“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/3/16

Tres tesis sobre las coyunturas actuales de la competencia imperialista

Wolfgang Möhl   |   Es que cierto logro no se les puede impugnar a las potencias económicas mundiales, los EE UU y la UE: generando y concediendo crédito por decisión soberana en cantidades ilimitadas han conseguido detener la desvalorización de deudas bancarias y de sus propias deudas soberanas, rescatar su solvencia y la de su economía, y apoderar a la banca a retomar sus actividades especulativas. Han puesto en circulación una masa inmensa de recursos líquidos que ni se derivan de una acumulación de capital, ni se emplean para crear “un crecimiento sostenido”; recursos que por lo tanto no están ni pueden ser justificados económicamente, que no representan más que simples déficits públicos y que tienen su valor únicamente por disposición estatal. Con tal empleo de su fuerza, las grandes potencias capitalistas sostienen la economía mundial: financian por decreto la marcha del capitalismo mundial.
1. El negocio capitalista mundial después de varios años de crisis financiera
En el séptimo año de la gran crisis financiera vuelven a escucharse noticias prometedoras: los centros de la economía mundial, los EE UU y la UE –aquí incluso los más débiles de los países del euro–, por fin vuelven a registrar cierto crecimiento económico. Y la crisis de la deuda soberana europea también parece superada: hasta Grecia consigue vender en el mercado bonos a intereses aceptables.

La tumba de Lenin

A. Dorado    |   Hoy en día, lo que desde algunos sectores se llama, con sorna “izquierda auténtica” (tan auténtica como poco numerosa) critica acremente y sin piedad los titubeos, contradicciones y por qué no decirlo, cierta esquizofrenia en las declaraciones y acciones (a pesar del poco tiempo que llevan) de personas que han decidido formar parte en un proyecto que se pretende, o al menos así lo percibe mucha gente, transformador.  Rápidamente se comparan las prácticas de estos “advenedizos” con las de los políticos profesionales de “toda la vida” y estos críticos son bastante rápidos (y por qué no decirlo, a veces aciertan) a la hora de hallar, no ya paralelismos y semejanzas con la denominada “casta”,  sino prácticas equivalencias, que un lenguaje diferente consigue apenas velar. Los que se han consagrado con buena fe a estos proyectos transformadores (no hablamos de los arribistas o los ansiosos de poder, reputación, sexo, etc., que ven la política como medio para esos fines) se ven en la triste necesidad de “cabalgar contradicciones” y de defender cosas que en otras circunstancias no defenderían con argumentos y piruetas dialécticas más o menos sofisticadas según la capacidad intelectual y la cultura del militante. Aducen que no es lo mismo estar en la oposición que gobernar, que la gente no cambia de un día para otro, que llevan cuatro días, que hay unas estructuras asentadas, un marco legal, que hace falta tiempo para adquirir experiencia de gobierno y que, da igual lo que hagas, alguien te criticará. Como dijo el florentino, es imposible contentar a todo el mundo.