Video sobre Stefan Zweig |
Stefan Zweig había ejercido en la Primera Guerra Mundial un
pacifismo militante que intentó seguir manteniendo durante la Segunda, pero la
diabólica contumacia de Hitler y sus aliados fue poco a poco transformando su
inicial diletantismo, y toda su gloria de best-seller, en morbidez y pánico,
que fueron a más cuando ya establecido en Petrópolis los alemanes torpedearon
el primer buque brasileño, el Buarque, pareciendo que el planeta ya no tenía
fronteras para Hitler.
Según la opinión mayoritaria esto fue suficiente para que
Stefan Zweig no viera otra salida que el suicidio. La manera de adentrarse De
Araújo en la cabeza de Zweig, con la agudeza del investigador y del crítico
literario -aunque ya en la introducción rechace poseer tal cualificación-, hace
de este libro algo muy especial. Por muy polémico que sea el tema, Ascensión y
caída... se torna hoy una referencia fundamental para los amantes de quién fue
amigo de Freud, Romain Rolland, James Joyce o Thomas Mann y declara en una de
sus trece cartas de despedida estar feliz por abandonar un mundo que se había
vuelto cruel y loco.
Pero quizá, motivo tan importante como la crueldad y la
locura del mundo, para justificar su abandono, fuera no poder disfrutar de las
condiciones materiales idóneas para finalizar las biografías de Montaigne y
Balzac. Eso declara al establecer el pacto de muerte con su mujer, y, según De
Araújo, cualquier otro ser humano de sesenta años que no se vise compelido por
la atracción fatal de su polo depresivo no tomaría morfina, veneno para ratones
o Veronal en una situación semejante, ni convencería a su ex-secretaria,
treinta años más joven que él, de que lo acompañase en su aventura de destrucción,
sobre todo cuando ella, en una de las dos únicas cartas de despedida, aduce
como único motivo para poner fin a la vida su precaria salud de asmática.
Cláudio de Araújo, al aplicar el modelo de la enfermedad
maníaco-depresiva a Zweig, llega a la conclusión de que su suicidio fue
consecuencia del trastorno bipolar que padecía. Para ello hace uso de una prosa
sugerente, en la que se refleja un espíritu abierto a las ciencias y a las
letras y, dando muestra de ser gran conocedor de toda su obra, penetra en la
vida de Stefan Zweig y en sus libros, poniendo de relieve ciertos aspectos de
su manera de ser, que tanto explicarían la peculiar factura de sus novelas como
los rasgos de benevolencia con los que impregna sus biografías, incluso cuando
se trata de los personajes más antipáticos.
Ascensión y Caída... está escrita en 1942 cuando aún quedaba
mucha guerra por delante. De ahí que De Araújo no soportara posturas nihilistas
frente a la amenaza nazi, y por eso hace cuestión de justificar el suicidio del
prolífico autor como consecuencia del cuadro maníaco depresivo que padecía, y
no como una respuesta premeditada de impotencia frente al monstruo, por si tal
actitud pudiese minar la moral de muchos de sus admiradores animándolos a
sumarse a los ejércitos de desesperanza; para De Araújo Lima, Zweig no fue una
víctima, indirecta, del nazismo.
Si tenemos en cuenta que Ascensión y caída... aparece datada
en mayo de 1942, y que Zweig se suicidó el 22 de febrero del mismo año, el
libro cobra su verdadero valor, convirtiéndose en un sugestivo complemento que
ayuda a entender mejor sus personajes ficcionales y a interpretar ciertos
sesgos introducidos en las complejas personalidades protagonistas de sus
trabajadas biografías. La “Declaraçao” de despedida, la carta póstuma a Lotte
–su primera mujer- y un epílogo de los editores, pequeña reflexión sobre su
relación con los amigos de los últimos días y el suicidio en pareja, completan
este libro que se nos presenta como una referencia indispensable para los
muchos adictos a Stefan Zweig.
Cláudio de
Araújo Lima (Manaos 1908, Río 1978) fue psiquiatra, novelista y ensayista.
Entre sus novelas destaca Coronel de Barranco. Escribió varios ensayos de
psicología social: Imperialismo e Angústia, Ensaios de Psicología Médica, Sexo
e Amor y Amor e capitalismo, y dedicó estudios biográficos a Plácido de Castro,
Getúlio Vargas y Stefan Zweig. Además, junto al psiquiatra argentino Gregorio
Bermann fundó en 1951 la “Revista Latinoamericana de Psiquiatría”.