El gobierno de Francia, sin adherir formalmente a los
conceptos fundamentales de la Tasa Tobin, tiene planeado crear un instrumento
parecido sobre transacciones financieras para dar el ejemplo a los demás países
europeos, quizá pensando en algo similar a la medida dispuesta por Brasil.
En efecto, Brasil ha decidido frenar la revalorización del
real brasileño y a tal fin han gravado con el 2% a los capitales extranjeros
destinados a invertir en la renta fija y en la bolsa brasileña. De este modo,
tratan de atemperar la fortaleza de su moneda, que hasta hoy acumulaba una
subida del 26% contra el dólar estadounidense, a la vez que pretenden “enfriar”
la entrada masiva del llamado “dinero caliente” o especulativo, el mismo que
entra y sale rápidamente de un país con el objetivo de conseguir un rápido
rendimiento. Estos capitales se les llaman también “golondrinas”.
El objetivo original de la tasa Tobin consistía en aplicar
una sobretasa del uno por mil, sobre las transacciones financieras
especulativas, realizadas en los mercados internacionales de divisas. Así, se
podrían reducir las continuas compras y ventas de divisas que se hacen
diariamente por millones con carácter de apuestas especulativas, que pasarían a
ser “poco atractivas”, porque una compra y una venta llevadas a efecto en pocos
días, tendrían que superar como mínimo el dos por mil de rentabilidad esperada
en esas apuestas. De esta forma se pondría freno al volumen y el nivel
especulativo de dichos mercados cambiarios.
El primer ministro de Gran Bretaña, James Cameron, considera
que la tasa Tobin es “anatema” (DRAE:
Maldición, imprecación. En el Antiguo Testamento, condena al
exterminio de las personas o cosas afectadas por la maldición atribuida a Dios),
como lo es también para los tecnócratas del banco de Inglaterra, el Bundesbank
y el Fondo Monetario Internacional. Pero es casi palabra santa en el comité de
Basilea, o sea el Banco de Ajustes Internacionales (BAI, que es algo así como
el “banco central de bancos centrales”). Suecia, Holanda y Austria están con
Gran Bretaña. En cuanto a Alemania, se muestra favorable a la “Tobin 2012”,
pero sólo si la aplican los veintiséis integrantes de la Unión Europea. José
Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, ha presentado una
blandengue “Tobin 2014” de apenas 0,1% para títulos y 0,01% para derivados, quien
estima que podría rendir € 55.000 millones anuales. El gobierno de Sarkozy no
la apoya y la tachan de “maniobra en
favor de los grandes bancos privados de Occidente”.