Lenin en un mural de Diego Rivera |
Especial
para La Página
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Este texto es una breve lección para plantear
"problemas" y "problemáticas", es decir, para distinguir
nuestros "modos de exposición" de nuestros "modos de
investigación". Este texto usa las técnicas que usó Althusser para pensar
en la filosofía de Marx. Dejemos de pensar que el "buen decir" es
sinónimo del "bien pensar". A veces decir las cosas de modos
patéticos, poéticos o incoherentes sirve para llegar a la verdad, que casi
siempre está detrás de los juegos del lenguaje.
Marx usó, por ejemplo, "modos de exposición"
provenientes de las matemáticas, de la física, de la química y de la
astronomía. Usó los anteriores métodos para salirse, más o menos, de la jerga
de la economía clásica (lo mismo intentó Keynes, pero con intenciones
burguesas). Veamos, veamos con atención. ¿Es, entonces, el lenguaje una
problemática que casi nunca alcanzamos a ver? Al parecer, sí. Lo que Marx hizo
al cambiar el "terreno" teórico de sus exposiciones fue cambiar las
metáforas, las analogías y los símiles expositivos. Cuando hizo tales cambios
descubrió que no existe un lenguaje universal, descubrió que las leyes de la
gramática no enlazaban de manera "biunívoca" lo ideal con lo real.
Y al hacerlo complicó la lectura de sus obras, que estaban
destinadas a ser leídas por las personas incorrectas. En una carta Marx
declara: "El método de análisis que he empleado y que nunca se había aplicado
a cuestiones económicas hace bastante ardua la lectura de los primeros
capítulos". ¿Qué necesidad tenía Marx de complicarlo todo? Vamos
entendiéndonos. Marx no lo complicó todo, pero sí lo replanteó todo. Marx no
planteó un "problema", es decir, una pregunta que generara una
respuesta: Marx planteó una "problemática", es decir, se-ña-ló los
conceptos que imposibilitaban el pensamiento nítido y necesario para que las
clases obreras justificaran teórica y moralmente su movimiento revolucionario.
Adentrémonos más. ¿Qué pasa si yo explico el concepto de
"salario" con un lenguaje económico? Clarifiquemos. ¿Qué pasa, digo,
si afirmo que el salario es el pago que el trabajador recibe por su trabajo?
Pues pasa que oímos una proposición que "parece" justa, ¿cierto? De
esta manera los proletarios no pueden exigir ni fundamentar nada. ¿Pero qué
pasa si cambio las cosas y asevero que el salario es un conglomerado de
recursos energéticos que el trabajador recibe por su trabajo? Pasa que la física y la economía son una misma cosa.
Tendré que citar a Spinoza para acallar a los débiles mentales. Spinoza dice
(`Proposición XVI´ de la `Ética´): "De la necesidad de la naturaleza
divina deben seguirse infinitas cosas de infinitos modos". No seamos
burgueses, es decir, literales, y entendamos la palabra "divina" como
si fuese una "necesaria contingencia" entre lo monetario y lo
energético.
El lector atento habrá visto ya que atacamos una
"problemática", un sistema de axiomas... y para decirlo con todas sus
sílabas, hemos atacado la ideología burguesa. Algunos dirán que regresando al
terreno de la economía todo volverá a la normalidad, pero yo digo que nunca en
la historia la economía ha estado aislada de la física. El gran "juego de
manos" de la burguesía, como diría Lenin, consiste en escindir
platónicamente lo espiritual de lo material. La concepción burguesa pretende
que hay "substancias" aisladas y que pueden trabajar las unas sin las
otras. No podíamos atacar la "problemática" sin atacar el lenguaje.
En el tejido del lenguaje siempre encontraremos necesidades de clase, si me
permiten usar metáforas textiles, metáforas con tintes antropológicos (una
chaqueta cubre dos necesidades a la vez, una corporal y otra social).
No podíamos plantar o plantear un problema sobre un terreno
poco preparado. ¿Qué hizo Marx para preparar el terreno? Caminó hasta el
terreno del idealismo y del empirismo y todo lo pisoteó, pateó y desajustó.
Excavando, haciendo de lo llano algo sinusoide, Marx encontró que no hay una
relación temporal entre el "objeto de conocimiento" y el "objeto
real". Después de Marx el "Y primero fue" de la religión perdió
credibilidad. Usemos un "modo de exposición" nacido en la astronomía
para sacar a la luz lo que Marx pudo ver. Cuando vemos una estrella vemos la
"luz" de la estrella, y gracias a dicha luz podemos determinar,
"creemos", la posición de la estrella y muchas cosas más, como su
edad, su distancia y qué sé yo. La "luz" es nuestro "objeto de
conocimiento", mientras que la estrella "en sí" es nuestro
"objeto real".
La ideología burguesa, temporizante, creía que era posible
inducir a partir de la luz de la estrella los datos fundamentales de la
estrella, pero Marx descubrió que no era así. Marx sostuvo que el
"conocimiento" no puede reducirse a un "reconocimiento". No
podemos saber cómo es una piedra observando su luz. Remitámonos, como quería
Wittgenstein, a una sola fuente. La "luz" de la estrella no es la
estrella, es sólo un atributo de la estrella, uno que puede cambiar si las
condiciones externas así lo determinan (el lector avezado en astrofísica sabe
de qué hablo).
Marx vio que la fuerza de trabajo se manifiesta de muchos
modos o con muchos atributos, aunque muchos de ellos están ocultos bajo la
"lógica de los binomios". ¿Qué hay detrás de la "luz" estelar
y qué hay, seamos honestos, detrás de la frase "fuerza de trabajo"?
La "fuerza de trabajo" no nos habla de la "fuerza vital"
que el hombre usa "para" trabajar. Es decir: no tenemos una fuerza
para trabajar y una fuerza para solamente vivir (Arendt comprendió lo anterior
con lucidez política).
Ahí hay un robo, un embeleco. Ahora sí, una vez que los
obreros aprenden que su "energía" vital es pagada por ellos mismos y
usada por ellos mismos para trabajar, pueden hacer negociaciones o revoluciones
de manera consciente. Recordemos que Lenin pensaba que un pueblo libre es un
pueblo que todo lo sabe, que todo lo puede juzgar y cambiar.