Foto: Aaron Swartz |
Especial para La Página |
Aaron Swartz sólo quería cambiar el mundo. Y era eso lo que
hacía, hasta que se quitó la vida a los 26 años de edad este 11 de enero. Aaron
era un activista por la justicia social, dotado de una profunda comprensión del
funcionamiento de las computadoras e Internet y de cómo estos elementos podían
dar poder a personas de todo el mundo mediante la libertad para conectarse.
Humilde e insaciablemente curioso, Aaron logró mucho en su corta vida. Fue uno
de los líderes de la lucha para derrotar a la Ley de Cese a la Piratería en
Internet, más conocida como “SOPA”, una ley federal que habría cambiado para
siempre el uso de Internet, ya que otorgaba amplios poderes de censura on line
a las compañías. Aaron se convirtió en blanco de encarnizados fiscales
federales que lo acusaron de graves delitos electrónicos, lo cual, según su padre, su abogado y otras personas, contribuyó a su suicidio.
federales que lo acusaron de graves delitos electrónicos, lo cual, según su padre, su abogado y otras personas, contribuyó a su suicidio.
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Sus problemas legales comenzaron mientras estaba en Harvard.
Aaron utilizaba Internet en el cercano Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT, por sus siglas en inglés) para acceder a un repositorio de artículos
académicos digitalizados administrados por una organización sin fines de lucro
llamada JSTOR, que aparentemente notó que un único usuario bajaba grandes
cantidades de documentos y se puso en contacto con el MIT para investigar.
Finalmente, Aaron fue arrestado en las afueras del MIT, con
una computadora portátil y algunos discos duros que supuestamente contenían
aproximadamente cuatro millones de artículos electrónicos. JSTOR decidió no
presentar cargos y Aaron devolvió todos los artículos. Eso no le importó a
Carmen Ortiz, fiscal federal de Estados Unidos en Boston, nombrada en el año
2009 por el Presidente Barack Obama. Ortiz, junto al Fiscal Federal Adjunto
Stephen P. Heymann, puso sobre los hombros de Aaron trece cargos por delitos
graves, amparándose en la Ley de Fraude y Abuso Computarizado (CFAA), una ley
problemática y demasiado amplia destinada a personas que roban secretos de
computadoras del gobierno o de instituciones financieras.
La familia de Aaron emitió un comunicado en el que afirma:
"La muerte de Aaron no es solamente una tragedia personal. Es el producto de un sistema judicial donde reinan las intimidaciones y los excesos procesales. Las decisiones que tomaron los funcionarios de la fiscalía de Massachusetts y del MIT contribuyeron a su muerte. La fiscalía procuraba un conjunto de cargos excepcionalmente severos que podrían implicar más de 30 años de prisión en castigo por un presunto delito del que no había víctimas. Por su parte, el MIT, a diferencia de JSTOR, se negó a defender a Aaron y a los más preciados principios de su propia comunidad".
Taren Stinebrickner-Kauffman, la compañera de Aaron, me
contó sobre su activismo:
"Aaron era la persona más dedicada a luchar contra la injusticia social de todas las personas que he conocido en mi vida, y lo amaba por eso. Yo siempre le decía: ‘¿Por qué no hacemos esto? Te va a hacer feliz’. Y él me decía: ‘No quiero ser feliz. Sólo quiero cambiar el mundo’. La libertad de acceso a la información era una de las causas en las que creía, pero no era la única. Durante los dos años que duró su suplicio, lideró la lucha contra SOPA, el proyecto de ley de censura en Internet que nadie creía que podría ser derrotado cuando se presentó por primera vez y que Aaron y millones de otras personas, juntos, lograron derrotar. Y él hizo todo eso mientras cargaba con el peso de estos cargos falsos y abusivos.”
Aaron participó en la fundación de la organización Demand
Progress, que tiene como misión: “obtener cambios progresistas en las políticas
para la gente común por medio de la organización y la presión ejercida desde
las bases". El grupo llama a efectuar cambios a la Ley de Fraude y Abuso
Computarizado, entre los que figuran apoyar un proyecto de ley presentado
recientemente por la Representante Zoe Lofgren, demócrata por California,
llamado “Ley Aaron”. El Director Ejecutivo de Demand Progress, David Segal,
escribió:
"Tal como está redactada actualmente, la 'Ley Aaron' por sí sola no habría salvado a Aaron, todavía queda trabajo por hacer para garantizar que los cargos por actividades electrónicas que no dejan víctimas dejen de ser considerados delitos graves, sin embargo es un punto de partida firme que podemos aprobar ahora y es una ley que él quería cambiar. Y por eso seguiremos presionando".
En el funeral de Aaron, importantes personalidades de la
historia de Internet elogiaron al joven, entre ellos, Larry Lessig, de la
Facultad de Derecho de Harvard, quien lo describió como "un alma
increíble", y Sir Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web, que como
respuesta inicial a la triste noticia publicó en Twitter: “Aaron ha muerto. Errantes del mundo, hemos perdido a un viejo sabio.
Hackers del bien, somos uno menos. Padres, hemos perdido un hijo. Lloremos”.
De adolescente, Aaron escribió en su blog: "No voy a perder el tiempo en cosas que
no producirán impacto... Quiero hacer del mundo un lugar mejor”. Y lo hizo.
Amy Goodman |
Denis Moynihan colaboró en la
producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Traducción del inglés por Mercedes Camps
Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
© 2012 Amy Goodman
Traducción del inglés por Mercedes Camps
Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.