La revolución científico-tecnológica de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, con la creación y aplicación de las telecomunicaciones, la computación, la robótica y otros logros, está atada a la realización del capital y, en particular, a lograr una mayor aplicación y sofisticación del armamentismo.
La situación llega a niveles alarmantes, con los depósitos de ojivas nucleares, flotas de buques y aviones, tanques y armas de todo tipo. Esta realidad, articulada a los intereses geoeconómicos y de poder político, ha estimulado guerras de intervención en Palestina, Siria, Afganistán, Irak, Libia y Sudán, al igual que guerras civiles y aparatos terroristas.
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