José Ramón Martín Largo
En su libro La
estética de la resistencia, Peter Weiss establece una original relación
entre las pinturas de Brueghel y las obras de Kafka. Ambos, escribe, “habían
dibujado paisajes universales, finos, transparentes, aunque en tonos terrosos.
Sus imágenes eran al mismo tiempo luminosas y oscuras; causaban la impresión de
ser macizas, pesadas en su conjunto, pero llenas de fuego y con nítida claridad
en los detalles. Su realismo se había depositado en los lugares y regiones que
eran reconocibles de modo inmediato, pero que al mismo tiempo se sustraían a
todo lo visto hasta ahora. Todo estaba lleno de huellas, de gestos, de
movimientos, de acciones cotidianas; todo resultaba típico y nos mostraba cosas
importantes, centrales, pero sólo para, en el mismo momento, producir un efecto
extraño, chocante”.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
6/8/14
Cien años de ‘El proceso’ de Franz Kafka | Nuevas propuestas para una relectura
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Crónica,
Franz Kafka,
Reseña
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