Con la derrota del ALCA en Mar del Plata (2005)
enmarcada en el fracaso del ensayo neoliberal en la región, el imperio activó
un plan B para recuperar la iniciativa política en su antiguo “patio
trasero”, cuando Latinoamérica y El Caribe ha venido adquiriendo mayor
peso, en un escenario geopolítico caracterizado por la merma progresiva de su
hegemonía global. Así lo evidencia la cada vez mayor presencia de China como
actor clave en el impulso de las economías de la región, bien sea como inversor
o como importador de materias primas, desplazando progresivamente a la UE y
EEUU de un mercado con más de 600 millones de personas que conforma la tercera
economía del mundo y el mayor reservorio de recursos naturales y
energético.
Ese Plan arrancó con la firma de TLC con Perú y Colombia y la utilización de la CAN como caballo de Troya para obligar a Venezuela a integrarse de facto a esos tratados comerciales, lo cual no logró. Luego dio marcha a la creación del área de libre comercio del “Arco del Pacífico” (2006), constituido por estos dos países más Chile, México y Costa Rica en vía de incorporación. Este se proyecta como un mecanismo de integración comercial ortodoxo, que pretende agrupar a todos los países de la banda del pacífico latinoamericano con Canadá y EEUU, siguiendo el modelo neoliberal. Con ello busca dinamitar la UNASUR y un MERCOSUR que en una jornada memorable protagonizada por los Presidentes Chávez, Kirchner, Lula, Tabaré y Evo, hace 9 años bloqueó el ALCA e inició la construcción de una arquitectura de integración nuestroamericana, dirigida a crear un bloque regional para a romper la dominación neocolonial y consolidar la independencia.
Ese Plan arrancó con la firma de TLC con Perú y Colombia y la utilización de la CAN como caballo de Troya para obligar a Venezuela a integrarse de facto a esos tratados comerciales, lo cual no logró. Luego dio marcha a la creación del área de libre comercio del “Arco del Pacífico” (2006), constituido por estos dos países más Chile, México y Costa Rica en vía de incorporación. Este se proyecta como un mecanismo de integración comercial ortodoxo, que pretende agrupar a todos los países de la banda del pacífico latinoamericano con Canadá y EEUU, siguiendo el modelo neoliberal. Con ello busca dinamitar la UNASUR y un MERCOSUR que en una jornada memorable protagonizada por los Presidentes Chávez, Kirchner, Lula, Tabaré y Evo, hace 9 años bloqueó el ALCA e inició la construcción de una arquitectura de integración nuestroamericana, dirigida a crear un bloque regional para a romper la dominación neocolonial y consolidar la independencia.
Paralelamente, el Departamento de Estado no ha cesado en su
afán de desestabilizar los gobiernos de los Estados miembros del
MERCOSUR. De ello da cuenta, el golpe de Estado a Fernando Lugo en Paraguay,
las conspiraciones permanentes en contra de los gobiernos de Venezuela, Brasil
y Argentina. En ese contexto, una derrota de Dilma Rousseff por el neoliberal
proyankee Aécio Neves el próximo 26 de octubre, colocaría en jaque a la UNASUR
y debilitaría seriamente los BRICS. Dos actores fundamentales para
consolidar el mundo pluripolar y multicéntrico en construcción.
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