Eric Hobsbawm ✆ James Hyman |
De los varios estadios del desarrollo histórico de la
humanidad censados por Marx en el prefacio a su critica de la economía
política, los modos de producción “asiático, antiguo, feudal y burgués
moderno”, tanto el feudal como el capitalista han sido aceptados sin serias
objeciones mientras que la existencia o universalidad de los otros dos ha sido
puesta muchas veces en entredicho e incluso negada.
Pero, por este lado, el problema de la transición del
feudalismo al capitalismo quizás ha planteado mas discusiones entre los
marxistas que ningún otro de los conectados con la periodización de la historia
mundial. En la década de los cincuenta se establece la conocidísima polémica
internacional sobre este punto con la intervención de Paul Sweezy, Maurice Dobb,
H.K. Takahashi, Christopher Hill y Rodney Hilton, completada con aportaciones
posteriores de George Lefebvre, A. Soboul y Giuliano Procacci. (1)
En esta
misma década se desencadena una vivísima, aunque en modo alguno concluyente,
discusión en la URSS sobre la “ley fundamental del feudalismo”, es decir, sobre
el mecanismo que lleva necesariamente a la substitución del feudalismo por el
capitalismo, de modo similar a como la tendencia histórica a la acumulación de
capital, de acuerdo con el análisis de Marx, sentencia irrevocablemente el
capitalismo a desaparecer. (2) Hay otras varias discusiones interesantes sobre
el tema, en particular en los países asiáticos, que desafortunadamente no
conozco.
El objeto que persiguen las presentes notas no es proponer
nuevas respuestas a los problemas planteados por la transición del feudalismo
al capitalismo, sino enmarcarla dentro de una discusión mas general sobre los
diferente estadios del desarrollo social que recientemente ha vuelto a salir a
la luz en las paginas de Marxism Today. Quizá lo mejor sea avanzar algunas
proposiciones susceptibles de discusión:
1) La primera concierne a la universalidad del Feudalismo.
Tal como indica Joan Simon en Marxism Today (junio 1962) al compendiar el
reciente debate sobre el tema organizado por esta publicación y el Grupo de
Historia del Partido Comunista Británico, la dirección seguida por el
pensamiento marxista en las ultimas décadas tiende a ensanchar el ámbito del
“feudalismo” a expensas de formaciones sociales calificadas en otro tiempo de
comunales-primitivas, asiáticas , etc.
En la practica, esto significa que el “feudalismo”, otrora
convertido en una especie de legado residual, conoce actualmente un vasto
proceso de expansión, y bajo esta etiqueta se enmarca cuando va desde las
sociedades primitivas hasta el triunfo del capitalismo, que en algunos países
se ha producido en el presente siglo, y se extiende desde China hasta África
occidental, quizá incluso hasta México. (3)
Sin compartir necesariamente la idea de que sea por completo
justificable esta visión amplia del “feudalismo”, no por ello deja de ser
cierto que se trata, de una formación social sumamente extendida, y también lo
es que la forma precisa que adopta varia considerablemente de un país a otro.
La forma mas próxima a la versión europea plenamente desarrollada es sin lugar
a dudas la que se dio en el Japón —las similitudes son muy notables—, mientras
que en otros países el paralelismo es bastante menor, y en otros los elementos
feudales son meros integrantes de una sociedad constituida notablemente
distinta.
