“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

28/12/12

Del feudalismo al capitalismo

Eric Hobsbawm ✆ James Hyman
Eric Hobsbawm

De los varios estadios del desarrollo histórico de la humanidad censados por Marx en el prefacio a su critica de la economía política, los modos de producción “asiático, antiguo, feudal y burgués moderno”, tanto el feudal como el capitalista han sido aceptados sin serias objeciones mientras que la existencia o universalidad de los otros dos ha sido puesta muchas veces en entredicho e incluso negada.

Pero, por este lado, el problema de la transición del feudalismo al capitalismo quizás ha planteado mas discusiones entre los marxistas que ningún otro de los conectados con la periodización de la historia mundial. En la década de los cincuenta se establece la conocidísima polémica internacional sobre este punto con la intervención de Paul Sweezy, Maurice Dobb, H.K. Takahashi, Christopher Hill y Rodney Hilton, completada con aportaciones posteriores de George Lefebvre, A. Soboul y Giuliano Procacci. (1)

En esta misma década se desencadena una vivísima, aunque en modo alguno concluyente, discusión en la URSS sobre la “ley fundamental del feudalismo”, es decir, sobre el mecanismo que lleva necesariamente a la substitución del feudalismo por el capitalismo, de modo similar a como la tendencia histórica a la acumulación de capital, de acuerdo con el análisis de Marx, sentencia irrevocablemente el capitalismo a desaparecer. (2) Hay otras varias discusiones interesantes sobre el tema, en particular en los países asiáticos, que desafortunadamente no conozco.

El objeto que persiguen las presentes notas no es proponer nuevas respuestas a los problemas planteados por la transición del feudalismo al capitalismo, sino enmarcarla dentro de una discusión mas general sobre los diferente estadios del desarrollo social que recientemente ha vuelto a salir a la luz en las paginas de Marxism Today. Quizá lo mejor sea avanzar algunas proposiciones susceptibles de discusión:

1) La primera concierne a la universalidad del Feudalismo. Tal como indica Joan Simon en Marxism Today (junio 1962) al compendiar el reciente debate sobre el tema organizado por esta publicación y el Grupo de Historia del Partido Comunista Británico, la dirección seguida por el pensamiento marxista en las ultimas décadas tiende a ensanchar el ámbito del “feudalismo” a expensas de formaciones sociales calificadas en otro tiempo de comunales-primitivas, asiáticas , etc.

En la practica, esto significa que el “feudalismo”, otrora convertido en una especie de legado residual, conoce actualmente un vasto proceso de expansión, y bajo esta etiqueta se enmarca cuando va desde las sociedades primitivas hasta el triunfo del capitalismo, que en algunos países se ha producido en el presente siglo, y se extiende desde China hasta África occidental, quizá incluso hasta México. (3)

Sin compartir necesariamente la idea de que sea por completo justificable esta visión amplia del “feudalismo”, no por ello deja de ser cierto que se trata, de una formación social sumamente extendida, y también lo es que la forma precisa que adopta varia considerablemente de un país a otro. La forma mas próxima a la versión europea plenamente desarrollada es sin lugar a dudas la que se dio en el Japón —las similitudes son muy notables—, mientras que en otros países el paralelismo es bastante menor, y en otros los elementos feudales son meros integrantes de una sociedad constituida notablemente distinta.

