José Pablo
Feinmann / […] se estrenó el esperado y demorado film
del actor inglés Paul Bettany, Shelter.
Bettany lo tenía listo desde fines de 2014. Con alguna suerte y alguna mala
suerte, lo estrenó ese año en el Festival de Toronto, Canadá. Como suele
ocurrir con las películas en que actúa Jennifer Connelly, ella se llevó todos
los aplausos, aunque algunos, no pocos, quedaron para Anthony Mackie, su
coprotagonista, y para Bettany. Shelter
no es un film para mirar y comer cotufas, ya que se les encogerá el estómago y
no tiene gracia comer en tanto uno mira una película de hambrientos. Se trata de un film hecho por gente extraña, rara. Aun
cuando Bettany haya ingresado al universo Marvel (un arma de estupidización del
poder mediático) interpretando a Vision y parece que exitosamente, aun cuando
Connelly sea la modelo top de Louis Vuitton o de Balenciaga o Revlon, no son
convencio- nales. Connelly es Embajadora ante la Unesco por Amnesty Inernational,
hace cortos denunciando la violencia contra las mujeres. “Hagan ruido –dice–.
Detengan la violencia contra las mujeres.” También contra el trabajo esclavo de
los africanos para extraer diamantes en África. “No compre diamantes –dice–. No
sea cómplice de los asesinos. Ellos explotan y matan a nuestros hermanos de
Africa. No se convierta en otro asesino.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
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22/11/15
Shelter — Una película hecha por ‘gente extraña’
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Reseña
18/10/15
La construcción del enemigo | Armar hasta los dientes a un enemigo de su gran enemigo, y luego su aliado…
José Pablo Feinmann | Nadie, ningún politólogo serio, negaría hoy
que las dos bombas atómicas arrojadas por los norteamericanos en Japón fueron,
no sólo para terminar la guerra, sino para evitar que los soviéticos se
adueñaran del imperio de Hirohito. Y para exhibirles, como modo de
amedrentamiento, el devastador poderío nuclear de los Estados Unidos. El miedo
a la “ola roja”, a su expansión, a sus conquistas, funcionó una vez más. Había
que tirar esas bombas: para liquidar a los japs,
desde luego, pero –proyectando las cosas hacia el futuro– porque todos sabían
que la nueva guerra ya había estallado. La nueva, la verdadera, la que
enfrentaba a los auténticos adversarios: occidente y el oriente soviético.
Entonces, ¿qué clase de guerra había sido la llamada “segunda”? Muchos, todavía hoy, no saben responder esa pregunta. La nebulosa del enfrentamiento entre las democracias de Occidente y el totalitarismo nacional-socialista lo cubre todo, cree y dice ofrecer las respuestas, pero no, miente. Hitler fue, desde un principio, un aliado del occidente capitalista. Pese a su elocuencia, a su oratoria frenética contra la mediocridad burguesa, el Führer, y quienes lo rodeaban, eran enemigos de los bolcheviques.
Entonces, ¿qué clase de guerra había sido la llamada “segunda”? Muchos, todavía hoy, no saben responder esa pregunta. La nebulosa del enfrentamiento entre las democracias de Occidente y el totalitarismo nacional-socialista lo cubre todo, cree y dice ofrecer las respuestas, pero no, miente. Hitler fue, desde un principio, un aliado del occidente capitalista. Pese a su elocuencia, a su oratoria frenética contra la mediocridad burguesa, el Führer, y quienes lo rodeaban, eran enemigos de los bolcheviques.
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José Pablo Feinmann
20/7/15
Alemania termina con Grecia, la cuna de Occidente
José
Pablo Feinmann | Durante el reciente Foro del
Pensamiento Latinoamericano realizado no hace mucho en San Miguel de Tucumán,
muchos de los disertantes unieron la situación de Suramérica con el trágico
destino que amenaza una vez más a los griegos, nada menos que a ellos que pasan
por ser –para la tradición europea y para muchos de sus más eminentes
filósofos– la cuna de la civilización occidental. Así, en uno de esos momentos
de flojedad, descanso o reposo que se producen en estos eventos (y que son a
menudo los más fructífero) me encuentro tomando un café con Jorge Alemán, a
quien quiero y admiro. Me dice: “Lo de
Grecia es increíble. La propia Europa se empecina en destruir a los griegos, a
los de hoy que heredan a los de ayer en quienes Occidente encuentra su origen,
el surgimiento de la tragedia, Homero, la filosofía. ¡Si Heidegger resucitara y
viera esto! Pobre, se muere otra vez. Lo que hace Alemania es demencial”.
(Me pareció una mirada original, brillante. Me
puse a pensar a partir de ahí. Aclaración: es la primera y última vez
que te cito, querido Jorge. De aquí en más procedo a apropiarme de esta idea,
tal como tu admirado Lacan se adueñó de tantas de los más grandes filósofos que
lo precedieron, sobre todo Heidegger, y nunca los citó.)
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José Pablo Feinmann
6/7/15
Pink Floyd, revisitado
José Pablo Feinmann | ¿Por
qué re-visitar Pink Floyd? Esa banda de muchachos ingleses injertó la filosofía
en el rock de un modo imperecedero. No vamos a hacer su historia, que es
conocida. Nos vamos a detener reflexivamente sobre algunas de sus canciones, en
lo posible aquellas que forman el corpus del film The Wall, el punto más alto al que llegaron y acaso el más alto al
que también llegó el rock como música, poesía y arte de la rebelión. Esas
canciones, desde otra década, desde otro siglo, nos siguen interpelando, nos
siguen llamando a las dos actitudes existenciales definitivas ante la realidad
(ese muro infranqueable): la mansa aceptación o la rebeldía.
¿Qué quieres ser, mi amigo? ¿Un sujeto autónomo, un ser
libre o apenas otro ladrillo en la pared? Te educaron para que fueras lo otro
de la libertad. Para que fueras parte de la pared. Un ladrillo, apenas uno más.
Para eso te gritaron, te pegaron, te humillaron. En algún momento te rebelaste
y tu rebelión se expresó con fuerza, a viva voz, poéticamente: “No necesitamos la no educación/ No
necesitamos el control mental/ ¡Hey, profesores, dejen a los niños en paz!”.
(All in all you are just another brick in the wall.) “Al fin de cuentas, sólo
eres otro ladrillo (brick) en la pared.”
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Música
14/12/14
Reflexiones sobre la historia | Ser la contracara de mi enemigo me hace su esclavo
Aunque por imperativos epocales tuve que leerlos a todos,
nunca me interesaron los historiadores que expresaban al llamado revisionismo
histórico. De entre ellos, me deslumbraron más los nacionalistas de derecha.
Grandes plumas, elegancia de la prosa, formación sólida, los hermanos Irazusta
y, sobre todo, el egregio Carlos Ibarguren se apoderaron de mis largas jornadas
de lectura. ¿Qué sucedía con los demás? Muy simple: toda posición
epistemológica que meramente se reduce a ser la negación de su enemigo se
somete a éste. Los revisionistas del ’30 se dedicaron a una explicitación más o
menos rigurosa (convincente, sin duda) de la historia oficial (la de la
oligarquía que había ganado las guerras civiles en el siglo XIX) para desmentir
cada una de sus afirmaciones.
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Refelexión
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