Cuadrado
rojo. Realismo pictórico de una campesina
en dos dimensiones ✆ Kazimir Malevich |
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¿Somos capaces de reconocer en las formas más simples, como cuadrados y
círculos, toda la variedad de expresiones?
Ignazio Aiestaran | “Las
plazas son nuestra paleta”. Esto decían los muros de [la ciudad bielorrusa de] Vitebsk [Віцебск], según cuenta
Sergei Eisenstein en sus memorias, cuando regresaba a Moscú desde el frente
occidental de la guerra civil rusa, donde había participado en el trabajo de
los trenes de agitación propagandística, en septiembre de 1920. El director de
cine detalla que por esta antigua ciudad de provincias había pasado el pincel
de Kazimir Malevich.
El tradicional ladrillo rojo de las calles principales,
común a tantas otras ciudades de la región occidental, se encontraba cubierto
por pintura blanca. Círculos verdes, cuadrados naranjas, rectángulos azules y
trapecios verdes destacaban sobre el fondo blanco, en una decoración
suprematista que mostraba la huella móvil de Malevich.
En 1915, hace justo cien años, el pintor ucraniano había
mostrado su ideal artístico en un lienzo titulado Cuadrado rojo. Realismo pictórico de una campesina en dos dimensiones,
donde una simple forma geométrica similar a un trapecio de color rojo domina sobre
una superficie blanca, sin más aditamentos.
Autorretrato
✆ Kazimir Malevich
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Una pintura tan sencilla lo dice todo. Por un lado, aunque
se afirme que es un cuadrado, en realidad presenta una ligera deformación hasta
convertirlo en un trapecio, casi imperceptible a primera vista. Por otro lado,
tenemos los colores. Sobre el blanco monárquico del zarismo surge el rojo, el
color histórico del campesinado ruso, que parece anunciar la guerra, las
revueltas y las huelgas generales.
Una lección nos queda: ¿somos capaces de reconocer en las
formas más simples –cuadros y círculos, por ejemplo– toda la variedad de
expresiones? En ese trapecio rojo yo veo el retrato perfecto de esa campesina
rusa. Y veo a Malevich. Y la historia del siglo XX, y el comienzo de una
esperanza, y me veo a mí mismo, contigo, lectora o lector. Solo hay que saber
mirar. Rojo sobre blanco, todo sobre nada, el porvenir sobre el pasado.