2) Bajo tales circunstancias, parece pues muy claro que es difícil admitir el supuesto de una tendencia universal del feudalismo a transformarse en capitalismo. Lo cierto es que, de hecho, solo sucedió tal en una region muy concreta del globo, en Europa occidental y parte del área mediterránea. Es admisible discutir sobre si en otras areas concretas (por ejemplo, en Japón y en ciertas partes de la India) pudo haber llegado a completarse una evolución de este tipo, exclusivamente con el concurso de fuerzas sociales internas, en el supuesto de que su desarrollo historico no se hubiera visto interrumpido por la intromisión de las potencias capitalistas e imperialistas occidentales. También puede discutirse hasta donde han llegado en tales áreas las tendencias hacia el capitalismo. (En el caso de Japón quizá la respuesta a la primera cuestión sea “si” y la respuesta a la segunda sea “muy lejos”, pero se trata de un tema sobre el que debería guardarse muy bien de opinar quien no sea un experto.) También puede argumentarse que la tendencia hacia tal tipo de desarrollo existía en todas partes, aunque su marcha era normalmente tan lenta que la convertía en negligible. Por descontado, quienes no acepten el método marxista no admitirán que las fuerzas que generaron el desarrollo económico en Europa también actuaban en cualquier otra parte, aunque no necesariamente con los mismos resultados dad la diferencia de circunstancias históricas y sociales. Pero aquí no le estamos dando vuelta al hecho de si la transición del feudalismo al capitalismo, contemplada a escala mundial, es un caso de desarrollo altamente regular. El capitalismo triunfó plenamente en una, y solo una, parte del mundo, y esta región transformó después el resto del planeta. En consecuencia, lo primero que debemos explicar es qué razones especificas hicieron que dicha transición se produjera precisamente en la región eruopeo-mediterranea y no en otra parte.

3) Todo lo anterior no significa que deba resolverse el problema en términos estrictamente europeos. Por el contrario, es evidente que en diferentes momentos históricos las relaciones entre Europa y el resto del mundo fueron decisivas. Hablando de un modo general, durante la mayor parte de su historia Europa fue una region barbara situada en el extremo occidental de una zona de civilización que se extendía desde China, en el este, hasta el Oriente Medio y Próximo a través de todo el sur de Asia. (Japón también ocupa una posición marginal similar en la zona oriental de esta área, aunque se halla mucho mas cerca de los centros de civilización.) Como ha puesto de manifiesto Gordon Childe, en los mismísimos comienzos de la historia europea, las vinculaciones económicas con el Próximo Oriente eran importantes, y esto siguió siendo cierto en los inicios de la historia feudal europea, cuando la nueva economía de los pueblos bárbaros (aunque potencialmente mucho mas progresiva) se asentó sobre las ruinas del antiguo imperio greco-romano e hizo que los principales centros de la linea comercial que unía el este con el oeste a través del Mediterráneo (Italia, valle del Rin) se convirtieran en etapas finales de trayecto. Las vinculaciones son aun mas obvias en los primeros pasos del capitalismo europeo, cuando la conquista o explotación colonial de América, Asia y África —asi como de ciertas partes de Europa oriental— posibilitó la acumulación primaria de capital en el área donde acabo triunfando.

4) Dicha área comprende partes de la Europa mediterránea, central y occidental. Gracias a la labor de arqueólogos e historiadores, básicamente a partir de 1939, podemos establecer hoy en día las principales etapas de este desarrollo económico. A saber:

A) Un periodo de recaída, inmediatamente posterior al hundimiento del imperio romano occidental, seguido de una evolución gradual de una economía feudal, y quizá de una recesión durante el siglo X (“La era de las tinieblas”).

B) Un periodo de desarrollo económico muy rápido generalizado, que se extiende desde alrededor del año 1000 de nuestra era hasta comienzos del siglo XIV (la “Alta Edad Media”) y constituye el punto álgido del feudalismo. Este periodo presenta un marcado crecimiento de la población, la agricultura, la producción de manufacturas y el comercio, una virtual revitalización de las ciudades, una notabilísima explosión cultural y una sorprendente expansión de la economía feudal de occidente bajo la forma de “cruzadas” contra los musulmanes, emigración, colonización y establecimiento de postas comerciales en diversos puntos del extranjero.

C) Una gran “crisis feudal” durante los siglos XIV y XV, caracterizada por el colapso de la agricultura feudal a gran escala, la manufactura y el comercio internacional, así como por un declive demográfico, varias tentativas de revolución social y crisis ideológicas.

