Juan Carlos Meana
El trabajo del escultor Alberto Giacometti
(1901-1966) es conocido por sus figuras filiformes en un deambular
solitario por el espacio, también por la sensualidad y ligereza de sus
esculturas del periodo surrealista o por la obsesión en trabajar los
rostros queriendo encontrar ese ser universal que contenga toda suerte
de fisionomías, desarrollado más intensamente en su último periodo. La
exposición que podemos visitar en Londres sobre su trabajo nos invita a
contemplar una importante cantidad de obras, más de doscientas, entre
las cuales debemos inmiscuirnos escuchando y participando del susurro
que nos transmiten.
Alberto Giacometti nace en Bregaglia, en el cantón italiano de Suiza.
Era el hijo mayor de Giovanni Giacometti, un pintor postimpresionista, y
Annetta Giacometti-Stampa. Creció en el medio rural pero familiarizado
con la creación artística a través de las pinturas del padre, libros y
periódicos de arte. Este será el ambiente en el que comienza sus
primeros contactos con la práctica del dibujo. Se traslada a París en
1922 donde tiene su primer acercamiento a los artistas cubistas y el
surrealismo. Aunque estará interesado en la experiencia de ambos
movimientos, su actividad artística se centrará en observar directamente
el modelo, con el que trabajará, de manera intensa, a partir de su
regreso a París desde Ginebra, una vez finalizada la Segunda Guerra
Mundial, en 1945.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
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17/8/17
Los huérfanos de sombra. En torno a las figuras de Alberto Giacometti
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Alberto Giacometti,
Arte Moderno,
Reseña
11/3/17
‘Rescate al amanecer’, a una década de su estreno — Fuga existencialista, por una nueva racionalidad
Luis Carlos
Muñoz Sarmiento
Vietnam,
1965. Rescue Dawn o Rescate al amanecer, del alemán
Werner Herzog (n. Werner Stipetic, Münich, 1942), podría pertenecer al género
guerra como al drama existencial o al thriller psicológico. En
efecto, la historia real del piloto germano Dieter Dengler quien luchando a
nombre de EE.UU en Vietnam se accidentó en su avión Douglas A-1 Skyraider y
cayó en manos de guerrilleros de Laos, fue llevado luego a un campo de
prisioneros de guerra y por último en compañía de unos pocos huyó es un filme
anti-bélico como otro de corte existencialista o psicológico. Tras superar
grandes escollos, logró ser rescatado por un helicóptero y regresar con vida al
hospital Danang (no propiamente para ser felicitado), por último “secuestrado”
y llevado a su portaaviones. El filme se inicia a bordo del U.S.S. Ranger,
Golfo de Tonkin, un episodio manipulado por EE.UU para justificar su invasión a
Vietnam. En efecto, la Resolución del Golfo de Tonkin (oficialmente Southeast Asia Resolution, Public Law 88-408)
fue emitida por el Congreso el 7 agosto 1964: autorizaba al Presidente Johnson para
actuar de manera integral e irresponsable contra la República Democrática de
Vietnam Norte, a la cual acusaba de agresiones en contra de naves gringas en el
lugar que da nombre a la resolución. Esta es de importancia histórica porque
autorizó al presidente, sin una declaración formal de guerra por el Congreso,
para usar fuerza militar en el sudeste de Asia. Documentos recientemente
desclasificados proporcionaron todavía más pruebas de que el Gobierno Johnson
fingió el incidente para intensificar la Guerra. Un informe de la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA, en inglés) concluye: “Esa noche no ocurrió ningún ataque” al portaaviones USS
Maddox.
5/3/17
El fundador, película de nuestro tiempo: el capitalismo como entretenimiento
Tim Lott
Esta semana fui a ver El fundador [The Founder], una película nueva sobre el hombre que se encuentra en el origen del imperio McDonald’s de comida rápida. A Michael Keaton se le pronostica un Oscar por su retrato de Ray Kroc, que convirtió a los volteahamburguesas McDonald’s, con su único local de San Bernardino (California), en una historia de éxito global. El film tiene un 80% de aprobación en la página digital de reseñas agregadas, Rotten Tomatoes [célebre página norteamericana de crítica cinematográfica popular y periodística], un reparto de oro macizo y destacados valores como producción – y yo la he odiado más que cualquier otra película de la que tenga memoria.
