Esta semana fui a ver El fundador [The Founder], una película nueva sobre el hombre que se encuentra en el origen del imperio McDonald’s de comida rápida. A Michael Keaton se le pronostica un Oscar por su retrato de Ray Kroc, que convirtió a los volteahamburguesas McDonald’s, con su único local de San Bernardino (California), en una historia de éxito global. El film tiene un 80% de aprobación en la página digital de reseñas agregadas, Rotten Tomatoes [célebre página norteamericana de crítica cinematográfica popular y periodística], un reparto de oro macizo y destacados valores como producción – y yo la he odiado más que cualquier otra película de la que tenga memoria.
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Hasta
ahí, nada que objetar. Lo que resulta extraordinario de El fundador es que nos pide que empaticemos con Kroc, una empatía
que me resultó imposible, dado que Kroc es un oportunista amoral. Tradicionalmente,
en películas así se produciría algún tipo de revés, merced al cual aprendería
Kroc que hay cosas más importantes que el éxito comercial. O si no, en
películas en las que el personaje principal es un antihéroe – Michael Corleone
en El padrino, [The Godfather], pongamos por caso – tiene lugar una obscura
inversión fáustica, y el protagonista acaba por perder su alma.
Nada
de esto sucede en El fundador. Hay
que reconocer que no es un tiburón despiadado al inicio de la cinta –no es más
que un perdedor egoísta con un matrimonio que se va a pique– pero el relato
apenas sí le lleva de héroe a cero a la izquierda. Por el contrario, gracias a
su persistencia, se queda con la empresa, se queda con el dinero, hasta con la
chica, que le roba a su socio cuando se ve conquistado por la pasión evangélica
de ella por los batidos químicos.
No
hay ningún “punto intermedio de crisis”, ninguna revelación de que debe escoger
entre mantener o perder su integridad. Se supone que tenemos sólo que observar
su ascenso al poder…y aplaudir su determinación.
Ciertamente,
son posibles otras interpretaciones. No siempre se le pide al público empatía
por el personaje principal de una película y las películas independientes con
frecuencia invitan a tener una perspectiva más crítica. Pero todo en el modelo,
configuración y estructura de El fundador
te invita a identificarte con Kroc como héroe norteamericano.
¿Qué
está pasando aquí? Ya hemos tenido antes abundantes historias sobre la creación
de empresas de las que se ha hecho una película. Pero películas como La red social [The Social Network] y Steve Jobs adoptan una visión enormemente
crítica hacia sus protagonistas. La red social muestra al creador de Facebook, Mark Zuckerberg, no como a un
héroe sino como alguien que, para ganar el mundo, perdió a la chica que amaba.
El fundador es distinto. Quizás no sea
más que un accidente de un mal trabajo cinematográfico. Pero puede que esté
sucediendo algo más siniestro. En los últimos años, ha crecido el interés
empresarial en la narración. Hace ya mucho tiempo que así es, por supuesto,
principalmente en la publicidad. Pensemos en el famoso anuncio de Páginas Amarillas con J.R. Hartley, que
cuenta la historia de un autor olvidado que va en busca de su libro.
Pero
hoy en día, el “relato” está por todas partes. Al entender que la emoción, más
que los hechos, es para los consumidores lo que cuenta, el juego tiene todo que
ver con asociar productos a emociones positivas. La última campaña de Tesco
[cadena de supermercados británica] tiene como titular “Historias de amor
con la comida”. The Co-Op [empresa minorista británica de alimentación] cuenta
una historia de amor para vender su vino peleón. Burberry, Nike, Guinness,
Google, Compare the Market, todas han contado recientemente mini historias en
sus anuncios.
Robert
McKee, gurú de la escritura de guiones, dirige los cursos de “Storynomics” para
desentrañar los secretos del relato para grandes empresas como Microsoft y
Nike. ¿Es tal vez en cursos como estos donde se aprende el modo de presentar
historias como las de Kroc al público cinematográfico?
Los
peliculeros de Hollywood se olieron una fiebre del oro cuando descubrieron El héroe de las mil caras [Fondo de
Cultura Económica, 2015], de Joseph Campbell [profesor norteamericano conocidos
por sus estudios de mitología y religiones comparadas], un estudio
antropológico que pretendía identificar una estructura de relato universal en
todos los mitos del mundo. Según es bien conocido, ejerció su influencia sobre
George Lucas. El fundador no cumple las reglas de escritura de guion de
Campbell, puesto que, en el enfoque convencional, los protagonistas deben gozar
de nuestra simpatía.
Entiendo
que McDonald’s no contribuyó a financiar El
fundador, pero me quedé preguntándome por qué. No sé lo que la película
significa o significará para todos sus espectadores. Pero sé lo que ha
significado para mí. Me ha aterrado. Porque si este es el futuro del relato, el
desenlace será, desde luego, deprimente.
Tim Lott (1956), es un periodista
y escritor británico, estudió en la London School of Economics. Es conocido por
sus novelas y su labor de cronista de viajes y columnista. Su último libro es Under
the Same Stars. Traducción del inglés por Lucas Antón
Título en inglés: “The Founder is a film of our time: capitalism as entertainment”
Título en inglés: “The Founder is a film of our time: capitalism as entertainment”
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