El contrabando crea desabastecimiento y acelera la inflación
del lado venezolano mientras en el colombiano genera recesión y desempleo. En
ambos, se comporta como un vector que frena el desarrollo
socioproductivo, carcome la funcionalidad del Estado como garante de la
legalidad, fortalece la cultura de la corrupción, expande la violencia y la
inseguridad. Fomenta los roces entre ambos países afectando especialmente a las
poblaciones fronterizas. Conspira contra la integración y la buena vecindad que
debe prevalecer entre pueblos hermanos.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
2/9/15
Sería inútil | El gobierno venezolano debe revisar su política económica y cambiaria para combatir el contrabando
Gustavo Márquez Marín | En agosto de 2014 hubo un encuentro
ministerial colombo-venezolano para implementar el “plan de choque contra el
contrabando” acordado por los presidentes Santos y Maduro. Un año después, en
un cónclave del mismo tenor, ambos gobiernos reconocen que la situación
de hoy es mucho más grave y afecta a ambos países. Es evidente que aún no
se ha concretado una acción eficaz conjunta, para erradicar esa economía
“subterránea” controlada por una poderosa estructura criminal paramilitar
transnacional.
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