Representaba
algo que nunca había visto antes en pantalla (fuera de United Passions, [de
Frédéric Auburtin, 2014], la ridícula hagiografía del entonces presidente de la
FIFA, Sepp Blatter): la completa penetración de los valores empresariales en la
cultura convencional. Para quienes no la hayan visto, El fundador nos cuenta cómo Kroc,
vendedor de cachivaches fallidos y estafador, se encuentra con el restaurante
original de McDonald’s, gestionado por dos hermanos adorables y rústicos, Rick
y Maurice McDonald. Kroc comenzó a otorgar franquicias de la marca y acabó
traicionando a los hermanos, que seguían insistiendo en virtudes a la antigua
como la calidad.
Esta semana fui a ver El fundador [The Founder], una película nueva sobre el hombre que se encuentra en el origen del imperio McDonald’s de comida rápida. A Michael Keaton se le pronostica un Oscar por su retrato de Ray Kroc, que convirtió a los volteahamburguesas McDonald’s, con su único local de San Bernardino (California), en una historia de éxito global. El film tiene un 80% de aprobación en la página digital de reseñas agregadas, Rotten Tomatoes [célebre página norteamericana de crítica cinematográfica popular y periodística], un reparto de oro macizo y destacados valores como producción – y yo la he odiado más que cualquier otra película de la que tenga memoria.
English |
Los bolcheviques toman el poder — Alexander Rabinowitch
Lenin ✆ Vladimir Serov |
La
editorial La Fabrique acaba de publicar “Les
Bolcheviques prennent le pouvoir”*, aparecido inicialmente en inglés en
1976. Este libro de Alexander Rabinowitch tiene el enorme mérito de restituir
lo que fue realmente la Revolución rusa en Petrogrado, entonces capital de
Rusia y sobre todo epicentro de la revolución: un movimiento de insubordinación
generalizada en que las clases dirigentes se mostraban incapaces de imponer su
dominación como antes y en que las clases subalternas ya no consentían esa
dominación (la definición por antonomasia de una “crisis revolucionaria” según
Lenin), y al mismo tiempo un momento de aceleración y de bifurcación políticas,
cuyas consecuencias serán ingentes a escala mundial.
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Historia,
Lenin,
Reseña,
Revolución soviética
20/2/17
La La Land: A Leninist Reading
Slavoj Žižek
Among
the PC reproaches to Damien Chazelle’s La
La Land, the one that stands out for its sheer stupidity was that there are
no gay couples in the film which takes place in LA, a city with a strong gay
population… How come those PC Leftists who complain about the
sub-representation of sexual and ethnic minorities in Hollywood movies never
complain about the gross misrepresentation of the lower class majority of
workers? It’s OK if workers are invisible, just that we get here and there a
gay or lesbian character…
I
remember a similar incident at the first conference on the idea of Communism in
London in 2009. Some people in the public voiced the complaint that there was
only one woman among the participants, plus no black person and no one from
Asia, to which Badiou remarked that it was strange how no one was bothered by
the fact that there were no workers among the participants, especially given
that the topic was Communism.
And,
back to La La Land, we should
bear in mind that the movie opens up precisely with the depiction of hundreds
of precarious and/or unemployed workers on their way to Hollywood to search for
a job that would boost their career. The first song (“Another Day of Sun”)
shows them singing and dancing to make the time pass while they are stuck in a
highway traffic jam. Mia and Sebastian, who are among them, each in his/her
car, are the two who will succeed—the (obvious) exceptions. And, from this
standpoint, their falling in love (which will enable their success) enters the
story precisely to blur in the background the invisibility of hundreds who will fail,
making it appear that it was their love (and not sheer luck) which made them
special and destined to success.