2) Bajo tales circunstancias, parece pues muy claro que es
difícil admitir el supuesto de una tendencia universal del feudalismo a
transformarse en capitalismo. Lo cierto es que, de hecho, solo sucedió tal en
una region muy concreta del globo, en Europa occidental y parte del área
mediterránea. Es admisible discutir sobre si en otras areas concretas (por
ejemplo, en Japón y en ciertas partes de la India) pudo haber llegado a
completarse una evolución de este tipo, exclusivamente con el concurso de
fuerzas sociales internas, en el supuesto de que su desarrollo historico no se
hubiera visto interrumpido por la intromisión de las potencias capitalistas e
imperialistas occidentales. También puede discutirse hasta donde han llegado en
tales áreas las tendencias hacia el capitalismo. (En el caso de Japón quizá la
respuesta a la primera cuestión sea “si” y la respuesta a la segunda sea “muy
lejos”, pero se trata de un tema sobre el que debería guardarse muy bien de
opinar quien no sea un experto.) También puede argumentarse que la tendencia
hacia tal tipo de desarrollo existía en todas partes, aunque su marcha era
normalmente tan lenta que la convertía en negligible. Por descontado, quienes
no acepten el método marxista no admitirán que las fuerzas que generaron el
desarrollo económico en Europa también actuaban en cualquier otra parte, aunque
no necesariamente con los mismos resultados dad la diferencia de circunstancias
históricas y sociales. Pero aquí no le estamos dando vuelta al hecho de si la
transición del feudalismo al capitalismo, contemplada a escala mundial, es un
caso de desarrollo altamente regular. El capitalismo triunfó plenamente en una,
y solo una, parte del mundo, y esta región transformó después el resto del
planeta. En consecuencia, lo primero que debemos explicar es qué razones
especificas hicieron que dicha transición se produjera precisamente en la
región eruopeo-mediterranea y no en otra parte.
3) Todo lo anterior no significa que deba resolverse el
problema en términos estrictamente europeos. Por el contrario, es evidente que
en diferentes momentos históricos las relaciones entre Europa y el resto del
mundo fueron decisivas. Hablando de un modo general, durante la mayor parte de
su historia Europa fue una region barbara situada en el extremo occidental de
una zona de civilización que se extendía desde China, en el este, hasta el
Oriente Medio y Próximo a través de todo el sur de Asia. (Japón también ocupa
una posición marginal similar en la zona oriental de esta área, aunque se halla
mucho mas cerca de los centros de civilización.) Como ha puesto de manifiesto
Gordon Childe, en los mismísimos comienzos de la historia europea, las
vinculaciones económicas con el Próximo Oriente eran importantes, y esto siguió
siendo cierto en los inicios de la historia feudal europea, cuando la nueva
economía de los pueblos bárbaros (aunque potencialmente mucho mas progresiva)
se asentó sobre las ruinas del antiguo imperio greco-romano e hizo que los
principales centros de la linea comercial que unía el este con el oeste a
través del Mediterráneo (Italia, valle del Rin) se convirtieran en etapas
finales de trayecto. Las vinculaciones son aun mas obvias en los primeros pasos
del capitalismo europeo, cuando la conquista o explotación colonial de América,
Asia y África —asi como de ciertas partes de Europa oriental— posibilitó la
acumulación primaria de capital en el área donde acabo triunfando.
4) Dicha área comprende partes de la Europa mediterránea,
central y occidental. Gracias a la labor de arqueólogos e historiadores,
básicamente a partir de 1939, podemos establecer hoy en día las principales
etapas de este desarrollo económico. A saber:
A) Un periodo de recaída,
inmediatamente posterior al hundimiento del imperio romano occidental, seguido
de una evolución gradual de una economía feudal, y quizá de una recesión
durante el siglo X (“La era de las tinieblas”).
B) Un periodo de desarrollo
económico muy rápido generalizado, que se extiende desde alrededor del año 1000
de nuestra era hasta comienzos del siglo XIV (la “Alta Edad Media”) y
constituye el punto álgido del feudalismo. Este periodo presenta un marcado
crecimiento de la población, la agricultura, la producción de manufacturas y el
comercio, una virtual revitalización de las ciudades, una notabilísima
explosión cultural y una sorprendente expansión de la economía feudal de
occidente bajo la forma de “cruzadas” contra los musulmanes, emigración,
colonización y establecimiento de postas comerciales en diversos puntos del
extranjero.
C) Una gran “crisis feudal”
durante los siglos XIV y XV, caracterizada por el colapso de la agricultura
feudal a gran escala, la manufactura y el comercio internacional, así como por
un declive demográfico, varias tentativas de revolución social y crisis
ideológicas.
