Especial para La Página |
La crítica constante se convierte en paranoia si carecemos
del aparato filosófico adecuado para mesurarla. Un rasgo de la burguesía es su
extremeña confianza en los ardides de la naturaleza. Los proletarios, en
cambio, viven bajo una artificial "inconsciencia confiada". El hombre
letrado o educado sabe que los seres humanos son malignos y estúpidos por
naturaleza, mientras que el iletrado cree que las personas son buenas, pero que
se corrompen en sociedad.
La bella trilogía leninista "escribo, leo, machaco"
sirve para acostumbrarnos a la crítica. Atendamos a la sintaxis. ¿Por qué Lenin
primero escribe, luego lee y al final machaca? Porque todo buen lector primero
urde una tesis. ¡Magnífica forma de entender el método dialéctico! ¿Qué hizo
que Lenin fuera un gran filósofo marxista? La acción constante, la corrección
constante (el hombre inteligente comete errores pequeños que sabe corregir,
pensaba Lenin). "Y la experiencia me
enseña/ que el hombre que vive sueña", dice Calderón. Para Lenin las
masas tenían que aprender "sobre la
base de la experiencia", única trompeta capaz de despertar al
proletario.