Año 2008: ante la caída de Lehman Brothers y sus posibles
consecuencias en cadena en las economías más importantes del mundo, los Estados
más poderosos (y más comprometidos) coordinaron, no sin tensiones, una serie de
rescates megamillonarios a sus respectivos bancos. Esto provocó, para Mark
Fisher, otra caída: el “colapso del marco conceptual que proveyó de cobertura
ideológica a la acumulación capitalista desde la década de 1970” [117]1, según
deja asentado en su primer libro, Realismo
capitalista, publicado en 2009 y recientemente traducido al castellano por
Caja Negra, que incluye también el texto que destinó a la compilación de 2012 What are we fighting for: a radical
collective manifestó [Por qué estamos peleando: manifiesto radical
colectivo] donde intelectuales y activistas, con suerte desigual, trataron de
caracterizar y dar una alternativa a la crisis capitalista en curso.
Sin embargo, para este crítico cultural y académico inglés
que trabajó estas ideas y las nutrió del intercambio en su blog K-punk (hoy
un poco abandonado), los neoliberales que presumían de su antiestatalismo y
celebraban la destrucción del espacio público (y que demostraron ser más bien
defensores de ciertos usos de los fondos públicos y del Estado –los
securitarios– en su favor), son apenas unos de los emergentes (los más
entusiastas) de una particular configuración del capitalismo que habitamos, y que
se remontaría hasta la caída de los “socialismos reales” a fines de los
ochenta.