D) Un periodo de renovada
expansión, que transcurre entre mediados de l siglo XV y mediados del XVII, y
en el que por primera vez se ponen de manifiesto signos de una ruptura
importante en las bases y la sobreestructura de la sociedad feudal (la Reforma,
los elementos característicos de la revolución burguesa en los Países Bajos) y
entre los comerciantes y conquistadores europeos dentro de América y el océano
Indico. Este es el periodo que Marx considera como comienzo de la era
capitalista. (4)
E) Otro periodo de crisis, ajuste
de posiciones o retroceso, la “crisis del siglo XVII”, que coincide con la
primera ruptura frontal con el viejo modo, la revolución inglesa.
Inmediatamente después, un periodo de expansión económica renovada y crecientemente
generalizado, que culmina con
F) El triunfo definitivo de la
sociedad capitalista, que virtualmente se produce de forma simultánea en el
ultimo cuarto del siglo XVIII a través de la revolución industrial, en Gran
Bretaña y de las revoluciones americana y francesa.
El desarrollo económico de Europa oriental es algo distinto.
Comparable en términos generales durante los periodos A y B, la conquista de
amplias áreas europeas por pueblos asiáticos (mongoles, turcos) crea una
ruptura, y durante los periodos D y E ciertas partes de esta zona quedan
subordinadas como semicolonias en manos del área capitalista europea en
desarrollo con lo que se ven sometidas a un proceso de refeudalizacion.
5) Así pues, la transición del feudalismo al capitalismo es
un proceso largo y en modo alguno uniforme, que comprende como mínimo cinco o
seis fases. La discusión de tal transición ha girado básicamente alrededor del
carácter de los siglos situados entre los primeros signos indiscutibles de
bancarrota feudal (periodo C, la “Crisis feudal” (5) del siglo XIV) y el
triunfo definitivo del capitalismo a finales del siglo XVIII. Cada una de las
fases censadas contiene firmes elementos de desarrollo capitalista. Por
ejemplo, en el periodo B, el imponente auge de las manufacturas textiles
italianas y flamencas, que sufrieron un colapso durante la crisis feudal. Por
otro lado nadie ha sostenido con un mínimo de seriedad que el feudalismo se
prolongara mas alla del siglo XVIII o que el capitalismo se consolidara antes
del siglo XVI. Pero no obstante, tampoco nadie puede poner en entredicho que
durante todo el periodo de 1000-1800, o en su mayor parte, existió una
evolución económica persistente que avanzaba según una misma dirección, aunque
no en todas partes ni al unísono. Hubo áreas que después de ostentar la
vanguardia del proceso sufrieron un marcado retroceso, como es el caso de
Italia; otras que durante un cierto tiempo modificaron la dirección de su
camino evolutivo, una vez mas sin seguir ninguna uniformidad. Cada gran crisis vio
como países antes “punteros” pasaban a la retaguardia y su plaza la ocupaban
otros con mucho mayor grado de atraso en épocas pretéritas, pero potencialmente
mas progresivos; es el caso de Inglaterra. De lo que no cabe duda fundada es de
que cada fase de este proceso aproximaba la victoria del capitalismo, incluso
aquellas que a primera vista se nos muestran como periodos de recesión
económica.
6) Si dicho análisis es correcto, parece necesaria la
existencia de una contradicción fundamental en esta particular forma de
sociedad que siempre avanza mas alla en el camino que conduce a la victoria del
capitalismo. Su naturaleza, la de esta contradicción, nunca ha sido aclarada de
forma satisfactoria. Por otro lado, también es indudable que las fuerzas que se
oponían a tal desarrollo, aunque ineficaces, están lejos de ser negligibles. La
transición del feudalismo al capitalismo no es un proceso simple en el que los
elementos capitalista inmersos dentro del feudalismo se fortalecen hasta que
tienen la potencia necesaria para romper en pedazos el caparazón feudal. Como
hemos visto una y otra vez (en el siglo XIV y, probablemente , también en el
XVII), una crisis feudal también implica a las capas mas avanzadas de la
burguesía que se desarrollan en su seno, de ahí que se produzca un aparente
retroceso. El progreso prosigue o se reanuda en otras partes, hasta entonces
mas atrasadas, como Inglaterra. Pero, desde luego, la característica mas
interesante de la crisis del siglo XIV no es solo el derrumbamiento de la agricultura
feudal a gran escala sobre los dominios señoriales, sino también el de la
industria textil italiana y flamenca, con sus patrones capitalistas y mano de
obra asalariada ( proletarizada) y una organización que casi ha alcanzado las
fronteras de la industrialización, Inglaterra avanza, pero Italia y Flandes,
mucho mas desarrolladas hasta entonces, nunca se recuperaran, con lo cual la
producción industrial global disminuye. Naturalmente, durante un largo periodo
en el que va creciendo las fuerzas del capitalismo, pero que una y otra vez
fracasan en sus intentos por separarse del tegumento feudal , o que incluso se
ven envueltas en sus crisis, se hace muy difícil, por no decir imposible, una
descripción en términos estáticos. Esta dificultad queda muy bien reflejada en
el carácter poco satisfactorio de la discusión marxista sobre el periodo
situado entre la primera crisis general del feudalismo y la incuestionable,
aunque muy posterior en el tiempo, victoria del capitalismo.