19/2/17
El joven Karl Marx: Una historia inteligente de amistad comunista
Peter Bradshaw
Raoul
Peck es el cineasta haitiano con una candidatura al Oscar este año por su
documental I Am Not Your Negro sobre
[el escritor afronorteamericano] James Baldwin. Acude ahora a Berlín con este
drama histórico correoso y de intensa concentración, inflexiblemente
intelectual, escrito en colaboración con Pascal Bonitzer, sobre el nacimiento
del comunismo a mediados del siglo XIX. Y nos ofrece una sensación real de lo
que significaba la política radical: hablar. Hablar, hablar y más hablar. Debería
ser tedioso, pero no lo es. El espectáculo de gente ferozmente enojada que
habla de ideas se vuelve de algún modo absorbente y hasta apasionante.
Pese
al título, no se trata exactamente del joven Karl Marx, más tiene que ver con
el “bromance” [término para describir
una película de estrecha amistad entre dos hombres] con el joven Friedrich
Engels. Dada la poderosa presencia de Jenny, la mujer de Marx, casi amenazan
por un microsegundo en convertirse en los Jules et Jim de la Izquierda
Revolucionaria. Peck se guarda su mayor broma, o coup de cinéma, para el mismísimo final. Después de toda una
película austera presentando hombres con sombrero de copa y bigotes de
patillas, los títulos de crédito de cierre estallan en un estrepitoso y hasta
eufórico montaje de acontecimientos políticos del siglo XX – el Che, el muro de
Berlín, Ronnie y Maggie, Nelson Mandela, el movimiento “Occupy” – con
acompañamiento de Bob Dylan. Nada de Stalin o de Lenin o de gulags o de Erich
Honecker en el montaje, con todo.
17/2/17
Lucha de clases en la pantalla chica
◆ Olvidada por 45 años, Ocho horas no hacen un día
quizá sea la primera, sino la única, telenovela de inspiración marxista de la
TV occidental, en la que Fassbinder aprovechó las posibilidades del medio para
hablar de la clase trabajadora.
Luciano Monteagudo
Luciano Monteagudo
A
comienzos de 1972, Rainer Werner Fassbinder tenía apenas 26 años y en sólo tres
había filmado quince largometrajes, que finalmente empezaban a ser reconocidos
por la crítica y los principales festivales internacionales, a pesar del
rechazo inicial que había provocado –aquí mismo en la Berlinale– su opera prima
El amor es más frío que la muerte
(1969). Pero Fassbinder era plenamente consciente de que su cine -formalmente
tan austero como sus presupuestos– era apreciado sólo por una élite: la misma
burguesía a la que él no dejaba de cuestionar. Por eso, cuando la cadena de
televisión Westdeutscher Rundfunk (WDR) le ofreció escribir y dirigir una
miniserie para su catálogo de producciones familiares, tan populares en la TV
alemana de la época, Fassbinder no dudó en aceptar la propuesta. El resultado
fue Acht Stunden sind kein Tag (Ocho horas no hacen un día), una
experiencia crucial y a todas luces insólita que en estos días, en una flamante
versión restaurada, se ha convertido en el gran acontecimiento cinéfilo del
Festival de Berlín.
26/1/17
Jacques Rancière: potencias e impasse de un “giro estético”
Jacques Rancière ✆ Gastón Spur |
Las dos obras
más recientes del filósofo francés parecen confirmar lo que se ha dado en
llamar el “giro estético” de su pensamiento. Asthesis y El
hilo perdido están consagradas, respectivamente, a analizar una serie
de escenas que atraviesan transversalmente campos diversos de las prácticas
artísticas (del Torso de Belvedere de
Winckelmann hasta el Cine-ojo del
soviético Vertov, pasando por los reportajes norteamericanos de Agee y las
renovaciones de la danza de Loïe Fuller e Isadora Ducan) y un conjunto de
prácticas de escritura (Flaubert, Conrad, Woolf, Keats, Baudelaire y Büchner,
pilares centrales que estructuran un libro plagado de una profusión erudita de
referencias al arte “moderno”). Estos últimos ensayos confirman la creciente
centralidad que la reflexión sobre el arte ha ganado en su producción.
