Bodegón con guitarra, 1913 ✆ Juan Gris |
democracia ateniense como un dominio de las clases dominantes Rancière considera que lo que representa es el acceso de los trabajadores pobres libres al gobierno de la Polis. Es una práctica política, democrática, contra el orden policial jerárquico establecido por las clases dominantes atenienses. La filosofía sería entonces una reacción a este poder democrático.
¿Sería la filosofía política de Platón crítica o normativa? En cierto sentido sería crítica porque cuestiona lo que hay, que es la democracia; pero en otro sentido es normativa porque señala las normas del buen funcionamiento de la polis. En realidad Rancière haría una precisión importante : para él lo que hace Platón es una crítica policial a la política. Filosofía política aparecerá entonces como una reacción policial a la democracia. Será entonces una filosofía del orden esencialmente normativa que utiliza la crítica como arma antidemocrática. Porque la democracia no es una filosofía, ni tan siquiera un discurso, es una práctica de los sin-parte, de los excluidos de este orden. Platón lo dice claramente: los trabajadores que se ocupen de sus oficios, que ya tenemos a los sabios para gobernar con leyes, es decir, con normas.
Tanto Castoriadis como Rancière son críticos con lo que hay.
La ideología nos dice que estamos en una democracia pero el análisis riguroso
nos dice que no. Estamos en una oligarquía liberal con elementos democráticos.
Es una oligarquía porque domina un grupo minoritario : esto es lo que hay. Este
grupo minoritario está formado por un poder económico y un poder
burocrático-policial. El poder económico es el poder de los grupos financieros
del capitalismo global. El poder burocrático o policial es el que surge del
parasitismo del Estado y es nacional. Esta oligarquía es liberal porque
gobierna a partir de unas elecciones y en un marco relativo de libertades. No
es un Estado de excepción permanente, nos advierte Rancière.
Castoriadis formula una crítica de lo político en nombre de
la política. Para él lo político es lo jerárquico, tanto a nivel de empresas
como de instituciones. Las empresas son jerárquicas porque hay una división
entre dirigentes y ejecutores. Castoriadis rompe con el marxismo y su teoría
del valor y de la plusvalía como eje central de su denuncia al capitalismo. El
problema no era la propiedad privada de los medios de producción sino la
gestión privada: el beneficio era una consecuencia de esta división. En la URSS
no había un Estado Obrero degenerado, como formulaban sus antiguos camaradas trotskistas,
sino un Capitalismo burocrático. Entre los dirigentes del PC soviético y los
capitalistas de los países capitalistas existía una jerarquía similar, el mismo
fondo con diferentes formas. Supo ver que el capitalismo acabaría en manos de
una burocracia de ejecutivos, que serían los que decidirían sobre empresas
multinacionales o entidades financieras. Su función crítica se basa en un
criterio y este criterio tiene que ver con la finalidad que asigna el ser
humano, que es el desarrollo de la autonomía. Autonomía quiere decir dotarse de
las propias leyes, es decir de las propias normas. En este sentido es
normativo, ya que propone lo que va a favor de la autonomía, que no es otra
cosa que la democracia. La democracia no es un procedimiento, es un régimen.
Este régimen implica que la sociedad es autónoma y está formada por personas
autónomas. Estos ciudadanos tienen capacidad de decidir sobre sus propias
normas y sobre las normas de la sociedad.
Ambos son creativos porque son a la vez críticos y
normativos. Autocríticos y autonormativos, lo cual les hace responsable del
seguimiento de estas leyes de los que ellos mismos se han dotado. Este
planteamiento de Spinoza, crítico y normativo, anticipa el análisis y la
propuesta de Castoriadis.
Pasemos a Jacques Rancière, con un núcleo crítico muy fuerte
y una normativa más débil. Rancière tiene una formación althusseriana.
Althusser presenta también un núcleo crítico fuerte y una normativa igualmente
dura. Pero la crítica en Althusser no es la misma que utilizará posteriormente
Rancière, una vez superada la influencia de su maestro. Para Althusser hay una
distinción entre ciencia (marxista) e ideología que delimita los campos de la
crítica con claridad. La ideología es falsa consciencia, es ocultación de los
procesos reales. El marxismo es el materialismo histórico, la ciencia del
núcleo de la sociedad y de sus cambios, la lucha de clases. El movimiento de la
historia, que no tiene sujeto, necesita de una clase revolucionaria dirigida
por una vanguardia para acabar con el capitalismo y facilitar la transición del
socialismo al comunismo a través de la dictadura del proletariado. Propone una
organización ( modelo leninista), de la toma del poder y de la dirección del
proceso. Lo que Rancière cuestiona es la cientificidad de una teoría política,
lo cual lleva implícita un cuestionamiento de la posición platónica. Y también
una defensa implícita de Protágoras al considerar la política como una cuestión
de opinión (doxa). Para Rancière cualquier intento de situar la política en el
terreno de la ciencia es una manera de justificar un orden policial.
Es lo que hace Althusser. Rancière reivindicará la política
como suplemento, como lo que ocurre cuando algunos reivindican nuevos lugares y
derechos. La sociedad necesita orden y policía, no política. En este sentido la
política sería crítica y la policía normativa. Pero cuando se argumenta en
contra de la política y a favor de la policía, como hace Platón, también hay
crítica. Y estos sectores que luchan por sus derechos también plantean
alternativas.
Castoriadis plantea una alternativa de sociedad y Rancière
no lo hace. Para Rancière la propuesta de Castoriadis de una sociedad
autogestionaria en la que los ciudadanos autónomos se gobiernan a sí mismos es
utópica. Siempre habrán desigualdades y siempre habrán excluidos, dice
Rancière.
Aunque así sea, que lo es, la democracia no puede plantearse
como la voz de los excluidos sino como un régimen que evite las exclusiones y
que si se dan existan los medios para darles la palabra. La autogestión es un
ideal hacia el que hemos de tender : máxima autonomía personal y máxima
participación colectiva.
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