7) Hasta que punto este cuadro de una substitución gradual
del feudalismo por el capitalismo puede aplicarse a regiones situadas fuera del
“corazón” del desarrollo capitalista?. Solo de forma muy reducida. Debe
admitirse que se observan ciertos signos de desarrollo comparable bajo el impulso
del mercado mundial a partir del siglo XVI; quizás un buen ejemplo lo
constituya el fomento de las manufacturas textiles en la India. Pero en cuanto
concierne a la tendencia opuesta, la de que las zonas que estuvieron en
contacto con las potencias europeas y cayeron bajo su órbita de influencia se
convirtieron en economías y colonias sometidas a occidente, hay algo mas que
meras impresiones. De hecho, gran parte del continente americano vino a caer en
economías esclavistas al servicio de las necesidades del capitalismo europeo, y
una muy amplia porción de África quedo hundida económicamente a causa del
comercio de esclavos; amplias áreas de Europa oriental recayeron en economías
neofeudales por razones muy similares. Incluso el leve y temporal estimulo que
pudo proporcionar aquí y acullá el desarrollo de la agricultura y la industria
mercantil vinculadas al surgimiento del capitalismo europeo, se vio frenado de
inmediato por una deliberada desindustrialización de las colonias y
semicolonias tan pronto fueron consideradas como posibles competidoras frente a
la producción de la metrópoli o incluso, como en el caso de la India, cuando se
limitaron a intentar el abastecimiento de su propio mercado en lugar de
recurrir a importaciones procedentes de la Gran Bretaña. Por tanto, el efecto
neto del ascenso del capitalismo europeo fue intensificar un desarrollo
desigual y dividir el mundo de forma cada vez mas clara en dos sectores, el de
los países “desarrollados” y el de los países “Subdesarrollados”, o en otros
términos , los explotadores y los explotados. El triunfo del capitalismo a
finales del siglo XVIII da la impronta de este desarrollo. Aunque no puede
negarse que suministra las condiciones históricas para que se produzcan
transformaciones económicas a lo largo y ancho de todo el planeta, de hecho el
capitalismo las hace mas difíciles que antes en aquellos países que no
pertenecen a su núcleo original de desarrollo o a sus alrededores. Solo la
revolución soviética de 1917 proporciona los medios y el modelo para un
autentico crecimiento económico global a escala planetaria y para un desarrollo
equilibrado de todos los pueblos.
Notas
(1) Ci. supra.
(2) Que yo sepa esta discusión no ha sido vertida al ingles
ni tampoco aparece reflejada en los recientes Fundamentals of marxism-leninism,
editados por O. Kuusinen.
(3) Marxism
Today (1962), p. 184.
(4) El
capital, vol. I, pp. 637-638
(5) La primera vez que se presta atención seriamente a esta
crisis es en la década de los treinta. Las discusiones marxistas sobre este
problema aparecen en M. Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo;
R.H. Hilton, en Annales E.S.C. (1952), pp. 23-50; F. Graus, La primera crisis
del feudalismo (en alemán y checo), 1953-1955; M. Malowist (en polaco), 1953 y
1954; y E.A. Kosminsky, “Feudal rent in England”, Past and Present, n. 7 (1955)