Especial para La Página |
La participación activa del expresidente Álvaro
Uribe en la campaña del candidato de la oposición, es un hecho inédito en los
anales de la relaciones colombo-venezolanas. Esta debe ser interpretada como parte de la
política injerencista del imperio estadounidense, quien al visualizar un
triunfo seguro del Presidente Chávez el 7-O, ha reactivado la estrategia de
impulsar la desestabilización de las relaciones con Colombia, echando mano de
uno de sus más redomados cipayos, para presionar y entorpecer, las buenas
relaciones que adelantan los gobiernos de ambos países.
Recientemente, Uribe inició una actividad
proselitista relevante a favor de Capriles Radonsky en la franja fronteriza, en
la cual se concentra una población binacional con derecho a votar en las
elecciones venezolanas. Esta postura insolente y provocadora del siniestro
líder de la parapolitica colombiana, ha estado precedida por continuos
encuentros del gobernador de Miranda y su equipo de asesores, con la pléyade de
golpistas encabezados por Carmona, los
gestores del paro petrolero del 2002 y el propio expresidente.