Teresita
Goyeneche | Es la mañana del 23 de mayo en la Plaza del
Divino Salvador del Mundo de San Salvador y los escépticos, los ateos y los
romeristas de cepa se rascan las cabezas tratando de entender cómo hoy, después
de treinta y cinco años, esta ceremonia es una fiesta que parece un concierto.
Recuerdan que una multitud tan inmensa como esta se reunió en 1980 a despedirlo
durante su funeral en la Plaza frente a la Catedral de San Salvador, pero una
serie de explosiones despertaron el pánico, que entre aplastamientos y disparos
dejaron cuarenta muertos y más de doscientos heridos.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
25/6/15
Monseñor Oscar Arnulfo Romero: Un santo para las víctimas de la violencia en Latinoamérica
► “Yo quisiera hacer un llamamiento de manera
especial a los hombres del Ejército y en concreto a las bases de la Guardia
Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo
pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé
un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice ‘No matar’. Ningún soldado
está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral,
nadie tiene que cumplirla” – Monseñor Romero, 23-03-1980,
catedral de San Salvador. Un día
antes de ser asesinado por un sicario de
los Escuadrones de la Muerte
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Opinión
Cuadro rojo con Kazimir Malevich
Cuadrado
rojo. Realismo pictórico de una campesina
en dos dimensiones ✆ Kazimir Malevich |
►
¿Somos capaces de reconocer en las formas más simples, como cuadrados y
círculos, toda la variedad de expresiones?
Ignazio Aiestaran | “Las
plazas son nuestra paleta”. Esto decían los muros de [la ciudad bielorrusa de] Vitebsk [Віцебск], según cuenta
Sergei Eisenstein en sus memorias, cuando regresaba a Moscú desde el frente
occidental de la guerra civil rusa, donde había participado en el trabajo de
los trenes de agitación propagandística, en septiembre de 1920. El director de
cine detalla que por esta antigua ciudad de provincias había pasado el pincel
de Kazimir Malevich.
El tradicional ladrillo rojo de las calles principales,
común a tantas otras ciudades de la región occidental, se encontraba cubierto
por pintura blanca. Círculos verdes, cuadrados naranjas, rectángulos azules y
trapecios verdes destacaban sobre el fondo blanco, en una decoración
suprematista que mostraba la huella móvil de Malevich.
En 1915, hace justo cien años, el pintor ucraniano había
mostrado su ideal artístico en un lienzo titulado Cuadrado rojo. Realismo pictórico de una campesina en dos dimensiones,
donde una simple forma geométrica similar a un trapecio de color rojo domina sobre
una superficie blanca, sin más aditamentos.
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