“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

26/11/14

Podemos, ideología y política

Podemos busca la unidad popular (incluyendo a las clases medias) para lograr cambiar las cosas a corto y medio plazo, a  partir de identfiicar los intereses y necesidades de las mayorías sociales, sea lo que sea lo que hayan votado hasta ahora
Iosu Perales 
En las tertulias televisivas y en declaraciones de dirigentes políticos, con frecuencia, se pide a los portavoces de Podemos que declaren públicamente si son o no de izquierda. Algunos de los interpelantes, molestos, dan un paso más y denuncian a Podemos por su ambigüedad o se mofan por el hecho de que Iglesias, Monedero, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa o Teresa Rodríguez, afirmen de que el eje derecha-izquierda está agotado en el ámbito político y no sirve para designar correctamente la realidad. Lo que propone Podemos es un terremoto para muchas cabezas que han nacido y crecido políticamente en un mundo esquemático y no conciben mirar y analizar la sociedad fuera del sistema de creencias con el que se identifican. El sistema (la ideología) tiene respuestas para todo y generalmente se hace muy pocas preguntas.

Pero, en su defecto, con frecuencia, las ideas preconcebidas no facilitan el diagnóstico objetivo de lo que ocurre: ¿cómo sino explicar que 35 años de gobiernos socialistas mantienen a Andalucía en la precariedad y el atraso, mientras que en el mismo tiempo un gobierno no de izquierda ha configurado en Euskadi un estado de bienestar con prestaciones sociales aceptables? ¿Cómo nombrar bien a las políticas de Andalucía y de Euskadi sin caer en la trampa simplista de izquierda y derecha? ¿Qué lugar cabe asignar a los partidos políticos que han gobernado ambas comunidades?

En mi opinión, lo que está ocurriendo es que Podemos ha roto con los esquemas tradicionales de la política, inaugurando un escenario en el que la relación entre ideología y política requiere de una nueva gestión más flexible y más eficaz para romper la hegemonía de un bipartidismo que se asienta en el mapa de las dos Españas continuamente alimentado por los dos partidos de la alternancia.

El nuevo esquema de Podemos se apoya en dos ejes: ciudadanía-casta y democracia-oligarquía. Con ello pretende que sus mensajes lleguen a amplios sectores populares que votan a la derecha y lo hacen por tradición familiar, recuerdo del franquismo, clientelismo, creencias religiosas, ideas alimentadas de miedo a la izquierda come-niños, etc. A los sectores populares que votan derecha, Podemos les dice: mire, aquí el conflicto está planteado entre los de arriba y los de abajo. Los de arriba son una minoría privilegiada que también les desahucia a ustedes y les lleva al desempleo, y los empobrece. Esa minoría sirve a los ricos, a los intereses de la banca, a las multinacionales, y está corrompida y nos roba a todos. Podemos propone de este modo sortear el eje derecha-izquierda y lanza una pedagogía que busca acumular fuerzas sociales, unir a los de abajo hayan votado lo que hayan votado. El acierto de este enfoque, valiente y a la vez sensato, consiste en que trata de romper con una realidad que se repite como una noria (alternancia bipartidista) y que si no se remedia puede reproducirse por décadas más, ahora gano yo ahora ganas tú.

Podemos ha roto el tablero del régimen del 78 y ha colocado sobre la mesa otro tablero con otras fichas. La pregunta de muchas gentes que militan en la izquierda es: ¿Es legítimo que Podemos enmascare su ideología para ganar más votos? Mi respuesta es que sí, pero, además, no se trata de enmascarar sino de revisar a fondo una mala relación entre ideología y política que tantas derrotas ha dado a las izquierdas y en ocasiones a las derechas. Y es que cuando la ideología se vuelca tal cual en el ámbito de la política electoral salen perdiendo la política y los votos. La ideología de los partidos constituye su identidad o razón de ser. Pero para bien o para mal, la ciudadanía, la gente corriente, está en un plano diferente. Recientemente la derecha ha tenido que dar marcha atrás en su proyecto de reforma de la ley del aborto. El proyecto era coincidente con el modo de pensar de la mayoría del PP, pero la ciudadanía no ha hecho suya la reforma. Si el PP no escondiera todos los rasgos de franquismo que lleva en su interior, sería una fuerza menos importante. Recuerdo que en los años ochenta numerosos partidos de izquierda desaparecieron por cuanto cayeron en el error de presentar en sus programas electorales todo aquello que pensaban ideológicamente. Sucedió que no conectaron con la gente, con sus intereses y prioridades.