23/11/16
Karl Marx y ‘Los Hombres Libres de Jones’
Paula Schaller
Free State of Jones,
traducida como Los Hombres Libres de
Jones, la nueva película de Gary Ross (Los
juegos del Hambre), fue estrenada en junio de este año en Estados Unidos y
en noviembre desembarcará en nuestro país bajo el título El Valiente. Situada en Mississippi durante y después de la Guerra
de Secesión norteamericana (1861-1865), narra la historia del personaje real
Newton Knight (interpretado por un brillante Matthew McConaughey), granjero
sureño que lideró un grupo de pequeños granjeros blancos desertores del
Ejército de la Confederación que, no sin contradicciones, comenzaron una vida
en comunidad junto a esclavos negros fugados de las terribles condiciones a las
que eran sometidos en las plantaciones algodoneras y tabacaleras.
Desde las primeras escenas de la película –que transita
entre el subgénero del drama bélico, el biográfico y el cine social– se
transmite el desencanto reinante entre las tropas con una guerra librada en
nombre de los impopulares intereses de los propietarios esclavistas, una
auténtica “rebelión a favor de la esclavitud” como definió Marx al
levantamiento de los Estados sureños en sus escritos sobre la guerra civil
norteamericana. Es que a medida que se avanza en el film, se tiene la sensación
de que el director hubiese tomado inspiración de la brillante pluma de aquel,
que retrató como nadie la enorme conmoción social y el horizonte revolucionario
posibilitado por la Guerra de Secesión, que al abrir camino a la abolición de
la esclavitud encendía la mecha de una poderosa alianza social entre los negros
y la clase obrera blanca.
4/7/16
Realismo capitalista: nuevo diagnóstico, viejo tratamiento
Ariane Díaz
Año 2008: ante la caída de Lehman Brothers y sus posibles
consecuencias en cadena en las economías más importantes del mundo, los Estados
más poderosos (y más comprometidos) coordinaron, no sin tensiones, una serie de
rescates megamillonarios a sus respectivos bancos. Esto provocó, para Mark
Fisher, otra caída: el “colapso del marco conceptual que proveyó de cobertura
ideológica a la acumulación capitalista desde la década de 1970” [117]1, según
deja asentado en su primer libro, Realismo
capitalista, publicado en 2009 y recientemente traducido al castellano por
Caja Negra, que incluye también el texto que destinó a la compilación de 2012 What are we fighting for: a radical
collective manifestó [Por qué estamos peleando: manifiesto radical
colectivo] donde intelectuales y activistas, con suerte desigual, trataron de
caracterizar y dar una alternativa a la crisis capitalista en curso.
Sin embargo, para este crítico cultural y académico inglés
que trabajó estas ideas y las nutrió del intercambio en su blog K-punk (hoy
un poco abandonado), los neoliberales que presumían de su antiestatalismo y
celebraban la destrucción del espacio público (y que demostraron ser más bien
defensores de ciertos usos de los fondos públicos y del Estado –los
securitarios– en su favor), son apenas unos de los emergentes (los más
entusiastas) de una particular configuración del capitalismo que habitamos, y que
se remontaría hasta la caída de los “socialismos reales” a fines de los
ochenta.
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Ariane Díaz,
Capitalismo,
Reseña
30/6/16
João Guimarães Rosa, otro gigante de la literatura brasileña
João Guimarães Rosa ✆ Baptistão |
La literatura brasileña del siglo XIX la domina un gigante,
Joaquim Maria Machado de Assis, un gigante que, al mismo tiempo, es una isla.
En el siglo XX, esa isla deviene archipiélago, se le unen seis gigantes
más: Euclides da Cunha, Graciliano Ramos, Nelson Rodrígues, Carlos Drummond de
Andrade, Jorge Amado y João Guimarães Rosa. Y aparece también un islote
exuberante, producto de una erupción volcánico-creadora, avizorado por el
intrépido explorador de territorios vírgenes Mário de Andrade, que lo llamó Macunaíma.
Un inciso: No faltarán entre ustedes los conocedores de la
literatura brasileña que se estén preguntando si no me olvido de Clarice
Lispector. No la olvido, pero a mí me parece –muy a contrapelo del
consenso casi unánime, para el cual Clarice es una escritora cuyos cuentos
pueden equipararse a los de Guimarães Rosa– que en el panorama de los siete
gigantes de que hablo, ella no tiene sitio. Con toda seguridad es bastante
posible que me equivoque, pero creo que está sobrevalorada literariamente en
función de criterios extraliterarios. No obstante, quede constancia de la existencia
de ese consenso y de mi modesta opinión en contra. Y con ello cierro el inciso.
