El economista griego de la School of Oriental and African
Estudies y colaborador de The Guardian, Costas Lapavitsas, es uno de
los pensadores de izquierda que están abanderando las tesis contra el euro.
Miembro del Research on Money and Finance (RMF), ha liderado junto a diferentes
economistas de tradición keynesiana y marxista un demoledor informe contra los ajustes fiscales y salariales adoptados por los países de la UE. Ahora se ha traducido al español el libro que incluye las conclusiones de aquel primer informe y de otros dos que lo sucedieron, cada cual más crítico, bajo el título de Crisis en la Eurozona (Capitán Swing). Su mensaje, compartido por los economistas del RMF, no está exento de polémica, pero según asegura Costas a El Confidencial, cuanto más se tarde en abordar la cuestión de abandonar el euro “más se estancará la economía y más terreno ganará la extrema derecha en Europa”.
economistas de tradición keynesiana y marxista un demoledor informe contra los ajustes fiscales y salariales adoptados por los países de la UE. Ahora se ha traducido al español el libro que incluye las conclusiones de aquel primer informe y de otros dos que lo sucedieron, cada cual más crítico, bajo el título de Crisis en la Eurozona (Capitán Swing). Su mensaje, compartido por los economistas del RMF, no está exento de polémica, pero según asegura Costas a El Confidencial, cuanto más se tarde en abordar la cuestión de abandonar el euro “más se estancará la economía y más terreno ganará la extrema derecha en Europa”.
La manera correcta de tratar este tema no pasa por
plantearse los costes económicos y sociales de la salir de la moneda única,
explica agraviado Lapavitsas cuando se le hace esta pregunta. “Ese es el
planteamiento de las fuerzas conservadoras y en particular de los poderes
económicos. Tenemos que empezar por analizar los costes de permanecer en la
eurozona porque después de aceptar la dura medicina de los recortes salariales,
la reducción del gasto público, la subida de impuestos, las privatizaciones y
la destrucción del Estado de bienestar seguimos con una perspectiva de
estancamiento económico a largo plazo”, explica haciendo hincapié en las
prospectivas económicas que recoge el libro. Por tanto, asegura que es
imprescindible abandonar el euro para evitar este estancamiento, “el aumento de
la pobreza, la pérdida de derechos democráticos y de soberanía nacional en los
países periféricos”.
La inacción de la izquierda abona el campo a la extrema derecha
Desde la publicación del primer informe de la RMF (Eurozone Crisis: Beggar Thyself and Thy Neighbour) han pasado ya tres años y medio, lo que dota de una perspectiva temporal que permite asegurar al economista griego que hoy es menos traumática la ruptura de la eurozona, tanto desde el punto de vista económico como social. Por un lado, “la situación fiscal de los países periféricos se ha estabilizado y la competitividad se ha recuperado en gran medida”, mientras que por otro, añade Lapavitsas, “la gente está mucho más convencida de la idea de abandonar la eurozona porque es consciente de que la unión monetaria ha fracasado”.
La inacción de la izquierda abona el campo a la extrema derecha
Desde la publicación del primer informe de la RMF (Eurozone Crisis: Beggar Thyself and Thy Neighbour) han pasado ya tres años y medio, lo que dota de una perspectiva temporal que permite asegurar al economista griego que hoy es menos traumática la ruptura de la eurozona, tanto desde el punto de vista económico como social. Por un lado, “la situación fiscal de los países periféricos se ha estabilizado y la competitividad se ha recuperado en gran medida”, mientras que por otro, añade Lapavitsas, “la gente está mucho más convencida de la idea de abandonar la eurozona porque es consciente de que la unión monetaria ha fracasado”.
La extrema derecha se ha dado perfectamente cuenta de este
descontento y ya está demostrando que se jugará todo a la única carta del
euroescepticismo para pescar votos en las aguas revueltas de la UE. Quizá por
ello, Lapavitsas se muestra especialmente crítico con la inacción y la falta de
determinación de los partidos de izquierda. “La ultraderecha se está
beneficiando de la percepción social de que la izquierda no tiene nada que
ofrecer, ya que sólo apuesta por mantener el statu quo y se la ve como una
partidaria del euro que está dispuesta a hacer todo lo necesario para
salvarlo”, lamenta el economista griego.
Syriza, la coalición de izquierda griega, es un buen ejemplo de ello. Aunque mediáticamente se les ha
relacionado con los opositores al euro, en su programa apuestan claramente por
mantenerse dentro de la eurozona. “A los ojos de la gente la izquierda es una
fuerza sistémica del capitalismo contemporáneo, y esto es lo que realmente
ayuda a que crezca la extrema derecha”, apunta el griego. De hecho, la
“debilidad ideológica” de la izquierda”, es para Lapavistas de los aspectos
“más deprimentes de la crisis”.
