“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/7/13

Constituyente comunal

Gustavo Márquez Marín

Especial para La Página
Si bien uno de los grandes legados de Chávez es haber recuperado la  industria de los hidrocarburos para todos los venezolanos, lo que cambió radicalmente la historia fue el direccionamiento que él le dio a los recursos provenientes del petróleo hacia el combate a la pobreza y a la exclusión social a través de las Misiones. Estas, administradas desde el aparato central  del estado, han procurado el mejoramiento masivo de las condiciones de vida de mayorías populares, invisivilizadas en  la cuarta, de lo cual dio cuenta los reconocimientos de la CEPAL, la UNESCO y últimamente la FAO. Sin embargo,  al dominar en algunas de ellas un enfoque asistencialista, quizás como respuesta a la urgencia de las necesidades sociales y a la presión de los tiempos políticos, contradictoriamente con ello se tiende a fortalecer  el modelo paternalista-rentístico-clientelar, en oposición al proyecto  de construcción  de un Poder Popular autogestionario, como sujeto de la revolución. Esta contradicción se da en el contexto de una relación gobierno-comunidad teñida de clientelismo, burocratismo y sectarismo, que tiende a fortalecer el “Estado Paternalista”.

El gran desafío que tiene el gobierno bolivariano en esta nueva etapa de la revolución es dar un “golpe de timón” en la construcción del Poder Popular, al modelo de gestión asistencialista de los programas sociales y de gestión centralizada e ineficiente  de  las políticas públicas. Una ruta en esa dirección es la territorialización de la gestión de gobierno y avanzar en la convocatoria de un Proceso Constituyente Comunal, cuyas bases programáticas podrían ser establecidas en una Ley Marco.

Esta Constituyente tendría como propósito consolidar las Comunas, a través de un proceso  participativo de aprobación de la “Carta Fundamental de la Comunidad”, en la cual se establezcan los términos de la nueva institucionalidad comunal. Este estaría acompañado del ejercicio comunitario de elaboración del plan comunal con visión colectiva e  intergeneracional en el marco del Programa de la Patria, el cual servirá de base para adelantar un proceso de reingeniería social integral de las comunidades, con base en un modelo de desarrollo comunal endógeno sustentable.