Todos y cada uno de los siete gigantes de que hablé merecen
una atención que con frecuencia le ninguneamos al Brasil, sin que jamás haya
logrado querer (porque poder sí puedo) entender el por qué. Si aquí me
concentro en Guimarães Rosa se debe a la ocasión de rememorarlo que nos ofrece
el centenario de su nacimiento. Pero no olvidemos a los otros: sus tallas
ciclópeas configuran en el mapa de la literatura latinoamericana una especie de
Isla de Pascua, y en rigor les deberíamos dedicar un par de minutos de esta
charla.
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Brasil,
Historia,
João Guimarães Rosa,
Literatura,
Reseña
21/3/16
Walter Benjamin, infancia y recuerdos
Theodor
Adorno & Walter Benjamin ✆ John Williams |
Infancia en Berlín
hacia 1900 no supone una regresión nostálgica al mundo perdido de la
infancia, tampoco una reconstrucción del pasado ni se trata simplemente de un
libro de memorias. Más bien podría definirse como un relato breve que encarna
algunas experiencias de sus primeros años.
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Crónica,
Enric Llopis,
Reseña,
Walter Benjamin
15/2/16
‘Mia madre’, de Nanni Moretti — Un adiós a otra época
Gregorio Morán | Me reconozco ferviente seguidor del cine de
Nanni Moretti. Me gustan todas sus películas. Unas más, otras menos, pero
siempre las siento como algo personal, tal que si se tratase de un amigo que
traslada a la pantalla situaciones con las que me siento identificado. Incluso
su humor romano –nació en Bolzano por eventualidad veraniega–, donde domina el
sarcasmo y la ironía, elegante pero con un toque de brutalidad. Aseguran que su
madre falleció mientras montaba esa película magistral que conocemos como Habemus Papam (2011). Fastuosa
descripción del mundo vaticano, realizada con la sensibilidad de un ateo ante uno
de los fenómenos más sorprendentes de la humanidad: la elección del Papa y la
introducción de la duda individual en un mundo hecho de certezas colectivas,
casi inamovibles.
Ahora acaba de aparecer Mia
madre. Me interesa poco si se trata de una evocación personal de su madre o
de su tía abuela. Lo que me importa es la historia que narra, los vericuetos de
un guión difícil, donde los personajes podrían pertenecer a cualquier familia
media italiana, asentada y culta, desde el Risorgimento; algo insólito entre
nosotros. Nanni Moretti consigue exhibir con habilidad, como quien no quiere la
cosa.
13/2/16
Star Wars: obsesivo reinicio de una fantasía sociológica
Nicolás González Varela |
He aquí una muestra de la nueva psicopolítica burguesa de la emoción y
del mito. Como decía Borges, en estos tiempos en que los literatos parecen
haber descuidado sus deberes épicos, lo épico nos ha sido conservado por films
como Star Wars. Nobleza obliga: spoilers primero que nada: el
Halcón Milenario vuelve, la Estrella de la Muerte es reemplazada por una
gigante réplica a escala planetaria, los hologramas siguen vigentes, The Force se sigue pareciendo
demasiado al mítico Anillo de Tolkien y J. J. Abrams es más “spielbergeriano”
que “lukácsiano”
La visión de la nueva entrega de
la franquicia Star Wars tuvo algo de nostálgico y mucho de dèjá-vu:
había tenido la oportunidad de ver la primera entrega en su momento (1977) en
el cine como espectador adolescente (¿e ingenuo?) y ahora en un rizo impensable
del destino me sentaba con unas coquetas gafas 3-D (by Sony) a ver la última
entrega del producto. Por supuesto que Star Wars y su productos
seriales han sido analizados ad nauseam desde distintos puntos de
vista en tanto mito posmoderno, en tanto cultura popular burguesa: como fuente
de intuiciones filosóficas y éticas, como mito imperialista, como proyección de
la experiencia popular de los propios EEUU, como representación de los derechos
humanos, como visión teológica y religiosa, como cosmovisión de la generación
de la clase media durante la Guerra de Vietnam o como producto “blockbuster” de
lo que se conoce como New Hollywood (del cual Disney es una de sus
usinas principales). La nueva entrega se pliega a esta nueva lógica del mercado
Marvel style: se potencia la emulación, la nostalgia por sobre todas las
cosas, además de la reutilización de ideas, caracteres y arquetipos narrativos
que hayan probado ser lucrativos.