Podemos es una agrupación de izquierda. Lo tiene tatuado en el ADN. Eso está fuera de toda duda. La igualdad y el principio de todos los derechos para todas las personas está presente en su ideario y es el telón de fondo de cuanto propone. Pero no lo plantea formalmente como un requisito de la izquierda (que lo es), sino como un valor de ciudadanía y democracia. La gestión entre ideología y política requiere manejar dos cajas de herramientas. Cada caja contiene ideas, conceptos, discursos, palabras cargadas de sentido. Algunas herramientas son iguales pero otras son diferentes. En la caja de la ideología se encuentran un conjunto de creencias y principios sobre el modo de organizar una sociedad y sus valores sociales y éticos. Desde la ideología se construye una propuesta transformadora a largo plazo. En la otra caja, en la de la política, se alojan propuestas a corto y medio plazo para mejorar sustancialmente la vida de la gente. No conviene confundir los planos. Podemos busca la unidad popular (incluyendo a las clases medias) para lograr cambiar las cosas a corto y medio plazo, a partir de identificar los intereses y necesidades de las mayorías sociales, sea lo que sea lo que hayan votado hasta ahora. La otra propuesta, la de mayor recorrido y que apunta a un horizonte de nueva sociedad, llámese socialista, o del Buen Vivir, o del Bien Común, queda de momento como un arsenal inspirador, moral, la razón de ser del proyecto político que en cualquier caso necesita de una larga transición que deberá ser protagonizada por la mayoría social.

Recientemente, Julio Anguita, en el marco de una entrevista en televisión, vino a decir en referencia a Izquierda Unida que debe romper con su institucionalización en el régimen del 78 para, hacer otra política, de ruptura. Claramente, sin decirlo, estaba dando la razón a Podemos. Y es que, añado yo, la Izquierda Unida actual, anclada en el tradicional eje izquierda-derecha puede proseguir doscientos años haciendo lo que hace, subiendo y/o bajando unos pocos diputados, siendo siempre una minoría sin posibilidad de gobernar. Esto que digo creo que ilustra bien el fondo de la cuestión.
Pero, en otro sentido, Podemos ve una dificultad en reivindicar la izquierda, cuando este espacio está ocupado mayoritariamente por un partido político que en muchos aspectos no muestra grandes diferencias con la derecha. Sus políticas económicas en el gobierno han sido homologables a la derecha, por más que en lo social hayan sido progresistas y en derechos civiles de izquierda. El PSOE ha hecho estragos con sus reformas laborables, la constitucionalización del pago de la deuda por encima de los presupuestos sociales, los desahucios… El PSOE se apuntó al modelo del ladrillo y cemento abriendo el campo a una economía de espuma y especulación. La gran cantidad de casos de corrupción que le sacuden hace que la ciudadanía vea a los dos partidos hasta ahora mayoritarios como socios en sus correrías de robo de dinero público. Con semejante carga en la mochila de los socialistas, es normal que los portavoces de Podemos respondan a quienes les interpelan si son o no de izquierda con cierta ironía: aquí la izquierda es la otra mano cómplice de la derecha.

Finalizo. ¿Quiere esto decir que ya no tiene sentido el eje izquierda-derecha? Al menos para mí tiene muchísimo sentido. Lo tiene en la batalla de las ideas y de los valores, pues como decía Antonio Gramsci en la hegemonía cultural se resuelve buena parte del estado y del futuro de las sociedades. Lo que ocurre es que este eje, por si mismo, no puede dar un vuelco a la correlación de fuerzas para abrir un proceso constituyente y transformar un país. Aplicado al campo de la política es un eje que repite resultados con escasos cambios. Podemos está proponiendo nuevos ejes para disputar a la derecha la adhesión de cientos de miles y millones de sus votantes que socialmente son parte del campo popular. Ahí es donde se pone de relieve su ambición de ganar.
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