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El contrabando crea desabastecimiento y acelera la inflación
del lado venezolano mientras en el colombiano genera recesión y desempleo. En
ambos, se comporta como un vector que frena el desarrollo
socioproductivo, carcome la funcionalidad del Estado como garante de la
legalidad, fortalece la cultura de la corrupción, expande la violencia y la
inseguridad. Fomenta los roces entre ambos países afectando especialmente a las
poblaciones fronterizas. Conspira contra la integración y la buena vecindad que
debe prevalecer entre pueblos hermanos.