Bolívar era un hombre que estaba al tanto de las corrientes literarias de
Fanny era una de las Aristeguieta, las más bellas, cultas y elegantes mujeres que existieron en la época de la independencia y emparentadas con
Quinta de San Pedro Alejandrino 16 [1] de diciembre de 1830 (Santa Marta)
Señorita Fanny du Villars [2]
Querida prima:
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado mi última aurora. Tengo frente a mí al mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la Sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1805; por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.
Y tú estás conmigo porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida; en las últimas fulguraciones de la conciencia.
Adiós Fanny.
Esta carta llena de signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe, esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo. Esta es la letra escritora del Decreto de Trujillo y del mensaje al Congreso de Angostura.
¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado, la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dándole frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado, a los lampos [3] de un sol de primavera.
Muero miserable, proscrito, detestado por los mismo que gozaron mis favores; víctima de inmenso dolor, presa de infinitas amarguras. Te dejo en mis recuerdos, mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos.
¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los Consejos de Gobierno; tuyos fueron mis triunfos y tuyas mis derrotas; tuyos son también mis últimos pensamientos y mi pena postrimera.
En las noches galantes de la Magdalena [4], vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia; en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú, porque tú has flotado en mi alma mostrada por níveas castidades.
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas, apareces ante mis ojos moribundos con los hechizos de la juventud y
Adiós Fanny, ¡todo ha terminado!
Juventud, ilusiones, sonrisas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como una visión seráfica señoreando el infinito, dominando la eternidad.
Me tocó la misión del relámpago, rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío.
Notas
[1] Otros, como el Chino Valera Mora, fechan esta carta el día 6 de diciembre
[2] El nombre correcto sería Fanny Dervieu Villiars
[3] La palabra correcta es lampos, aunque en muchas versiones aparece la palabra “campos”
[4 Se refiere