demostrado las fisuras del orden social así constituido, parece necesaria una reflexión sobre este periodo histórico, para reorientar la acción política en un sentido más adecuado a las aspiraciones humanas.