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Cine,
Nicolás González Varela,
Reseña
“La Tierra y la Sombra”, la película colombiana de César Augusto Acevedo — Una aproximación
Marino Canizales | Se
suele olvidar con frecuencia que el artista muestra, no demuestra. Al
hacerlo, interpela la realidad que lo rodea
dando cuenta de algunos de los signos de su tiempo, o de ciertos rasgos que definen el carácter de
una época y el lugar en ella de la multiforme condición humana con sus
tensiones y conflictos. Debe investigar, sí, pero no tiene por qué ser
especialista en temas específicos; si lo es, tanto mejor. Su mirada y su fuerza
crítica actúan y se expresan de otra manera cuando se aproxima a procesos económicos,
históricos o sociales que están insertos
en la gramática del pasado, o que le son contemporáneos, como es el caso de los
efectos perversos de la explotación agroindustrial del monocultivo y las
distintas violencias que la sustentan. A
partir de una poética, de unos recursos formales y de sus propios medios de
expresión, como también de una valoración específica de sus imaginarios y de
los imaginarios colectivos, libremente se aproxima a un punto de vista que le
permite construir una realidad ficcional, articulada las más de las veces a una
realidad histórica.
◆ Ver tráiler |
La parcela y la economía campesina de
subsistencia en la cual tiene su asiento, tienen una significación específica para el
sociólogo, el economista o el historiador, que las abordan como objeto de
estudio. Tanto o más, si una entidad internacional como la Organización de las
Naciones Unidas promueve el respeto y garantía de los Derechos Humanos de los
campesinos, considerados como “un grupo social específico”[1]
y vulnerable.
22/11/15
Shelter — Una película hecha por ‘gente extraña’
José Pablo
Feinmann / […] se estrenó el esperado y demorado film
del actor inglés Paul Bettany, Shelter.
Bettany lo tenía listo desde fines de 2014. Con alguna suerte y alguna mala
suerte, lo estrenó ese año en el Festival de Toronto, Canadá. Como suele
ocurrir con las películas en que actúa Jennifer Connelly, ella se llevó todos
los aplausos, aunque algunos, no pocos, quedaron para Anthony Mackie, su
coprotagonista, y para Bettany. Shelter
no es un film para mirar y comer cotufas, ya que se les encogerá el estómago y
no tiene gracia comer en tanto uno mira una película de hambrientos. Se trata de un film hecho por gente extraña, rara. Aun
cuando Bettany haya ingresado al universo Marvel (un arma de estupidización del
poder mediático) interpretando a Vision y parece que exitosamente, aun cuando
Connelly sea la modelo top de Louis Vuitton o de Balenciaga o Revlon, no son
convencio- nales. Connelly es Embajadora ante la Unesco por Amnesty Inernational,
hace cortos denunciando la violencia contra las mujeres. “Hagan ruido –dice–.
Detengan la violencia contra las mujeres.” También contra el trabajo esclavo de
los africanos para extraer diamantes en África. “No compre diamantes –dice–. No
sea cómplice de los asesinos. Ellos explotan y matan a nuestros hermanos de
Africa. No se convierta en otro asesino.
