Leon Tolstoi ✆ Ilya Repin |
Obertura
El tema de la pobreza siempre es actual y, parece, nunca se extinguirá.
La realidad, que se encuentra lejos de ser grata y satisfactoria para las
multitudes, lo nutre sin cesar. Es obvio que siempre han existido diferentes
maneras de aproximarse a este tema. En la actualidad, las que encabezan las
pesquisas son las científicas, particularmente de las
disciplinas económico-sociales. Desde la modernidad, la ciencia tiene gran influencia sobre sociedades enteras. Basadas en un conjunto de métodos específicos, las reflexiones científicas sobre la pobreza crean un ambiente y un sentido común poco alentadores; además, sus resultados caen en las manos de los mass media. En el espacio mediático, el discurso disciplinario se convierte en una verdadera divulgación de un sentimiento altamente negativo y, sobre todo, de frustración frente al problema.La imagen social de lo que representa la pobreza merma todavía más por la forma de su inspección y análisis.
Por lo regular se realizan procedimientos comparativos –predominantes en las investigaciones sobre el tema– en el intento de explicar el fenómeno y sus niveles, a tal punto que se incrementan y enfatizan las distancias entre las necesidades y riquezas, entre las insuficiencias y acumulaciones. Cuando se trata de carencias económicas, en un extremo, y abundancias (o, incluso, exuberancias), en el otro, se olvida de lo relativo de éstas desde un punto de vista pragmático. Cuando se habla de estos extremos, se refiere, sobre todo, al aspecto material de la vida humana.
disciplinas económico-sociales. Desde la modernidad, la ciencia tiene gran influencia sobre sociedades enteras. Basadas en un conjunto de métodos específicos, las reflexiones científicas sobre la pobreza crean un ambiente y un sentido común poco alentadores; además, sus resultados caen en las manos de los mass media. En el espacio mediático, el discurso disciplinario se convierte en una verdadera divulgación de un sentimiento altamente negativo y, sobre todo, de frustración frente al problema.La imagen social de lo que representa la pobreza merma todavía más por la forma de su inspección y análisis.
Por lo regular se realizan procedimientos comparativos –predominantes en las investigaciones sobre el tema– en el intento de explicar el fenómeno y sus niveles, a tal punto que se incrementan y enfatizan las distancias entre las necesidades y riquezas, entre las insuficiencias y acumulaciones. Cuando se trata de carencias económicas, en un extremo, y abundancias (o, incluso, exuberancias), en el otro, se olvida de lo relativo de éstas desde un punto de vista pragmático. Cuando se habla de estos extremos, se refiere, sobre todo, al aspecto material de la vida humana.
En este caso, el logo como
constructo social se deriva de una observación directa de las condiciones de
vida. La concepción de la pobreza emerge de la práctica real y refleja los
periodos coyunturales. Entonces, la pobreza se estudia y se enfrenta como un
hecho concreto y mesurable en su apreciación.
Al mismo tiempo, el vector relacional hecho >>logo
puede ser observado desde una perspectiva invertida. Es precisamente el discurso
el que construye la realidad y los hechos. Así, el hambre y la carestía, al ser
conceptualizados, se plasman a la vida mediante expresiones formadas y
argumentadas en los discursos. El sofisma discursivo sobre la pobreza se muda a
lo empírico como una praxis negativa, abrumadora y angustiante; la verdadera
fantasmagoría terminológica no sólo define, también guía el suceso de la
pobreza: “los hombres (dice una
antigua sentencia griega) están
atormentados por las ideas que tienen de las cosas, no por las cosas en sí”.1