D) Un periodo de renovada expansión, que transcurre entre mediados de l siglo XV y mediados del XVII, y en el que por primera vez se ponen de manifiesto signos de una ruptura importante en las bases y la sobreestructura de la sociedad feudal (la Reforma, los elementos característicos de la revolución burguesa en los Países Bajos) y entre los comerciantes y conquistadores europeos dentro de América y el océano Indico. Este es el periodo que Marx considera como comienzo de la era capitalista. (4)

E) Otro periodo de crisis, ajuste de posiciones o retroceso, la “crisis del siglo XVII”, que coincide con la primera ruptura frontal con el viejo modo, la revolución inglesa. Inmediatamente después, un periodo de expansión económica renovada y crecientemente generalizado, que culmina con

F) El triunfo definitivo de la sociedad capitalista, que virtualmente se produce de forma simultánea en el ultimo cuarto del siglo XVIII a través de la revolución industrial, en Gran Bretaña y de las revoluciones americana y francesa.

El desarrollo económico de Europa oriental es algo distinto. Comparable en términos generales durante los periodos A y B, la conquista de amplias áreas europeas por pueblos asiáticos (mongoles, turcos) crea una ruptura, y durante los periodos D y E ciertas partes de esta zona quedan subordinadas como semicolonias en manos del área capitalista europea en desarrollo con lo que se ven sometidas a un proceso de refeudalizacion.

5) Así pues, la transición del feudalismo al capitalismo es un proceso largo y en modo alguno uniforme, que comprende como mínimo cinco o seis fases. La discusión de tal transición ha girado básicamente alrededor del carácter de los siglos situados entre los primeros signos indiscutibles de bancarrota feudal (periodo C, la “Crisis feudal” (5) del siglo XIV) y el triunfo definitivo del capitalismo a finales del siglo XVIII. Cada una de las fases censadas contiene firmes elementos de desarrollo capitalista. Por ejemplo, en el periodo B, el imponente auge de las manufacturas textiles italianas y flamencas, que sufrieron un colapso durante la crisis feudal. Por otro lado nadie ha sostenido con un mínimo de seriedad que el feudalismo se prolongara mas alla del siglo XVIII o que el capitalismo se consolidara antes del siglo XVI. Pero no obstante, tampoco nadie puede poner en entredicho que durante todo el periodo de 1000-1800, o en su mayor parte, existió una evolución económica persistente que avanzaba según una misma dirección, aunque no en todas partes ni al unísono. Hubo áreas que después de ostentar la vanguardia del proceso sufrieron un marcado retroceso, como es el caso de Italia; otras que durante un cierto tiempo modificaron la dirección de su camino evolutivo, una vez mas sin seguir ninguna uniformidad. Cada gran crisis vio como países antes “punteros” pasaban a la retaguardia y su plaza la ocupaban otros con mucho mayor grado de atraso en épocas pretéritas, pero potencialmente mas progresivos; es el caso de Inglaterra. De lo que no cabe duda fundada es de que cada fase de este proceso aproximaba la victoria del capitalismo, incluso aquellas que a primera vista se nos muestran como periodos de recesión económica.

6) Si dicho análisis es correcto, parece necesaria la existencia de una contradicción fundamental en esta particular forma de sociedad que siempre avanza mas alla en el camino que conduce a la victoria del capitalismo. Su naturaleza, la de esta contradicción, nunca ha sido aclarada de forma satisfactoria. Por otro lado, también es indudable que las fuerzas que se oponían a tal desarrollo, aunque ineficaces, están lejos de ser negligibles. La transición del feudalismo al capitalismo no es un proceso simple en el que los elementos capitalista inmersos dentro del feudalismo se fortalecen hasta que tienen la potencia necesaria para romper en pedazos el caparazón feudal. Como hemos visto una y otra vez (en el siglo XIV y, probablemente , también en el XVII), una crisis feudal también implica a las capas mas avanzadas de la burguesía que se desarrollan en su seno, de ahí que se produzca un aparente retroceso. El progreso prosigue o se reanuda en otras partes, hasta entonces mas atrasadas, como Inglaterra. Pero, desde luego, la característica mas interesante de la crisis del siglo XIV no es solo el derrumbamiento de la agricultura feudal a gran escala sobre los dominios señoriales, sino también el de la industria textil italiana y flamenca, con sus patrones capitalistas y mano de obra asalariada ( proletarizada) y una organización que casi ha alcanzado las fronteras de la industrialización, Inglaterra avanza, pero Italia y Flandes, mucho mas desarrolladas hasta entonces, nunca se recuperaran, con lo cual la producción industrial global disminuye. Naturalmente, durante un largo periodo en el que va creciendo las fuerzas del capitalismo, pero que una y otra vez fracasan en sus intentos por separarse del tegumento feudal , o que incluso se ven envueltas en sus crisis, se hace muy difícil, por no decir imposible, una descripción en términos estáticos. Esta dificultad queda muy bien reflejada en el carácter poco satisfactorio de la discusión marxista sobre el periodo situado entre la primera crisis general del feudalismo y la incuestionable, aunque muy posterior en el tiempo, victoria del capitalismo.

