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Hoy me disponía a cumplir la rutina alimenticia a que necesariamente estoy sometido, cuando algo (in)esperadamente sucedió: Mi amiga del alma, vecina y benefactora, Lilia Gámez tocó a mi puerta y me alegró el día, quizá la semana, o...
Traía en sus manos, aún humeante, un extraordinario plato, una especie de minestrón caribeño, preparado a base de paticas (así, en diminutivo, con amor, como decimos en Venezuela) de cochino [1] deliciosamente acompañado con caraotas rojas [2], trozos de yuca [3], papas y pasta corta, aliñados (aderezados) con la experticia que sólo es posible en estos pueblos de nuestro país, con ají dulce [4], cebolla y onoto [5].
En otra ocasión he escrito sobre otra variante de este plato, cuya base común son las extremidades del cerdo. Aquel plato, preparado por otra amiga del alma, la señora Isbelia Torres, especialista en la confección de este plato, lo preparó siguiendo los usos y costumbres de la región oriental, concretamente el pueblo de Yaguaraparo, Estado Sucre, y fue publicado en mi blog con el título ¡Qué almuerzo! Frijoles con paticas de cochino, y en el mismo describía la laboriosa preparación del mismo.
Ambos platos, que comparten muchos de sus ingredientes, tienen sin embrago grandes diferencias de sabor, textura y presentación, sin que haya posibilidad de optar por uno u otro.
Ají dulce |
Aparte del inmenso placer que me dispensa degustar este extraordinario plato de nuestra cocina, no dejo de pensar en otros ingredientes que sirvieron para su elaboración: solidaridad, hermandad, amor, y sobre todo, el querer compartir esta (in)esperada celebración, verdadera comunión de los afectos.
Todo esto sólo es posible en estos rincones del mundo. El prefijo (in) es porque no me son extraños estos gestos, diría más bien que estoy acostumbrado a ellos, y no falta la ocasión en que piense en la sorpresa que tocará a mi puerta, cualquiera de estos días, que sirva de alegría para mitigar mi intensa pena vital.
[1] Llamado también: cerdo, o marrano o puerco, o chancho
[2] Faggioli rossi, o frijoles o fréjoles
[3] La yuca (Manihot esculenta), también es llamada mandioca o guacamota
[4] El ají dulce es uno de los secretos mejor guardados de la cocina venezolana, alma de nuestra gastronomía, delicia del paladar, aromatizante del hogar. No hay plato donde no esté presente y su ausencia se hace notar con pesar, inmediatamente. Yo particularmente lo espero en la preparación del arroz blanco y en las "hallaquitas de hoja". Nuestro ají dulce es una variedad nativa del capsicum chinense, el capsicum annuum y capsicum futescens. Los colores más comunes son anaranjados (semimaduros) y rojos (maduros), pero también los hay en colores blancos, marrones, amarillos y rosados. Su intensidad picantosa es muy baja, aunque a veces nos deparan sorpresas.
[5] El onoto, achiote, achote o urucú y cuyo nombre botánico es Bixa Orellana, es una especie cultivada especialmente en todo el arco de los Andes, México y Centro América, desde la época precolombina. Sirve fundamentalmente para saborizar, aromatizar y colorear, con un bello color rojo, nuestros platos típicos.
[2] Faggioli rossi, o frijoles o fréjoles
[3] La yuca (Manihot esculenta), también es llamada mandioca o guacamota
[4] El ají dulce es uno de los secretos mejor guardados de la cocina venezolana, alma de nuestra gastronomía, delicia del paladar, aromatizante del hogar. No hay plato donde no esté presente y su ausencia se hace notar con pesar, inmediatamente. Yo particularmente lo espero en la preparación del arroz blanco y en las "hallaquitas de hoja". Nuestro ají dulce es una variedad nativa del capsicum chinense, el capsicum annuum y capsicum futescens. Los colores más comunes son anaranjados (semimaduros) y rojos (maduros), pero también los hay en colores blancos, marrones, amarillos y rosados. Su intensidad picantosa es muy baja, aunque a veces nos deparan sorpresas.
[5] El onoto, achiote, achote o urucú y cuyo nombre botánico es Bixa Orellana, es una especie cultivada especialmente en todo el arco de los Andes, México y Centro América, desde la época precolombina. Sirve fundamentalmente para saborizar, aromatizar y colorear, con un bello color rojo, nuestros platos típicos.