“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

11/6/12

Lenin en la crítica estética

"Red Lenin"  ✆   Andy Warhol 
Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
"Retirado en la paz de estos desiertos", con muchos, pero ignaros palurdos juntos, "vivo en conversación con los difuntos". Hace horas, hace cientos de minutos, soñaba que vivía en el norte del país, y al despertar, me vi "destas prisiones cargado". Así, con poesías de Quevedo y de Calderón de la Barca, sobrevivo, pues no tengo con quién dialogar.

Tediosa es la vida en este elevado campamento, habitado por soldaditos y "workers" del pasado. Para solazar mi espíritu, haré una crítica. Quiero meditar sobre los defectos más comunes de los críticos, sobre los errores vitales de las críticas estéticas. Vayamos hasta incierta y cansada página 88, hasta una tormentosa página de la desértica revista Letras Libres (Mayo, 2012).

Ahí encontraremos una monografía estudiantil redactada por una tal Maite Méndez, que escribe como florista o como decoradora de interiores. Yo creía que en las revistas dedicadas al arte escribían licenciados en Historia del Arte. Pero me equivoqué. "Bien acierta quien sospecha que siempre yerra", dijo Quevedo.

En las señaladas revistas escriben ingenieros, veterinarios, médicos y neurólogos… escribe cualquiera, cualquiera con ganas de intimidar al público. No sé si la señora o señorita Méndez acudió a alguna institución de enseñanza superior. Lo que sí sé, es que su artículo sobre Antoni Tàpies es pésimo, vago, indigno del papel. Dice Maite que Antoni es un gran pintor. Difiero. Grande fue Parrasio y grande fue Zeuxis.

Homenaje a Pinochet / Vergüenza Nacional

Álvaro Cuadra

Especial para La Página
Un homenaje a Augusto Pinochet con el pretexto de presentar un documental constituye una vergüenza nacional y es una mancha muy oscura que enloda al actual gobierno. Hay dos maneras de hacer política, la primera es sentarse a debatir ideas entre diversos actores políticos, eso se llama democracia. La segunda es sacar un arma y asesinar a quien piensa distinto, eso se llama crimen. Un gobierno que posa de democrático no puede, ni debe, permitir que una patota de criminales se jacte públicamente de su delito de lesa humanidad.

Una persona decente puede defender legítimamente ideas liberales o conservadoras, pero otra cosa muy distinta es que ampare a delincuentes o a organizaciones criminales como la DINA-CNI, con personajes tan deleznables como el “Mamo Contreras”, el “Guatón Romo”, “Álvaro Corbalán” o el general Pinochet…entre muchos otros. La sola realización de este vergonzante evento hace que la feble democracia chilena descienda un peldaño ético y político hacia la barbarie.