“A los alemanes también les interesa dejar el euro”
Para Lapavitsas no hay duda de que el euro es insostenible a
largo plazo. “La Unión Económica y Monetaria representa un fracaso histórico
gigantesco, que se ha intentado mantener asumiendo enormes costes sociales
durante los tres últimos años”. En lugar de seguir adoptando medidas basadas en
la austeridad y contra el interés de los trabajadores, dice, “hay que tomar elcontrol
de la banca y los flujos de capital, lo que es perfectamente posible porque la
propia UE lo hizo en el caso de Chipre”. Una medida que, añade, evitaría
también los hipotéticos ataques de los mercados y la fuga de capitales, “una
amenaza real pero con la que tampoco se debe exagerar”.
El escepticismo político de Lapavitsas, o realismo según él
mismo subraya, ni siquiera le permite imaginar la creación de un frente común
entre los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) para que
reaccionen de manera sólida y conjunta con el objetivo de frenar las presiones
fiscales y los recortes impuestos desde Bruselas (y Berlín). “Me temo que se
trata de una ilusión. La defensa de lo que se llama ‘Europa de los pueblos’ o
‘Europa de los movimientos’ ni siquiera se ha planteado desde los países del
sur. Más bien al contrario, han competido entre sí para negociar de forma
individual con Alemania”. Por otro lado, la idea deun frente común de Portugal,
Italia, Irlanda, Grecia y España, explica, “no tendría ninguna fuerza en la UE
si Francia no se suma y lo lidera”.
La ruptura de la UE tampoco está exenta de la trampa del
nacionalismo. Esta es la gran baza de Le Pen y sus homólogos en otros países,
que difunden la idea, “falsa” según Lapavitsas, de que ‘los alemanes están
siendo los grandes beneficiados por el euro’. “Como ya decíamos en los primeros
informes de 2010 los trabajadores alemanes también han sufrido la
congelación de sus salarios y su nivel de vida no ha mejorado. A todos los
trabajadores de Europa les convendría salir del euro y detener las políticas de
ayuda a la banca”, asegura. Lo que sí reconoce es que se ha producido una
emergencia económica de los países centroeuropeos en detrimento de los del sur,
pero “estos desequilibrios se producen también dentro de cada país”.
El europeísmo, “una enfermedad intelectual”
Para materializar estas intenciones y volver a utilizar una moneda diferente en cada país, Lapavitsas reconoce que es necesario diseñar una hoja de ruta y crear nuevas instituciones supranacionales “que estabilicen los tipos de cambio y no dejen a las divisas al amparo de los caprichos de los mercados”. Sin embargo, en este sentido no da pistas más allá de decir que “la experiencia de América Latina podría resultar muy valiosa”, en referencia al Mercosur o al Alba. Unas organizaciones deseables, dice, siempre que “cada país pueda tomar las decisiones que considere más adecuadas sobre su modelo productivo y su estructura económica, comercial y fiscal”. La armonización fiscal, añade, tampoco necesaria, ya que “sólo es el resultado de las fallas arquitectónicas del euro”.
El europeísmo, “una enfermedad intelectual”
Para materializar estas intenciones y volver a utilizar una moneda diferente en cada país, Lapavitsas reconoce que es necesario diseñar una hoja de ruta y crear nuevas instituciones supranacionales “que estabilicen los tipos de cambio y no dejen a las divisas al amparo de los caprichos de los mercados”. Sin embargo, en este sentido no da pistas más allá de decir que “la experiencia de América Latina podría resultar muy valiosa”, en referencia al Mercosur o al Alba. Unas organizaciones deseables, dice, siempre que “cada país pueda tomar las decisiones que considere más adecuadas sobre su modelo productivo y su estructura económica, comercial y fiscal”. La armonización fiscal, añade, tampoco necesaria, ya que “sólo es el resultado de las fallas arquitectónicas del euro”.
Los actuales partidos de izquierda no tienen demasiadas
papeletas para capitanear este hipotético futuro. Según este economista, “la
izquierda ha aceptado en gran medida el europeísmo, una enfermedad intelectual
que se generalizó en la década de 1990. ‘Europa’ se convirtió en una entidad
trascendental para muchos, una idea que sustituye las viejas nociones de
socialismo. Muchos partidos de izquierda se imaginaron que la UE contribuiría a
superar las viejas divisiones nacionales y que traería progreso. Lo más triste
es que los considerados revolucionarios también han sido víctimas del
europeísmo”, como sería el caso de Syriza, claramente enfrentado a los
comunistas del KKE, de corte antieuropeo.
La defensa de la UE no es, según Lapavitsas, un
planteamiento que merezca el apelativo de izquierdista. Al menos, matiza, “si
entendemos como izquierda el socialismo y el anticapitalismo”. Por eso, urge
a estas organizaciones a que se replanteen su visión sobre Europa, así como el
papel de los Estados modernos y la forma en la que crear “un internacionalismo
más eficaz para enfrentar este ataque, sin precedentes, del capitalismo”.
© El Confidencial
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