Álvaro del Amo | [En] Madrid se vuelven a programar breves
ciclos retrospectivos con copias nuevas y restauradas, dedicados a directores
que merecen el calificativo de clásicos. El reciente protagonizado por el
realizador italiano Roberto Rossellini (1906-1977), uno de los nombres clave de
la historia del cine, ofrece al cinéfilo el regalo de una nueva visita al viejo
y admirado pariente, con la satisfacción suplementaria de prescindir, al menos
en esta ocasión, del siempre un poco turbio adjetivo. Porque si el cinéfilo
admite reconocerse en un epíteto, por otra parte pasado de moda, con la mínima
valentía de quien declara su alejamiento respecto a la deriva actual de lo que
se llamó el séptimo arte, tampoco puede ocultar un cierto alivio cuando siente
que no será tan reaccionario cuando la revisión del pasado resulta tan actual.
Los espectadores que acudieron a los Verdi a ver, o volver a ver, Roma, cittá aperta; Paisà; Stromboli;
Europa 51 o Francesco, giullare di
Dio es muy probable que no compartieran la impresión de encontrarse
visitando un museo o rindiendo tributo a una estética pretérita. Lo que las
imágenes –remozadas por las avanzadas técnicas quirúrgicas aplicadas al
celuloide– comunicaban nada tenía que ver con la arqueología. Aquello vivía con
la inmediatez del presente, con la contundencia de una actualidad que la propia
actualidad niega a menudo, descuidada a la hora de preocuparse por su
representación. La recuperación de las películas del director romano, tan
lozanas y percutientes como si acabaran de nacer, liberaban al cinéfilo de su
condición de reaccionario, pues si el ayer resucita en el hoy no se celebra la
efemérides de un muerto, sino el gozo de que el anciano siga pareciendo un
jovenzuelo a su edad provecta.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
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10/10/15
Roberto Rossellini bautiza el realismo
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Arte,
Cine,
Reseña,
Roberto Rossellini
8/7/15
El nacimiento del neorrealismo italiano – 'Roma, Città Aperta'
► Se cumplen siete décadas
del estreno de “Roma, Città Aperta” (1945), la película de Roberto Rossellini
que motivó el bautismo internacional del cine italiano de posguerra como
neorrealismo, y que a nivel de lenguaje cinematográfico, en palabras de Jacques
Rivette, “abrió una brecha por la que el cine entero debe pasar bajo pena de
muerte”.
Manuel González
Ayestarán | En
plena ocupación nazi de Italia un director de cine católico (Rossellini) y un
escritor comunista (Sergio Amidei) se reunieron para poner en común la voluntad
de ser cronistas de su tiempo. Amidei comenzó a escribir el guión en junio de
1944 basándose en la historia real del sacerdote Luigi Morosini, el cual fue
torturado y asesinado por colaborar con el Comité
de Liberación Nacional. Rossellini por su parte comenzó a realizar tomas
documentales de Roma cuando la ciudad aún se encontraba ocupada. Federico
Fellini entraría algo más tarde a colaborar junto a Amidei en la elaboración
del guión.
Juntos retrataron en el celuloide las ruinas que la historia dejaba en la capital italiana junto a aquellas personas que lo sufrieron, empleando un lenguaje cinematográfico espontáneo y liberado en el que primaban más los sentimientos y la vivencia de lo mostrado que las reglas de composición y el acabado de las escenas.
Juntos retrataron en el celuloide las ruinas que la historia dejaba en la capital italiana junto a aquellas personas que lo sufrieron, empleando un lenguaje cinematográfico espontáneo y liberado en el que primaban más los sentimientos y la vivencia de lo mostrado que las reglas de composición y el acabado de las escenas.
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