William James ✆ Nacho Rúa |
Especial para La Página |
La psicología analiza la parte material y la parte formal
del hombre. En la tercera conferencia de William James, llamada “Hegel
y su método”, aprendemos los modos en los que no opera la mente humana
(preguntemos, como quería Wittgenstein, cuál no es el caso). ¿Qué es la
racionalidad? Es una visión compartida por una tribu (sujeto-verbo-predicado).
¿Qué es la irracionalidad? Es todo lo que no se ajusta al orden de nuestra
gramática, la cual ajusta la libertad de nuestro lenguaje (Philosohische Bemerkungen). Afirmar, negar y sintetizar, he ahí el
juego dialéctico inaugurado por Hegel, enemigo valiente de Schopenhauer, quien
abogaba por una estética visión del mundo.
Según William James no hay discípulos de Hegel que afirmen
que la dialéctica es efectiva. Con todo, Karl Marx usó el método hegeliano para
armar sus teorías, que resultaron verídicas. Marx pensaba en el
"materialismo histórico" y en el "materialismo dialéctico".
El primero es el dialecto de la materia, y el segundo es el dialecto de la
historia. El primero habla de las cosas, y el segundo habla del tiempo. ¿Qué es
primero, el tiempo o las cosas? ¿Qué reúne al tiempo con el espacio, que
siempre está lleno de cosas? El lenguaje, es decir, el dialecto humano.
El lenguaje sigue siendo poético, recordémoslo. Y si el
lenguaje sigue siendo poético, tenemos que aún no sabemos cómo hacer
descripciones justas para entender los fenómenos. Marx decía que existían
diversas temporalidades. La ética tiene su tiempo, es decir, su historia, y la
estética y la lógica también tienen su tiempo. ¿En qué cambia todo esto la
historia humana? Pues pensando así llegamos a la siguiente conclusión: no hay
una historia humana, sino historias de las cosas.
Pocos entienden a Marx ("Todo
autor es fácil si uno puede atrapar el centro de su visión", dice
James). El centro de la visión de Marx se llamaba "plusvalía". ¿De
dónde vienen los excedentes económicos y materiales? Vienen del trabajo
histórico acumulado, que es invisible para el empírico. El proletario trabaja
más rápido porque acumula saberes, saberes que multiplican la velocidad de la
producción, saberes por los que el capitalista no paga. ¿Por qué los burgueses
se niegan a aceptar el fenómeno de la explotación? Respondamos con una oración
de Hegel, maestro de Marx: "Sería
raro si la noción, el núcleo mismo de la mente, o, en una palabra, la totalidad
concreta a la que denominamos Dios, no tuviera la riqueza suficiente para
abarcar a una categoría tan pobre como la del Ser".
Ser es un hacer, es un actuar, es algo que se ve. La mente
humana puede ver más allá de lo material, e imagina, e imaginando rebasa los
límites de la razón. La explotación es invisible porque tiene lugar dentro del
ser humano (in nobis fiunt). ¿Quién
puede registrar los modos de aprendizaje de miles de personas que no están
expuestas a los análisis de los pedagogos? Nadie. ¿El proletariado se da cuenta
de cuánto aprende día a día? No. El proletariado tiene que vaciarse los
bolsillos para amueblarse el cerebro (Gramsci), y mientras lo hace el capitalista se hace más
rico con el dinero de los bolsillos de los pobres.
Los proletarios no entienden del todo las teorías de Marx o
de Hegel. ¿Por qué? Según James, esto es así porque Hegel se expresaba muy mal,
tan mal que leyéndolo dan ganas de "tirarse de los pelos". Las
ambigüedades hacen que la ciencia avance lenta, muy lentamente. Dice James:
"Los enigmas intelectuales frustran nuestros sistemas científicos".
La filosofía, decía Epicteto, nació de los enigmas, del asombro. Marx tomó con
sus manos la economía clásica y descubrió, asombrado, que ésta era débil (la
mesa no está hecha de electrones, apuntaba Wittgenstein).
"La verdad
completa acerca de algo involucra más que a esa cosa", dicta James. La
economía está, en buena parte, hecha de historia, de tiempo. ¿Cuántas acciones
económicas hemos realizado a través del tiempo sin saber lo que hacíamos? Eso
que no sabíamos que hacíamos, ¿desaparece sólo porque nuestra mente no es capaz
de aprehenderlo? No. Todo saber tiene su lado negativo, su lado invisible o
contradictorio, según la filosofía de Hegel.
James cuenta que la "lógica dialéctica" sustituyó
a la "lógica de la identidad", siendo la última la educadora de
Europa. Ahora no importa Aquiles y no importa Héctor: hoy importa la lucha de
clases, la síntesis que hubo entre ambos héroes, lo cual elimina la identidad
de ambos guerreros (y elimina, en apariencia, la desigualdad entre el
proletario y el burgués). Para Hegel la filosofía no era una simple actividad
empírica, sino una actividad intelectual. Su antípoda, Schopenhauer, creía todo
lo contrario. Parménides fue uno de los fundadores del ‘principio de identidad’, pues postuló que un ser, para ser-lo,
tiene que ser infinito, inamovible y demás. Según esta lógica sólo podemos ir
de identidad en identidad y dejando vacíos entre cada concepto. Pero Hegel
creía que todos los objetos pueden coligarse sin dejar vacíos.
La misión de toda ciencia nueva es hacer sus propias
distinciones (Lire le Capital), sus
propias identidades, para después ligarse a otras ciencias. Si una ciencia no
se liga a las demás provoca que el ser humano caiga en cegueras (Summum Jus, summa
injuria). A debe hacer que B no exista, debe dominarla o aliarse con
ella. No temamos que una identidad muera. Los griegos decían que no debemos
temerle a la muerte, pues vivos no estamos muertos, y muertos ya no podemos
sufrir. Regresemos a los clásicos. Heisenberg leía a los clásicos, Demócrito
creía en la unión amorosa de los átomos, y Cicerón escribió un libro sobre
todas las cosas.