7) Hasta que punto este cuadro de una substitución gradual del feudalismo por el capitalismo puede aplicarse a regiones situadas fuera del “corazón” del desarrollo capitalista?. Solo de forma muy reducida. Debe admitirse que se observan ciertos signos de desarrollo comparable bajo el impulso del mercado mundial a partir del siglo XVI; quizás un buen ejemplo lo constituya el fomento de las manufacturas textiles en la India. Pero en cuanto concierne a la tendencia opuesta, la de que las zonas que estuvieron en contacto con las potencias europeas y cayeron bajo su órbita de influencia se convirtieron en economías y colonias sometidas a occidente, hay algo mas que meras impresiones. De hecho, gran parte del continente americano vino a caer en economías esclavistas al servicio de las necesidades del capitalismo europeo, y una muy amplia porción de África quedo hundida económicamente a causa del comercio de esclavos; amplias áreas de Europa oriental recayeron en economías neofeudales por razones muy similares. Incluso el leve y temporal estimulo que pudo proporcionar aquí y acullá el desarrollo de la agricultura y la industria mercantil vinculadas al surgimiento del capitalismo europeo, se vio frenado de inmediato por una deliberada desindustrialización de las colonias y semicolonias tan pronto fueron consideradas como posibles competidoras frente a la producción de la metrópoli o incluso, como en el caso de la India, cuando se limitaron a intentar el abastecimiento de su propio mercado en lugar de recurrir a importaciones procedentes de la Gran Bretaña. Por tanto, el efecto neto del ascenso del capitalismo europeo fue intensificar un desarrollo desigual y dividir el mundo de forma cada vez mas clara en dos sectores, el de los países “desarrollados” y el de los países “Subdesarrollados”, o en otros términos , los explotadores y los explotados. El triunfo del capitalismo a finales del siglo XVIII da la impronta de este desarrollo. Aunque no puede negarse que suministra las condiciones históricas para que se produzcan transformaciones económicas a lo largo y ancho de todo el planeta, de hecho el capitalismo las hace mas difíciles que antes en aquellos países que no pertenecen a su núcleo original de desarrollo o a sus alrededores. Solo la revolución soviética de 1917 proporciona los medios y el modelo para un autentico crecimiento económico global a escala planetaria y para un desarrollo equilibrado de todos los pueblos.

Notas

(1) Ci. supra.
(2) Que yo sepa esta discusión no ha sido vertida al ingles ni tampoco aparece reflejada en los recientes Fundamentals of marxism-leninism, editados por O. Kuusinen.
(3) Marxism Today (1962), p. 184.
(4) El capital, vol. I, pp. 637-638
(5) La primera vez que se presta atención seriamente a esta crisis es en la década de los treinta. Las discusiones marxistas sobre este problema aparecen en M. Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo; R.H. Hilton, en Annales E.S.C. (1952), pp. 23-50; F. Graus, La primera crisis del feudalismo (en alemán y checo), 1953-1955; M. Malowist (en polaco), 1953 y 1954; y E.A. Kosminsky, “Feudal rent in England”, Past and Present, n. 7 (1955)