Hay fechas que marcan hitos históricos y perduran para
siempre en la memoria universal. Así ocurre con el 30 de abril de 1975,
simbolizado en un tanque que derribaba las puertas del palacio gubernamental
del antiguo Saigón, en el sur de Vietnam. Era un mediodía cuando las aguerridas
Fuerzas de Liberación del heroico pueblo vietnamita irrumpían en la guarida de
un régimen em estampida, solo sostenido por el poderío militar de una potencia
como Estados Unidos.
Y más que ponerle término a la ignominia de la
subordinación que allí se cobijaba, aquel memorable episodio fue contundente
escena final de una anunciada derrota política y militar infligida al
prepotente imperio injerencista y agresor.
Todavía hoy, en un Vietnam más fuerte, como nunca se cansó
de avizorar el gran Ho Chi Minh, aún bajo los bombas cayendo sobre Hanoi, se
sigue reclamando por las víctimas, generación tras otra, del infernal “agente
naranja”, diseminado por la aviación estadounidense en poblaciones civiles,
sembradíos y bosques. Pero también esa ejemplar y pertinaz resistencia
protagonizada por los vietnamitas suscitó admiración y solidaridad mundiales y
contribuyó a despertar conciencias en los propios Estados Unidos, donde comenzó
a romperse el mito de la invencibilidad de sus marines y tropas equipadas con
lo último en tecnología bélica.
Ello constituyó una formidable lección, la de que “si, se
puede”, al igual que antes en la batalla cubana de Girón, en 1961 frente a
mercenarios sostenidos por Washington. O en otro contexto, el abril de 2002 en
Caracas, Venezuela, en el fondo, de la misma hechura. La relampagueante entrada
de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Vietnam a Saigón, resultó el
colofón de una acertada estrategia, que atravesó por sucesivas etapas
cruciales, desde que el 1971, los estadounidenses no pudieron controlar las
fronteras entre Vietnam, Laos y Camboya.
En ese momento, con las zonas liberadas abarcando más del 50
por ciento de los escenarios de la guerra, la derrota ya se vislumbraba, y dos
años después, en 1973 los patriotas obligaban a los agresores a sentarse en la
mesa de negociaciones en Paris y suscribir un acuerdo de paz.
A partir de entonces, en medio de continuadas violaciones
estadounidenses a lo pactado, otras batallas decisivas contra los baluartes
militares de Phoc Long, Buon Me Thuot, Pleikú, Che Reo, Da Nang, Hha Trang
Luang y otros fueron cimentando el camino al asalto culminante.
El Comité Central del entonces llamado Partido de los
Trabajadores de Vietnam, decidió desatar el 10 de marzo de 1975 la gran ofensiva
final y la operación Ho Chi Minh.
Durante los días 26, 27 y 28 de abril se había generalizado
por toda la franja costera y en diversos puntos se desarrollaban combates
encarnizados, cuerpo a cuerpo, casa por casa para romper el presuntuoso “cordón
sanitario” alrededor de la capital del sur.
Por esos días, Le Van Phuong, un joven tanquista, ya
veterano de las batallas de la carretera 9 y Da Nang, recibió la orden de
marchar hacia Saigón y fue a quien le tocó derribar las puertas del palacio que
albergó a todos los gobiernos que siguieron a pie juntillas las órdenes del
mando estadounidense de ocupación. Entrevistado por la radioemisora Voz de Vietnam, con motivo
de este aniversario del acontecimiento, aún le emociona evocarlo, y al recordar
también a su jefe de compañía, Bui Quang Than, izando en lo más alto de aquel
recinto la bandera de la liberación.
La foto en la que aparece el tanquista, y que ha devenido
símbolo mundial, fue tomada por Francoise Demulder, fallecida en 2009, una
reportera francesa, a quien según sus propias palabras, la guerra en Vietnam le
cambió el sentido de su oficio y de su vida.
Luego cubrió la guerra en el Líbano y la resistencia de los
palestinos, entre otros conflictos que calificó de injustos.
Antes de morir regresó a Hanoi, en búsqueda de Phuong, a
quien encontró en una humilde vivienda de una callejuela de Son Tay, modesto en
su hazaña, y entregado como uno más a las tareas de la vida civil de un país
reconstruido y en crecimiento. Ambos se abrazaron y lloraron, porque también la liberación
de la hoy Ciudad Ho Chi Minh, que terminó reunificando a Vietnam, hermana más
allá de fronteras.