Mark Weisbrot | Desde
hace más de una década, aquellos que se oponen al gobierno de Venezuela –lo que
incluye la mayoría de los grandes medios occidentales– han insistido en que la
economía venezolana implosionaría. Como los comunistas de los años 30 que
apostaban por la crisis final del capitalismo, generalmente se imaginaron que
el colapso económico de Venezuela se encontraba apenas doblando la esquina.
Cuan frustrante habrá sido para ellos presenciar apenas dos recesiones: una
causada directamente por el paro petrolero que protagonizó la oposición
(diciembre 2002 – mayo 2003) y la otra, producto de la crisis mundial (2009 y
la primera mitad del 2010). A pesar de estas recesiones, el rendimiento
económico de la década entera, tomando en cuenta que el gobierno solamente logró
el control de la compañía nacional de petróleos en el 2003, resultó ser bastante satisfactorio, con un incremento promedio anual en
el ingreso real per cápita del 2,7 por ciento, una pobreza rebajada a más de la mitad y
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
5/11/13
El tan esperado apocalipsis en Venezuela es poco probable
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