avances significativos para la mayoría en cuanto a empleo, acceso a servicios de salud, pensiones y educación.
Ahora Venezuela se enfrenta a problemas económicos que
alientan los ánimos de esos corazones que odian. Vemos la mala noticia cada
día: los precios de los bienes de consumo han subido 49 por ciento con respecto
al año pasado; un mercado negro donde el dólar se cotiza siete veces por encima
de la tasa oficial; la escasez de productos básicos, desde la leche hasta el
papel higiénico; la desaceleración económica, la caída en las reservas del Banco
Central ¿Será que aquellos que gritaban “¡Lobo!” verán por fin concretarse sus
sueños?
Es poco probable. En los análisis de la oposición y de los
medios internacionales, Venezuela está entrampada en un espiral de inflación y
devaluación. La hiperinflación, una deuda externa en aumento y una crisis en la
balanza de pagos marcarían el final de este experimento económico.
Pero en el año 2012, Venezuela alcanzó los $93,6 billones en
ingresos petroleros, frente a importaciones totales en la economía –a unos
niveles históricamente altos– de $59,3 billones. La cuenta corriente en la
balanza de pagos registraba un superávit de $11 billones. Los pagos de
intereses sobre la deuda pública externa sumaban apenas $3,7 billones. A este
gobierno no se le van a agotar los dólares. Actualmente, el Banco Central
cuenta con $23 billones en reservas, y los propios economistas de la
oposición estiman que existen otros $15 billones en manos de otras instancias del
gobierno, sumando así un total de $36,4 billones. Normalmente, las reservas que
puedan cubrir tres meses de importaciones son consideradas suficientes;
Venezuela cuenta con las reservas necesarias para cubrir por lo menos ocho
meses, y posiblemente más. También tiene la capacidad de solicitar créditos a
nivel internacional.
Un problema es que la mayor parte de las reservas del Banco
Central se encuentran en oro. Pero el oro se puede vender, aunque se trate de
un activo mucho menos líquido que otros ahorros, como lo son los bonos del
tesoro de EEUU. Parece algo descabellado pensar que el gobierno corra el riesgo
de pasar por una crisis en la balanza de pagos en vez de vender su oro.
La hiperinflación también es una posibilidad muy remota.
Durante los primeros dos años de la recuperación económica, que comenzó en junio
del 2012, la inflación venía cayendo aun cuando el crecimiento económico se
aceleró al 5,7 por ciento para el 2012. En el primer trimestre del 2012 alcanzó
un punto bajo de apenas 2,9 por ciento, equivalente a una tasa anual del 12,1
por ciento. Todo ello demuestra que Venezuela, a pesar de sus problemas, es muy
capaz de generar un crecimiento saludable, incluso mientras se lleva la
inflación a la baja.
Lo que verdaderamente disparó la inflación, ya hace un año,
fue un recorte en el suministro de dólares al mercado de cambio de divisas, los
cuales se redujeron a la mitad en octubre del 2012 y prácticamente fueron
eliminados en febrero. Esto hizo que más importadores tuvieran que comprar
dólares cada vez más caros en el mercado negro. La devaluación de febrero
también contribuyó en algo a la inflación, aunque probablemente no tanto.
Pero desde entonces el gobierno ha aumentado sus subastas de
dólares, anunciando también un plan para aumentar las importaciones de
alimentos y otros bienes, lo cual seguramente ejercerá cierta presión hacia la
baja en los precios.
Ciertamente, Venezuela se enfrenta a algunos problemas
económicos serios. Pero éstos no son del tipo que sufren por ejemplo Grecia (ya en su sexto año de recesión) o España, que se ven atrapadas en un arreglo donde la política
macroeconómica es fijada por factores cuyos objetivos entran en conflicto con
su recuperación económica. En cambio, Venezuela cuenta con suficientes reservas
e ingresos en divisa extranjera para hacer lo que quiera, incluyendo empujar
hacia abajo el valor del dólar en el mercado negro y eliminar buena parte del
desabastecimiento. Estos son problemas que pueden ser resueltos de manera
relativamente rápida mediante cambios en las políticas. Venezuela –al igual que
la mayor parte de las economías del mundo– también sufre problemas
estructurales de largo plazo, como lo son una sobredependencia respecto del
petróleo, una infraestructura deficiente y una capacidad administrativa
limitada. Pero no son éstas las causas de sus dificultades actuales.
Mientras tanto, la tasa de pobreza cayó en un 20 por ciento
en Venezuela el año pasado. Esto representa sin duda alguna la reducción más
significativa de la pobreza en todo el continente americano para el año 2012, y
una de las más importantes –tal vez la más importante– en el mundo. Las cifras
están disponibles en la página web del Banco
Mundial, pero prácticamente ningún periodista ha emprendido el muy
peliagudo viaje por el ciberespacio para encontrarlas y difundirlas. Toca
preguntarse, ¿por qué será que se les pasó el dato?
Mark Weisbrot es codirector del
Center for Economic and Policy Research, en Washington, D.C. También es
presidente de la organización de política exterior, Just Foreign Policy.
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