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Cine,
José Pablo Feinmann,
Reseña
14/11/15
Una nueva lección de Louis Althusser — Notas sobre ‘Iniciación a la Filosofía para los no-filósofos’
Louis Althusser ✆ Anahí Rivera |
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Filosofía,
Louis Althusser,
Reseña
10/10/15
Roberto Rossellini bautiza el realismo
Álvaro del Amo | [En] Madrid se vuelven a programar breves
ciclos retrospectivos con copias nuevas y restauradas, dedicados a directores
que merecen el calificativo de clásicos. El reciente protagonizado por el
realizador italiano Roberto Rossellini (1906-1977), uno de los nombres clave de
la historia del cine, ofrece al cinéfilo el regalo de una nueva visita al viejo
y admirado pariente, con la satisfacción suplementaria de prescindir, al menos
en esta ocasión, del siempre un poco turbio adjetivo. Porque si el cinéfilo
admite reconocerse en un epíteto, por otra parte pasado de moda, con la mínima
valentía de quien declara su alejamiento respecto a la deriva actual de lo que
se llamó el séptimo arte, tampoco puede ocultar un cierto alivio cuando siente
que no será tan reaccionario cuando la revisión del pasado resulta tan actual.
Los espectadores que acudieron a los Verdi a ver, o volver a ver, Roma, cittá aperta; Paisà; Stromboli;
Europa 51 o Francesco, giullare di
Dio es muy probable que no compartieran la impresión de encontrarse
visitando un museo o rindiendo tributo a una estética pretérita. Lo que las
imágenes –remozadas por las avanzadas técnicas quirúrgicas aplicadas al
celuloide– comunicaban nada tenía que ver con la arqueología. Aquello vivía con
la inmediatez del presente, con la contundencia de una actualidad que la propia
actualidad niega a menudo, descuidada a la hora de preocuparse por su
representación. La recuperación de las películas del director romano, tan
lozanas y percutientes como si acabaran de nacer, liberaban al cinéfilo de su
condición de reaccionario, pues si el ayer resucita en el hoy no se celebra la
efemérides de un muerto, sino el gozo de que el anciano siga pareciendo un
jovenzuelo a su edad provecta.
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Arte,
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Reseña,
Roberto Rossellini
24/9/15
Marxismo–leninismo–maoísmo–godardismo: 'La Chinoise'
► Una
reflexión sobre ‘La Chinoise’, film de Jean-Luc Godard de 1967. Debates,
polémicas y una renovación radical en la forma del lenguaje cinematográfico
Luciano Ariel Bazán | Jean Luc Godard estrenaba “su china” hace 48 años. Problemática, ciertamente, la controvertida figura del complicado cineasta francés de difíciles películas. Casi como una necesidad, las legiones de los testigos de su obra se dividen entre los absolutos detractores para quienes sus films son en su mayoría groseramente incomprensibles, pedantes, insustanciales y con recursos más bien mediocres para disfrazar esa trivialidad, intelectualoides que logran sólo apagar la atención, absurdos que no causan gracia, un ticket de segunda clase para asquearte del cine francés y uno de primera para una buena siesta. Y por otro lado los adoradores absolutos, los que no usan su nombre en vano y lo llaman God-Art, las que dicen que, como con Hákim El Velado, algunos no están en condiciones de apreciarlo; en dos palabras, los Alain Bergala para quienes al séptimo arte de Godard no todos tienen el derecho de criticarlo.
Luciano Ariel Bazán | Jean Luc Godard estrenaba “su china” hace 48 años. Problemática, ciertamente, la controvertida figura del complicado cineasta francés de difíciles películas. Casi como una necesidad, las legiones de los testigos de su obra se dividen entre los absolutos detractores para quienes sus films son en su mayoría groseramente incomprensibles, pedantes, insustanciales y con recursos más bien mediocres para disfrazar esa trivialidad, intelectualoides que logran sólo apagar la atención, absurdos que no causan gracia, un ticket de segunda clase para asquearte del cine francés y uno de primera para una buena siesta. Y por otro lado los adoradores absolutos, los que no usan su nombre en vano y lo llaman God-Art, las que dicen que, como con Hákim El Velado, algunos no están en condiciones de apreciarlo; en dos palabras, los Alain Bergala para quienes al séptimo arte de Godard no todos tienen el derecho de criticarlo.
18/9/15
Admirando a un clásico: Willard Van Orman Quine
Willard Van Orman Quine ✆ Romayke |
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Reseña,
Salvador López Arnal,
Willard Van Orman Quine
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