Hay fechas que marcan hitos históricos y perduran para
siempre en la memoria universal. Así ocurre con el 30 de abril de 1975,
simbolizado en un tanque que derribaba las puertas del palacio gubernamental
del antiguo Saigón, en el sur de Vietnam. Era un mediodía cuando las aguerridas
Fuerzas de Liberación del heroico pueblo vietnamita irrumpían en la guarida de
un régimen em estampida, solo sostenido por el poderío militar de una potencia
como Estados Unidos.
Y más que ponerle término a la ignominia de la
subordinación que allí se cobijaba, aquel memorable episodio fue contundente
escena final de una anunciada derrota política y militar infligida al
prepotente imperio injerencista y agresor.